“Sigue la cuestión de la condena a muerte de Jesús por los romanos” (II) (109-30)

Hoy escribe Antonio Piñero


Tema: Utilizamos el dato básico de la condena de Jesús a la pena capital para comprobar la perspectiva del Evangelio de Marcos: ¿es sesgada?

Es muy difícil que los cristianos hayan inventado la historia de que Jesús hubiera muerto como un sedicioso contra Roma, porque tal suceso hacía bien difícil la predicación de Jesús a los grecorromanos. Por tanto, si se recoge por la tradición, este hecho hubo de ser auténtico y notorio.

Crucificar a un reo problemático era relativamente normal en las provincias del Imperio romano de la época, si el delito tenía connotaciones politícas especiales. Cuando Jesús era muy joven, después de los levantamientos judíos contra Arquelao, el hijo de Herodes el Grande, el gobernador de Siria entonces, Quintilio Varo, intervino, acabó con los sediciosos -desde el punto de vista romano-y en total crucificó a unos dos mil judíos.

Lo que llama la atención para la época es que los Evangelios que narran la muerte de Jesús, están todos de acuerdo, a pesar de sus a veces notables diferencias entre sí, que Jesús fue condenado por un delito político que no cometió. La teis es:

Jesús era inocente. Las autoridades supremas de los judíos lo sabían, pero, injustamente, se dejaron llevar por sus conveniencias materiales y de tranquilidad pública, y lo condujeron ante el gobernador romano, el cual –muy a su pesar- hubo de condenar a Jesús a muerte sometiéndose a la presión de los judíos.

Al leer, pues, los evangelios, los lectores acaban convencidos de la inocencia de Jesús. Pero surge la primera duda: ¿es posible que nada menos que un "Prefecto" romano, convencido de lo contrario, hubiera cedido sin más a las presiones de las masas judías, como lo presenta Mateo? En principio, puede dudarse teniendo en cuenta cómo Filón de Alejandría o Flavio Josefo nos presentan al personaje…, sobre todo el primero. Filón nos dice que Pilato era un hombre de naturaleza inflexible, implacable hasta la obstinación, y que era un individuo que había practicado con los judíos todas suerte de depravaciones, a base de injurias, pillajes, ultrajes al pueblo, asesinatos de víctimas inocentes, en fin una continua crueldad particularmente humillante (Legación al emperador Gayo [Calígula] 301).

En cuanto a Flavio Josefo: éste pinta a Pilato por medio de anécdotas, de su actuación en diversas circunstancias. Así, afirma en sus Antigüedades XVIII 60-62 y en la Guerra de los judíos II 175-177 que Pilato se apoderó del dinero del Templo para construir un acueducto para llevar agua a Jerusalén. La idea era buena en sí, pero todos los judíos se opusieron por la procedencia del dinero. Pilato no cedió y acabó con la revuelta introduciendo soldados entre la plebe que asesinaban a los manifestantes en su contra. La presión de los judíos sucumbió.

En otro caso se podría argumentar, sin embargo, que Pilato podía acabar cediendo, también él, como lo indica Josefo en un episodio más o menos semejante de “tira y afloja”: cuando introdujo en Jerusalén tropas romanas desde Cesarea que llevaban estandartes con imágenes de animales (Antigüedades XVIII 55ss y Guerra II 169ss). Josefo afirma que lo hizo a propósito para “acabar con las leyes de los judíos”, es decir en menosprecio de sus leyes que prohibían la representación de imágenes sobre todo en la ciudad santa. Es decir Pilato actuaba conscientemente en contra de la masa de los judíos.

Cuando los judíos protestaron y argumentaron que lo de los estandartes iba efectivamente contra su Ley, Pilato se mofó. Los judíos no se arredraron y se fueron a pie a Cesarea Marítima, distante unos 30 kilómetros, se echaron al suelo y dijeron que se dejarían matar si Pilato no retiraba los estandartes de Jerusalén. Pilato, tras unos días, finalmente cedió. No lo hizo inmediatamente, ni mucho menos..., y tras asesianr a algunos de los manifestantes.

De todos modos, sólo lo hizo a medias y continuó –dicen Josefo y Filón- fastidiando en todo lo que podía a los judíos. Por tanto, a pesar del episodio de los estandartes, hay motivos de duda sobre la blandura de Pilato.

Como sabemos bien, el primer evangelio que se compuso fue el de Marcos y el primero que narró la condena y muerte de Jesús. También sabemos que se discute sobre su fecha exacta de composición. Los lectores saben que puede admitirse que la primera edición del Evangelio pudo componerse antes de la caída de Jerusalén, pero ciertamente no la que tenemos ahora, que bien puede ser la segunda o tercera edición, por tanto después del 70 d.C. Los críticos en general se suelen inclinar por Roma como lugar de composición. A priori puede pensarse que la fecha de composición y el lugar –los lectores que están detrás, los denominados “lectores implícitos” a los que el autor se dirige- pudieron influir en el punto de vista desde el cual el Evangelio de Marcos fue redactado.

Si volvemos nuestros ojos a la pasión de Jesús según Marcos, veremos que –según este evangelista- el Prefecto se comportó como un hombre no sólo débil, sino un tanto estúpido a juzgar por el modo cómo se comportó en el caso de Barrabás y Jesús. Lo veremos, pues esta imagen es muy dudosa.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• En el otro blog, “Cristianismo e Historia” (en la revista electrónica “Tendencias21”, el tema de hoy es:

“Una segunda concepción mesiánica absolutamente diferente”

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.
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