¿Qué camino seguimos ahora? (109-36)

Hoy escribe Antonio Piñero


Como saben ya de sobra los lectores de este blog, mi intención en esta larga serie que comienza por el guarismo 109 (primero agotó toda las letras del alfabeto como complemento, y luego seguimos con números arábigos: llevamos por tanto presentando textos y comentándolos aproximadamente unas 60 postales) es sencillamente dar base científica a una tesis: la transmisión de dichos y hechos sobre Jesús no fue totalmente aséptica, sino condicionada y hasta modificada por diferentes circunstancias.

Una de ellas, entre otras muchas, es la teología previa o pensamiento previo sobre cómo fue la figura y misión de Jesús que tenían en su mente ya los autores evangélicos antes de escribir sus obras. Y de ahí –si logramos mostrar al menos esta tesis- a la tesis principal de la serie: Jesús no fue simplemente “recordado”, sino “recordado y reinterpretado”, las dos cosas a la vez, en el acto de la transmisión.

Y como se ve también, esta noción pretender refinar y precisar la tesis básica de James D. G. Dunn, “Jesús recordado”, traducido al español por la editorial Verbo divino, el año pasado.

En mi declaración de propósitos de la postal 109-28 escribí:

Debemos analizar los evangelios (vamos a tomar fundamentalmente sólo el primero, el de Marcos, del que todos copian [el de Juan, si no copia a Marcos, sí conoce la tradición sinóptica y la corrige profundamente] y que marca la línea interpretativa de Jesús hasta hoy) para intentar demostrar que lo que transmiten sobre Jesús no son puros hechos y dichos, sino hechos más interpretación… ¿y corresponde esta interpretación a lo que fue el Jesús de la historia?


Por tanto, ahora nos toca abordar específicamente la cuestión de si –conforme a las postales anteriores- el punto de vista de Marcos sobre Jesús está o no condicionado por la teología de Pablo de Tarso, como hemos indicado -a modo de hipótesis- en una postal anterior. Para ello trataremos brevemente, como paso previo, dos cuestiones:

¿Cuándo y dónde se escribió el Evangelio de Marcos?

¿Para qué lectores se compuso?

Son dos temas difíciles de dilucidar en términos absolutos, porque no hay consenso total entre los investigadores…; nos atendremos, pues, a la propuesta de la mayoría.

Y una vez “resueltos” a modo de adquisición histórica probable, deseo ya plantear la cuestión definitiva de esta serie: si aceptamos como hipótesis plausible,

A. Que el Evangelio de Marcos se compuso después del año 70 (después del final de la guerra provocada por la primer Gran Revuelta judía), y si sus lectores potenciales son fundamentalmente gentes que se han convertido desde el paganismo,

B. Que Marcos ha adoptado el punto de vista teológico paulino (es decir, la comprensión global de cómo fue en realidad Jesús, comprensión que sólo es posible tras la creencia en la resurrección de éste),

C. Y si adoptó un punto de vista teológico previo (que implicaba la concepción de Jesús como un ser divino de algún modo), toda la compoosición de su evangelio estaba condicionada por este punto de vista básico y de partida.

¿Se explican bien ciertas y notables características de la estructura del Evangelio de Marcos y del modo cómo presenta a Jesús (cómo lo entiende), a sus discípulos, y a los adversarios de Jesús sobre todo?

La valía de una hipótesis reside en su capacidad para explicar si no todos, sí al menos una buena parte de los hechos que se examinan. Por tanto aplicaremos la hipótesis a la estructura narrativa del Evangelio de Marcos y veremos si funciona o no. Luego los lectores mismos tendrán la última palabra.

A lo largo de esta serie hemos procurado no formular ninguna proposición sin el apoyo de textos (de su encuadre histórico y del análisis de su probable significado), tanto de la literatura cristiana como de la judía del entorno del siglo I de nuestra era o anterior, literatura que ilumina el ideario teológico cristiano que en parte procede del judaísmo. Y no sólo hemos presentado textos, sino también una interpretación plausible de ellos.

Sin embargo, a veces se nos ha acusado de “acumular textos sin ton ni son” o de hacer afirmaciones “simplemente gratuitas”. Espero que poco a poco vaya imponiéndose la idea contraria: no hacemos ninguna afirmación que no está apoyada en la exégesis no sólo de una pasaje determinado, sino normalmente de varios, en conjunto de decenas y decenas de textos.

Defiendo, además, que es necesario traer a colación textos judíos (normalmente de Qumrán o de los Apócrifos del Antiguo Testamento, o de los estratos tardíos del mismo Antiguo Testamento), porque de lo contrario nos quedamos sin entender el significado profundo de textos cristianos que se insertan en esa tradición judía. O –por otro lado- habrá que traer también a colación textos, o concepciones, de la religión grecorromana porque también nos ayudan a comprender...: la inmensa mayoría de los judeocristianos de los primeros tiempos ¡eran de lengua y cultura griegas!

Así que en la próxima postal abordamos la cuestión: ¿Es probable que el Evangelio de Marcos se compusiera después del año 70… y, por tanto, bajo el posible influjo de la gran catástrofe judía, sobre todo de la destrucción del Templo?

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• En el otro blog, “Cristianismo e Historia” (en la revista electrónica “Tendencias21”, el tema de hoy es:

“La herencia de Pblo (I)”
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