161-04 Jesús de Nazaret según Jesús Mosterín (IV)

Hoy escribe Antonio Piñero

Como dijimos, transcribo, en su mayor parte, lo que de Jesús de Nazaret piensa el filósofo e historiador de las ideas Jesús Mosterín

Sobre la vida pública de Jesús escribe:

"Cuando Juan Bautista fue arrestado, hacia 28, Jesús dejó de bautizar, y se dedicó durante los dos años de vida que le quedaban a la predicación en las aldeas de Galilea. Actuaba como santón de tendencia apocalíptica, que esperaba el fin del mundo presente y la llegada del reino de Dios de un momento a otro.

Cuando detuvieron a Juan, Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la buena noticia. Decía: Se ha cumplido el plazo, ya llega el reino de Dios. Enmendaos y creed la buena noticia (Mc 1, 14-15).


"Yeshúa era judío por los cuatro costados. Estaba circuncidado como judío, rezaba como judío, celebraba las fiestas judías, conocía la Biblia y hablaba en arameo (la lengua habitual de los judíos de su tiempo). Desde luego, Jesús nunca pretendió salirse de la ortodoxia judía ni declarar abolida o caduca la Ley (la Torá), como más tarde haría Pablo de Tarso. Todo lo contrario.

¡No penséis que he venido a derogar la Ley o los Profetas! No he venido a derogar, sino a dar cumplimiento, porque os aseguro que no desaparecerá una sola letra o un solo acento de la Ley antes que desaparezca el cielo y la tierra, antes que se realice todo (Mt 5, 17-18).


"Pronto se ganó la atención de sus paisanos, tanto por sus palabras como por sus dotes de curandero.

Jesús recorría Galilea entera, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena noticia del Reino y curando todo achaque y enfermedad del pueblo. [...] Le traían enfermos con toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba (Mt 4, 23-24).


"Reunió en torno suyo a un reducido grupo de seguidores fervorosos, todos ellos judíos de Galilea, artesanos y aldeanos pobres, analfabetos y piadosos, entre los que destacaban “los doce”, discípulos de la primera hornada.

"Dentro del judaísmo, Jesús predicaba en nombre de la gente humilde, arremetía contra el casuismo excesivamente complicado de los expertos legales, y reclamaba una mayor atención al espíritu que a la letra de la Ley. Lo importante era seguir el espíritu de la Ley, lo cual estaba al alcance de todas las gentes sencillas, pero buenas de corazón. Jesús denunciaba la arrogancia de los expertos, intelectuales y letrados, más preocupados de los detalles y los formalismos externos que de la bondad interior. En esto estaba básicamente de acuerdo con los fariseos, aunque Jesús no se tomaba tan en serio la casuística de la ley. Permitió a sus discípulos hambrientos recoger el grano caído en sábado y, a los que se lo echaban en cara, respondió: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado” (Marcos, 2: 27).

"Al contrario de los esenios y de Juan el Bautista, Jesús nunca fue un asceta. Aceptaba con naturalidad las invitaciones a comer e incluso las zalamerías de las rameras:
Un fariseo lo invitó a comer con él. Jesús entró en casa del fariseo y se recostó a la mesa. En esto una mujer, conocida como pecadora en la ciudad, al enterarse de que comía con el fariseo, llegó con un frasco de perfume; se colocó detrás de él junto a sus pies, llorando, y empezó a regarle los pies con sus lágrimas; se los secaba con el pelo, los cubría de besos y se los ungía con perfume (Lc 7, 36-39).

"Frente a las habladurías, Jesús defendió a la mujer y afirmó que sus pecados habían sido ya perdonados. En cualquier caso, Jesús no predicó ni alabó la virginidad, como los cristianos posteriores. Respecto a la oración, recomendó que fuera breve y a solas. En concreto, ofreció como ejemplo de oración el famoso “padrenuestro”:


Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre,
que llegue a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
Perdónanos nuestras deudas,
como nosotros perdonamos a nuestros deudores,
y no nos dejes caer en la tentación,
sino líbranos del Maligno (Mt 6, 9-13).



"Según Yeshúa, toda la complejidad de la Ley judía podía reducirse a dos sencillos mandamientos de la Torá, tomado el uno literalmente del Deuteronomio 6, 5 y el otro del Levítico 19, 18.

Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le contestó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente”. Este es el mandamiento principal y el primero, pero hay un segundo no menos importante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos penden la Ley entera y los Profetas (Mt 22, 36-40).


"Desde luego, en el precepto de amar al prójimo como a uno mismo, no hay diferencia alguna entre el cristianismo y el judaísmo; de hecho, es un precepto literal del Levítico, que Jesús se limitó a repetir. Además, no hay que olvidar que el prójimo es siempre el otro judío, no el pagano. La predicación de Jesús se dirigió solo a los judíos. Lo del universalismo misionero cristiano es un invento posterior de Pablo de Tarso, que nada tiene que ver con Jesús. Y, desde luego, lo que nunca pretendió el piadoso judío Yeshúa fue ser Dios. Eso fue otro invento del prolífico Pablo.

"En lo que fundamentalmente Jesús se diferenciaba de los fariseos era en su mayor radicalismo, en sus connotaciones apocalípticas de raíz bautista y en su oposición a las autoridades y a las clases altas.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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