La Reforma protestante y las Escrituras (II) (91-08)

Hoy escribe Antonio Piñero


Tema: Cómo va desarrollándose con el paso de los siglos la interpretación del Nuevo Testamento.

A pesar del papel innovador de la obra de Erasmo de Rotterdam, las figuras centrales de este período en los estudios neotestamentarios fueron Martín Lutero y Juan Calvino. El papel de cada uno de estos reformadores fue distinto y complementario al abordar el estudio del Nuevo Testamento.

Lutero y Erasmo rompieron con la tradición eclesiástica al crear una nueva hermenéutica que llegaría a ser usual en el ámbito protestante; Calvino, con su toque de genio, la aplicó de manera sistemática. Donde Lutero se mostraba audaz, impetuoso y profético, Calvino aparecía erudito y esmerado. Lutero fue “profeta” y predicador; Calvino un -investigador-, se mostró exegeta sistemático y llegó a ser considerado por muchos en el campo protestante como el mejor intérprete del texto bíblico de la historia de la Iglesia cristiana.

Presento ahora un ejemplo de exégesis de Lutero a propósito de Lc 21,5-38 (el discurso apocalíptico de Jesús = a Marcos 13, con algunas omisiones). El reformador predica sobre los vv. 25-33 de Lc 21 en el segundo domingo de Adviento (10 de diciembre de 1531). He aquí el texto:

25 «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas,26 muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas.27 Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria.28 Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.» 29 Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los árboles. 30 Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca.
31 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca.
32 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.


Los cristianos, incluso los verdaderos, -dice Lutero- son frágiles (simul justi et peccatores "A la vez justos y pecadores"). Así pues, no es inútil explicarles los pasajes apocalípticos, aunque den miedo. Un texto de la Escritura como Lc 21 siempre es útil y, bien comprendido, no juega con el pavor que podría engendrar.

Por el contrario - Lutero no deja de repetirlo-, sirve para consolar y animar a los fieles.

Primero: la inmensa mayoría de las señales del final del mundo en él mencionadas se han producido ya y han perdido su virtud aterrorizante. Y los que todavía deben producirse no deben intimidar a los verdaderos creyentes. Los signos anunciadores de castigos están destinados, en efecto, a los infieles. Los cristianos pueden regocijarse de poder escapar de ellos. Si se manifestaran, sería que el fin de los tiempos se acerca: los cristianos tendrían una nueva razón para alegrarse.

El texto bíblico mismo invita además a “alzar la cabeza, porque vuestra liberación esta cerca” (v. 28). Desde ese momento, Lutero se atreve a decir que su sermón, hecho de “azúcar dulce”, es “una predicación amable y alegre”. Como el mensaje del discurso apocalíptico viene a decir finalmente “Venga tu reino”, el que desea que llegue el final de los tiempos debe ser fiel al mensaje del Padre Nuestro, del Credo y del Decálogo.

Lutero se asombra de que aparezca en este discurso de Jesús la parábola de la higuera que con sus brotes verdes anunica la primavera y el verano (vv. 29-30). ¿Cómo esta imagen tan optimista (vida de la vegetación, el verano) puede armonizarse con acontecimientos tan tristes (desastres de la creación, el invierno)? El caso es que Cristo introduce su propia retórica, utilizando “un lenguaje raro y una nueva gramática”). Lutero olvida aquí señalar que la historia de la higuera es la metáfora de la venida del Hijo del hombre, y que no se sitúa en el mismo nivel en el relato evangélico que el surgimiento de las señales cósmicas.

Hasta aquí un resumen de esta exégesis.

Lutero escribió importantes comentarios a las cartas a los Romanos y Gálatas y consideró de valor desigual los escritos del Nuevo Testamento, como apuntamos en la postal anterior, estimando como más importantes los que estaban más en consonancia con la doctrina evangélica.

Juan Calvino, por su parte, compuso comentarios a cada libro del Nuevo Testamento a excepción de Apocalipsis y 2ª Y 3ª de Juan; su obra es un claro ejemplo de exégesis teológica aplicada. Insistiendo siempre en el principio de que la Escritura es intérprete de sí misma, Calvino rechazó la interpretación alegórica acentuando la necesidad de examinar el texto en su contexto histórico y literario.

Para ilustrar el genio del Calvino, que superó con mucho a cualquier exegeta de su época y se adelantó claramente a su tiempo, pondré el próximo día un ejemplo de un libro muy reciente del conocido especialista en Lucas, François Bovon, L´Evangile selon Luc 19,28-24,53,, el volumen IV y último de un comentario al evangelio de Lucas, que aparecerá con el tiempo, en español, en la editorial Sígueme, puesto que los otros volúmenes anteriores han sido ya traducidos.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es :

“El mesías como hijo de David. Punto de vista de S. G. F. Brandon y otros investigadores”

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
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