Juan, el hijo de Zebedeo



Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Juan en los textos canónicos. La llamada

Aunque mi intención es trazar la vida del apóstol Juan en los Hechos Apócrifos de los Apóstoles, es obligado conocer y definir la identidad del personaje según los textos canónicos. En ellos encontramos los datos necesarios para poder saber de quién estamos hablando. Pero lo mismo que sucede en el caso de los demás miembros del colegio apostólico, esos datos apenas proporcionan elementos suficientes para delinear su figura histórica.

Posiblemente la razón sea que esos elementos caían fuera del interés de los autores de los evangelios. Es una realidad que de algunos discípulos de Jesús solamente conocemos por los evangelios el nombre y su presencia en las listas. En el libro de los Hechos canónicos de los Apóstoles, no se ofrece la más leve noticia de la mayoría de ellos. Por el contrario, los Hechos Apócrifos, compuestos algunos siglos más tarde, son testigos de nuevas curiosidades que van hasta la descripción física de algunos de ellos. Y desde luego contemplan los sucesos desde nuevas perspectivas. Son, por ejemplo, testimonio de su ministerio y de sus circunstancias de tiempo y de lugar. Gracias a los Hechos Apócrifos tenemos conocimiento de fechas y de lugares geográficos.

A pesar de todo, la presencia destacada de Juan en los textos bíblicos del Nuevo Testamento es un detalle evidente. Basados en la abundancia de sus menciones, deducen los investigadores que su figura es una de las más importantes personalidades del colegio apostólico. Una prueba de ello son las escenas de su vocación, tanto en los Sinópticos como en el evangelio de Juan, si admitimos que el segundo discípulo de Juan, el que fuera llamado con Andrés, es en efecto el hijo de Zebedeo.

Los tres Sinópticos narran la vocación de los primeros discípulos en los mismos inicios de la vida pública de Jesús. Mateo (4,18-22) y Marcos (1,16-20) lo hacen con palabras prácticamente iguales. Ambos mencionan el lugar y las circunstancias concretas. Las orillas del mar de Galilea en plena faena de sus ocupaciones de pescadores, la coincidencia de la presencia de dos parejas de hermanos, Pedro y Andrés, Santiago y Juan. De estos últimos se dan varios detalles, uno familiar, pues eran hijos de Zebedeo y hermanos entre sí; el otro profesional, porque estaban en la barca con su padre reparando las redes. La versión de Lucas (5,10) informa además que eran socios (koinōnói) de Simón. Jesús los llamó, y ellos, “dejando la barca y a su padre, le siguieron”; según Marcos, “dejaron a su padre en la barca”; para Lucas, “lo dejaron todo” y siguieron a Jesús (5,11).

La escena en el evangelio de Lucas sucede en el contexto de la pesca milagrosa que llenó de espanto a Pedro y a los que con él estaban, incluidos Santiago y Juan. Pedro se postró a los pies de Jesús que le reanimó diciendo que en adelante sería pescador de hombres. Los pescadores, testigos del milagro, sacaron a tierra sus barcas, lo dejaron todo (pánta) y se fueron con Jesús.

La tradición entiende que Juan, el hijo de Zedebedeo, era uno de los dos discípulos del Bautista que escucharon el anuncio de su maestro y siguieron a Jesús. Como ya hemos visto, con Andrés iba otro discípulo silenciado por el relator, en el que la interpretación cristiana reconoció la presencia del narrador de los sucesos. Era una nueva versión de la vocación, vista con detalles originales del cuarto evangelio. Es evidente que el contexto de ambas llamadas en los Sinópticos y en el cuarto evangelio es diferente. En los Sinópticos pasaba Jesús junto al lago de Tiberíades o mar de Galilea cuando descubrió a unos pescadores entretenidos en las tareas de su profesión. Eran dos parejas de hermanos, Pedro y Andrés, Santiago y Juan. En el evangelio de Juan, estaba el Bautista con dos de sus discípulos cuando vio pasar a Jesús a quien señaló como “el Cordero de Dios” (Jn 1,36).

Es digno de atención el detalle de que Andrés, uno de los Doce, protagoniza las escenas de la llamada tanto en los Sinópticos como en el relato de Juan. Del mismo protagonismo participa Juan, el hijo de Zebedeo, uno también de los Doce, presuntamente oculto tras la letra del texto del cuarto evangelio. Como vimos al hablar de su identidad personal, algunos detalles subrayados en los textos bíblicos sobre Juan y sus especiales relaciones con Jesús pueden estar en la base del interés que luego se plasmará en los diferentes documentos sobre su persona y su ministerio.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
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