La imagen de Pedro. ¿Es tendencioso y sesgado el Evangelio de Marcos? (XII) (112-12)

Hoy escribe Antonio Piñero


La imagen de Pedro en el Evangelio de Marcos nos interesa mucho para nuestra indagación sobre la “tendencia” del evangelista ya que este personaje, Simón Pedro, desempeña una función relevante entre los discípulos y, a veces, actúa como portavoz de ellos y además porque la tradición de la Iglesia desde el siglo II (a través de Papías de Hierápolis) afirma que Marcos "recogió los recuerdos de Pedro", aunque los transmitió a su manera. El texto más claro al respecto es el que narra lo ocurrido en Cesarea de Filipo:

“Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?» Ellos le dijeron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.» Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo.» Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días. Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle. Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres»”. (Mc 8,27-33)



En este episodio Pedro no hace más que expresar lo que era la opinión casi unánime de los judíos piadosos de su tiempo sobre el mesianismo. Marcos, al presentar así la escena, hace en realidad un flaco favor a Jesús. En primer lugar afirma claramente que el Maestro es poco pedagogo, es decir, no acababa de aclararse en algún aspecto, puesto que la gente tenía sobre él opiniones divergentes. Segundo, que tampoco sus explicaciones eran claras para sus propios íntimod, ya que ni el portavoz de los discípulos lo entendía.

Ya hemos sostenido que esta pintura es bastante inverosímil, ya que no parece histórico que tras muchísimo tiempo de convivencia no entendieran los discípulos algo repetido una y otra vez, que además de fácil de entender era básico y esencial en Jesús.

Por ello creo que la explicación más natural del caso es que la parte de esta escena en la que Jesús tacha de “Satanás” a Pedro es redaccional, compuesta por Marcos ,y que las precisiones sobre su pasión y resurrección –como puede observarse leyendo detenidamente el texto- están añadidas por el evangelista y puestas en boca de Jesús una vez que él sabe cómo se desarrolló de hecho la Pasión.

Una observación a modo de paréntesis: la base de la “predicción” de la pasión, a saber que Jesús barruntaba su posible muerte y que como buen judío creía que iba a resucitar para participar en el reino de Dios, puede ser auténtica. Lo redaccional es el cúmulo de detalles que sólo son cognoscibles a posteriori.

Aquí, en esta escena, lo que importa destacar para nuestro propósito es que la imagen de Pedro queda muy deteriorada, como alguien que no comprende en absoluto (merecedor del más duro calificativo) y que es un atolondrado. En el fondo, pues, el Evangelio de Marcos es una fuente indirecta e inapreciable de cómo entendían los judeocristianos, aun creyendo firmemente en la resurrección de Jesús, el mesianismo de su Maestro, es decir, un mesías puramente judío. Hemos afirmado muchas veces que no es muy verosímil que la iglesia de Jerusalén, formada en su núcleo por los apóstoles y otros discípulos directos de Jesús se equivocara en algunas apreciaciones fundamentales acerca de él.

Si es verdad la hipótesis con la que estamos trabajando, a saber que el evangelio de Marcos -a pesar de que intenta corregir al maestro Pablo en su estrechez al no mencionar como importantes en la vida de Jesús casi nada más que su muerte y resurrección, es sin embargo un evangelio en esencia paulino-, comprenderemos que probablemente está informado a sus lectores de las imperfecciones e incomplecciones de la “cristología” (doctrina de Jesús como Cristo o mesías) del judeocristianismo, en especial de los seguidores de Santiago y de Pedro. Ellos, los "paulinos", tienen un mejor conocimiento: saben que es el mesías, y además comprenden -no así los de Jerusalén- que es un mesías distinto, divino esencialmente y que conoce, por ser Dios, y acepta con toda claridad el designio del Padre acerca de su futura pasión, muerte y resurrección.

Otro paréntesis: Marcos opina –contra Pablo- que toda la vida de Jesús es salvífica y contiene enseñanzas; igual piensa Mateo, quien insiste que Jesús en su vida se presentó como el nuevo Moisés que iluminó el verdadero sentido de la Ley; y Lucas por su parte presenta ya a Jesús como un modelo a seguir en toda su vida, no sólo en la Pasión.

Otra escena que sigue (Mc 9,2-10), la de la Transfiguración, ha sido ya comentada brevemente. La incomprensión de los discípulos se centra en Pedro y Juan, en especial en el primero, que toma la palabra. Se muestra incapaz de comprender el sentido espiritual de la escena y se entretiene en una cuestión absolutamente trivial para el tema central, la divinidad de Jesús, hablando del alojamiento en tiendas de los personajes celestiales... Pedro ha acertado, en todo caso en saber que Jesús es el mesías…, pero no sabe cómo.

Otro aspecto de la pintura de Pedro: supongo que al lector del Evangelio le llamará la atención también, en un escrito corto como es el texto de Marcos (Mc 14,66-72), las amplias líneas que dedica a la negación de Pedro…, mientras que el evangelista Lucas la suaviza.

Y pasando de Pedro al pueblo judío en general y a sus dirigentes, observamos que en la Pasión, Marcos introduce el dudoso episodio de Barrabás (dudoso porque no consta en ninguna fuente histórica que existiera tal costumbre de liberar un preso por la Pascua) en el que se muestra una gran sinrazón: el gobernador romano libera a Barrabás, un preso político muy peligroso para el Imperio, y a la vez condena a muerte a un inocente. La escena está de nuevo orientada a recalcar la maldad del pueblo judío y sus líderes, y por otro lado, a insistir en el carácter meramente religioso de la condena judía de Jesús.

En el final de la Pasión hay también un varapalo al pueblo judío: mientras Jesús muere, insultado por todos, despreciado finalmente por un pueblo que al final le ha dado la espalada en un cambio inesperado y muy poco comprensible dados los ante cedentes, el único que sabe quién es en verdad Jesús es un pagano, un centurión de ese ejército de ocupación que ha metido en cintura a los revoltosos judíos. Este personaje exclama entre la incomprensión general:

“Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” Mc 15,39.


Esta confesión de fe se corresponde con el inicio del Evangelio:

“Comienzo del evangelio de Jesús mesías, hijo de Dios”


que es una clara expresión de fe del evangelista (si es que el título no es secundario, como opinan algunos exegetas que ven en él un añadido secundario de un escriba que forma así voluntariamente una “inclusión” con la confesión del centurión romano).

Pronto acabaremos esta serie.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e historia” de la revista “Tendencias21” el tema es el siguiente:

“1 Corintios 15,1-58: la resurrección de los muertos”

Saludos de nuevo.
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