Sergio Rosell y la nueva identidad de los cristianos (179-02)

S. Rosell- La nueva identidad de los cristianos


Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos analizando el libro de Sergio Rosell sobre l himno de Flp 2,6-11 y la nueva identidad de los cristianos. Recuerdo a los lectores el texto en tres traducciones, la mía propia, puramente literal, para que el lector pueda acercarse al sabor del original griego, del autor del libro que comentamos, y en la de Juan Mateos:

Versión literal interlineal (falta el griego)

El cual en forma de Dios existiendo, no(como) rapiña estimó el ser igual a Dios,
sino que a sí mismo anonadó, forma de siervo tomando, en semejanza
de los seres humanos hecho; y en la figura, habiendo sido hallado, como ser humano
se humilló a sí mismo hecho obediente hasta (la) muerte, muerte
empero, de cruz.Por ello también Dios a él exaltó y concedió
a él el nombre sobre todo nombre,a fin de que en el nombre
de Jesús toda rodilla se doble de los seres celestes y terrestres y subterráneos
y toda lengua confiese que Señor, Jesús, (es)
mesías para gloria de Dios Padre.




Sergio Rosell:


6 Quien siendo en forma de Dios
No consideró como ventaja
El ser igual a Dios,
7 sino que se vació a sí mismo
tomando la forma de un esclavo,
haciéndose semejante a los hombres;
y mostrándose en forma humana
8 se humilló a sí mismo
siendo obediente hasta la muerte,
y muerte en cruz;
9 por lo cual Dios también lo superexaltó
y le otorgó un nombre
sobre todo nombre,
10 para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo y en la tierra y en el abismo
11 y toda lengua confiese que
Jesucristo es el señor
Para gloria de Dios Padre

……………………………

Juan Mateos:

6Él, a pesar de su condición divina,
no se aferró a su categoría de Dios;
7al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de siervo,
haciéndose uno de tantos.
Así, presentándose como simple hombre,
8se abajó, siendo fiel hasta la muerte,
y muerte en cruz.
9Por eso Dios lo encumbró sobre todo
y le concedió el título que sobrepasa todo título;
10de modo que a ese titulo de Jesús
toda rodilla se doble
-en el cielo, en la tierra, en el abismo-
11y toda boca proclame (Is 45,23)
que Jesús, el mesías, es Señor,
para gloria de Dios Padre.
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El autor del libro que comentamos se propone alcanzar un doble objetivo:

A. de un lado entender el texto dentro del contexto de la carta y,
B. conocer el efecto que dicho himno trata de causar en la comunidad.

Ya dijimos que no le interesa estrictamente dilucidar si el autor es Pablo o sólo su adaptador, pero –opina- que, si no es Pablo, el himno proviene de la comunidad de habla aramea de Palestina (p. 81).

Pienso que esta afirmación es muy poco probable. Los judeocristianos arameoparlantes eran judíos estrictos en sus principios fundamentales, de Palestina, convertidos a la fe en Jesús como mesías, exaltado sí, pero sin llegar a ser Dios. Se lo impedía de momento su fe monoteísta estricta: Jesús había muerto hacía poco más de veinte años y vivían los que lo habían conocido en vida. Me parece, pues, imposible que hubieran llegado a considerar totalmente divino a Jesús, como afirma el himno con suficiente claridad, aun con las restricciones que podemos mencionar. a continuación:

Según el himno de Filipenses, este ser divino, Jesús, se parece mucho más a la concepción arriana del Hijo, condenada en el Concilio de Nicea. Además adolece de tintes “monarquianistas” = Dios Padre es el Dios supremo, es el único “monarca” y el Hijo es de algún modo dependiente de él. Posteriormente, en la evolución de la teología cristiana, esta dependencia se denominará “subordinacionismo” = el Hijo está subordinado a la voluntad del Padre, que al fin y al cabo es el que ordena.

No hay que extrañarse que al principio los judeocristianos, Pablo incluido, no tuvieran ideas claras sobre cómo había que entender la divinidad del Hijo (y menos la del Espíritu Santo). Esas ideas se irán desarrollando con el tiempo y se plasmarán en fórmulas con sabor muy griego (propias de la teología platónica tardía) en los concilios de Nicea, Éfeso y Clacedonia/Constantinopla. A la distancia de siglos es curioso cómo si un cristiano defendiera hoy públicamente una idea de la “trinidad” (propiamente era una “binidad”) tal como la entendía Pablo sería condenado por hereje por la Iglesia.

