La escenificación del Reino de Dios. El libro de Senén Vidal (III) (176-03)

Hoy escribe Antonio Piñero



Como verán los lectores, Senén Vidal no duda ni un segundo de que existiera realmente el “Documento Q”. Yo me inclino decididamente también por su existencia, y me parece que por un argumento parecido al de la defensa de la conveniencia de la democracia como sistema de gobierno (porque es el menos imperfecto de los sistemas políticos posibles). Sin ser una hipótesis perfecta la que postula la existencia real de Q, es la que más cosas aclara acerca de una parte de la complicada relación entre los Evangelios Sinópticos…, en verdad –a mí al menos me lo parece- una relación imposible por ahora de explicar satisfactoriamente en todos sus detalles.

Según Vidal, y a pesar de que en el “Documento Q” no hay rastros de pasión, muerte en cruz y resurrección de Jesús, el conjunto de la colección las presupone, pues hay dichos que no se explican bien, sino desde esta perspectiva. Es más los autores de “Q” --preocupados ciertamente por el aspecto del magisterio de Jesús presuponen esos hechos-- “no necesitaban explicitarlos, por tratarse de algo básico y previo a su propia existencia, como recopilación de dichos de Jesús con autoridad para los grupos de los que se reunían en su nombre, como ellos mismos, ya que se trataba precisamente de dichos del Señor mesiánico exaltado en el ámbito de Dios” (p. 118). Es decir, esos grupos existían sólo porque Jesús había muerto y resucitado

Esto supone que los autores de Q recogen en realidad dichos del Señor Resucitado… ¡con todas las consecuencias, por ejemplo, de que se incluyan dichos de profetas cristianos puestos en boca de Jesús, sin marca alguna diferenciadora! Ciertamente -piensa Vidal- no estamos en los inicios puros e inmaculados de una tradición no mixta, ¡sino de actualizaciones y que parten ya de una fe determinada!

Esta idea de Vidal supone también que en el “Documento Q” se reflejan las tres etapas o tres proyectos de Jesús acerca de cómo habría de instaurarse el reino de Dios, como comentamos ya largamente en otra ocasión al hablar de su obra "Los tres proyectos de Jesús", de Edit. Sígueme

La primera acomodación del contenido del “Documento Q” es al escenario del movimiento galileo de seguidores del Nazareno, de los que no tenemos noticia casi ninguna salvo lo que deduzcamos de este Documento, y no sólo de la vida pura y dura de Jesús. Eso no impide que en muchos casos, en la mayoría dice Vidal, se conserven “los motivos centrales de la misión histórica de Jesús”. El no haber tenido en cuenta este doble escenario en la investigación actual hace que se hagan reconstrucciones sorprendentes de la misión de Jesús que no “hacen justicia ni a las tradiciones evangélicas antiguas, que están en la base de los actuales Evangelios, ni tampoco a los escritos cristianos más antiguos que se conservan, las cartas originales de Pablo” (p. 113).

Sobre Jesús y Juan Bautista opina Vidal que Q3,7-9.16b-17.21-22; 4,1-13 (repito: numeración del Ev. de Lucas) que son textos que tratan de la misión de Juan Bautista y de su predicación. Tales pasajes y el Ev. de Marcos testifican el dato histórico, y al mismo tiempo sorprendente, de que los orígenes de la misión de Jesús están en el movimiento del Bautista. En opinión de Vidal, Q7,28 (“Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; mas el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él”) y Q16,16 (“La ley y los profetas hasta Juan; desde entonces el Reino de Dios es anunciado, y quienquiera se esfuerza a entrar en él”) distinguen entre la misión de Juan y la de Jesús “precisamente porque esta última escenifica ya como una realidad presente el acontecimiento liberador del reino de Dios, algo que Juan esperaba para el futuro, para después de su actuación misional” (p. 114).

Tengo dificultades en aceptar esta tesis, como me ocurre todas las veces que se presenta.

En mi opinión sólo hay un texto que hable del reino de Dios presente con claridad indiscutible, Lc 17, 20 (el sentido del ephthasen de Lc 11,20 es superdiscutido): «El reino de Dios está entre vosotros». Se trata probablemente de una de las sentencias más difíciles de todo el Nuevo Testamento. No es posible encontrar una unanimidad entre los críticos en cuanto al significado del griego idou gar he basileia tou theou entos hymon estin, en especial el «entos hymon».

Teniendo en cuenta que tal como se ha transmitido –el contexto es sin duda redaccional, es decir, propio de Lucas- el entos hymon se refiere a los fariseos..., por lo que parece muy improbable que ni siquiera en la mente del evangelista Lucas, que recompone la escena en torno a un dicho suelto de Jesús, esté clara la idea de que "el reino de Dios esté ya presente en medio de…» (o «entre») los fariseos", quienes, según él –y de Mateo sobre todo- ¡enemigos acérrimos de Jesús!

Hago una somera relación de los más o menos diez textos qyue hablan con seguridad de que el Reino de Dios es futuro:

• Mc 1,15; Lc 10,9.11; Mc 11,9-10; Mc 15, 43.

• Otra serie, más discutida: Mc 9,1 Mc 13,29-30.

• «Venga a nosotros tu reino» (Lc 11,2)

• Las tres primeras Bienaventuranzas de Mt (en la versión de Lucas, 6,20-23) proclaman bienes futuros

• «Desde este momento no beberé del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios» (Mc 14,25 / Lc 22,18)

• El texto donde Jesús asegura que el reino de Dios no vendrá «con cálculos» (griego, meta paratereseos). Frase difícil, pero que ciertamente no significa que la venida del reino de Dios «no se producirá aparatosamente» (como traduce Rafael Aguirre p. 72 de la obra colectiva aquí analizada Qué se sabe hoy de Jesús de Nazaret), sino que no puede determinarse con exactitud el día, la hora y el lugar con cálculos de signos astronómico/astrológicos; sólo el Padre sabe la fecha (Mc 13,32).

• A menos que atribuyamos una gran parte de los signos escatológicos celestes de la venida, en Marcos 13, no a Jesús, sino exclusivamente a la iglesia primitiva, el reino de Dios vendrá en el futuro y aparatosamente, con grandes signos, con cataclismos, angustias, tribulaciones, guerras, huidas rápidas, etc. (Mc 13,24-25).

Por tanto, me imagino que se estará de acuerdo en que el difícil texto de Lc 17,20 dirigido a los fariseos habrá de ser interpretado a la luz de por lo menos una decena de textos o pasajes claros que hablan nítidamente del reino de Dios futuro. De lo contrario cometeremos un grave error de método: explicar lo claro por lo oscuro.

Por eso habrá que traducir Lc 17,20 algo así como «el reino de Dios está a vuestro alcance» o «en un espacio que es el vuestro» (Fr. Bovon, El Evangelio de Lucas III, Salamanca: Sígueme 2004, 209-211). Esa versión que se impone forzosamente por el contexto (recuerdo: va dirigida a los fariseos) diluye bastante la idea de que el Reino de Dios está en medio de vosotros, es decir presente...¡y es el único texto!

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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