Rosell concibe el himno como si fuera un drama en tres actos.

El primero (2,6) describe la existencia exaltada de Cristo. Aun cuando Rosell no afirma expresamente que el himno contenga la idea de la preexistencia divina de Jesús como Dios, lo sostiene implícitamente (en las páginas restantes de su librito aparecerá con más claridad) al explicar que Pablo expone que Jesús aparece en la historia con “forma de Dios y que es igual a Dios”.

· El segundo acto es la humillación de Cristo (2,7-8). Esta humillación (hacerse hombre = esclavo respecto a la divinidad, y luego morir en la cruz por obediencia absoluta al designio de su Padre) sería lógicamente incompatible con el estado de un ser libre para cualquier mentalidad de un pagano del Mediterráneo, cuya vida estaba regida por el honor, por el deseo de aferrarse a su estatus y, consecuentemente, por no sufrir una muerte oprobiosa que era contraria a su estatus. Pero Jesús “actúa de manera distinta a los gobernantes políticos romanos y griegos conocidos por los miembros de la comunidad cristiana” (p. 87).

· El tercer acto es “la exaltación del humilde” (2,9-11). Rosell opina que los cristianos de Filipos debían aprender de los tres pasos (ser Dios/humillación/exaltación tras la muerte)que esto es lo que Dios quiso de Jesús y lo que Él quiere de los cristianos:

“Aunque la sociedad grecorromana considere la humildad y la obediencia como prácticas rechazables (en la persona libre) que reducen al individuo y a la comunidad a los ‘servil’, Dios tiene el mayor aprecio por ellas” (p. 91).


Afirma también que Pablo, según queda claro por Filipenses 3,4-11 tomó esta decisión y orientó su propia vida de acuerdo con esta sabiduría divina (p. 92).

He aquí este pasaje:

4 Aunque lo que es yo, ciertamente tendría motivos para confiar en lo propio, y si algún otro piensa que puede hacerlo, yo mucho más: 5 circuncidado a los ocho días de nacer, israelita de nación, de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa y, por lo que toca a la Ley, fariseo; 6 si se trata de intolerancia, fui perseguidor de la Iglesia; si de la rectitud que propone la Ley, era intachable.

7 Sin embargo, todo eso que para mí era ganancia, lo tuve por pérdida comparado con el Mesías; 8 más aún, cualquier cosa tengo por pérdida al lado de lo grande que es haber conocido personalmente al Mesías Jesús, mi Señor. Por él perdí todo aquello y lo tengo por basura con tal de ganar al Mesías 9 e incorporarme a él, no por tener la propia rectitud que concede la Ley, sino la que viene por la fe en el Mesías, la rectitud que Dios concede como respuesta a la fe.

10 Quiero así tomar conciencia de su persona, de la potencia de su resurrección y de la solidaridad con sus sufrimientos, reproduciendo en mí su muerte 11 para ver de alcanzar como sea la resurrección de entre los muertos (tr. Juan Mateos).


Es para mí extraño que Rosell no indique que en este texto a lo que Pablo apunta ante todo y sobre todo es no a la formación de su identidad, sino simplemente a salvarse y conseguir la resurrección (v. 11).

Sostiene por último nuestro autor que este esquema (ser divino, pero a la vez “esclavo” obediente hasta la muerte) es una manera de afirmar la identidad cristiana frente al concepto, y la práctica del culto a la divinidad del Emperador:

“A Cristo se le adora como kýrios” (Señor + Dios) y el que lo adore (el cristiano) “ha de negar al César, aclamado así, como Señor, en el culto imperial, y cuya ambición característica (no humillación, sino deseo de poder) culminaba con la apoteosis y no con la “kénosis” (literalmente “vaciamiento”, “nadificación” = hacerse nada) y la obediencia hasta la muerte” (p. 93).


Según Rosell, estos versículos 10-11 tendrán una importancia capital al estudiar el texto desde el punto Dios vista de la formación de la identidad cristiana” (p. 95).

Esto suena muy bien, pero me temo que aquí hay un profundo equívoco, o al menos semi equívoco, y es que lo que Pablo entendía por “formar una identidad cristiana” algo bastante diferente a lo que pensamos hoy. A Pablo le interesaba poco la “identidad cristiana en sí” cuanto exclusivamente la salvación.

Lo veremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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