Perplejidad de los discípulos ante la resurrección de Jesús (199-08)

Hoy escribe Antonio Piñero


Comienza ahora propiamente el comentario seguido a la perícopa Mc 9,9-13

9, 9-10. El pasaje comienza presentando el escenario, camino abajo del monte de la transfiguración (9, 9a “Y cuando descendían de la montaña”). La perspectiva de una vuelta a la esfera pública induce a Jesús a prohibir estrictamente, a los tres discípulos que lo acompañan, contar lo que han visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos (9, 9b: “Les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del Hombre hubiera resucitado de entre los muertos”).

Esto es, como señala J. Gnilka (en su obra El Evangelio de Marcos, en este lugar), la última orden que afecta al secreto “mesiánico” en el Evangelio y la única que lleva unida una restricción temporal; su posición en lugar tan preponderante sugiere que tiene una importancia programática y que las prescripciones anteriores podían entenderse de igual modo.

El secreto hasta el momento de la resurrección tiene sentido porque la transfiguración es una anticipación de aquella y las curaciones, cuya publicidad había prohibido Jesús anteriormente, presagian el poder que actuará en el mundo gracias al acontecimiento de la resurrección (así se indica en Mc 5, 35-43).

La resurrección de Jesús es un momento absolutamente crucial porque está relacionada con la nueva edad en la que se revelará plenamente el poder glorioso y vivificante de Dios en consonancia con las concepciones veterotestamentarias y judías sobre la resurrección general (cf., por ejemplo, Dn 12, 1-3.13; 1 Hen. 91, 10; 92, 3; 4Q521). Jesús está explicando a los discípulos privadamente cosas que no aclara a las turbas (podría casi calificarse de “doctrina secreta”); Esas coas secretas se hacen públicas a los seguidores actuales de Jesús, los lectores del Evangelio de Marcos, cuyos antecedentes eran los discípulos

Transcribo los textos que J. Marcus sólo cita:

Marcos 4,10-12:

“Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas.11 El les dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, 12 para que = por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone”.

Daniel 12, 1-3.13:

“«En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran Príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo. Será aquél un tiempo de angustia como no habrá habido hasta entonces otro desde que existen las naciones. En aquel tiempo se salvará tu pueblo: todos los que se encuentren inscritos en el Libro. 2 Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno. 3 Los doctos brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la multitud la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad […]13 Y tú, vete a descansar; te levantarás para recibir tu suerte al fin de los días”.

1 Henoc 91,10:

“Se levantará el justo de su sueño; se alzará la sabiduría y les será otorgada” (se refiere a la resurrección para participar en el reino mesiánico futuro, en la tierra)

1 Henoc 92,3:

“Se levantará el justo del sueño; se levantará y andará por caminos de justicia, y todo su camino y andadura (= su comportamiento) será en bien y en clemencia eternos”

4Q521

“Pues los cielos y la tierra escucharán a su mesías […]y a nadie le será retrasado el fruto de la obra buena y el Señor obrará acciones gloriosas como no han existido, como Él lo ha dicho, curará a los malheridos, y a los muertos los hará vivir, anunciará buenas noticias a los humildes, colmará a los indigentes, conducirá a los expulsados y enriquecerá a los hambrientos”.

[Añado aquí un comentario mío, no de J. Marcus: es bastante improbable que cuando el Jesús histórico usara este texto de Isaías (en Mt 11,3-6 “«¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»” con referencias a Is 26,29; 29,18; 35,5; 42,18; 61,1) se refiriera a un reino de Dios terrenal, allí en la tierra de Israel, y no a un mundo ultraterreno cuyos inicios comenzaban con la vida pública de Jesús. Como he sostenido a menudo, el reino de Dios se acercaba, sus inicios alboreaban, con las sanaciones y exorcismos de Jesús, pero el Demonio no estaba totalmente derrotado: el reino de Dios es futuro de todos modos].

Sigue Joel Marcus:

“En efecto, el libro veterotestamentario de Daniel, que influyó tan decisivamente en el evangelista Marcos, utiliza muchas veces un lenguaje similar al que encontramos en Mc 9, 9 para hablar de la necesidad de mantener el secreto hasta que venga la nueva edad:

“Pero tú, Daniel, guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin” (Dn 12, 9; cf. 8, 26: “Es verdad la visión de las tardes y mañanas que se ha dicho, mas tú guarda en secreto la visión, pues habrá aún para muchos días.”; 12, 4: “Y tú, Daniel, guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos andarán errantes acá y allá, y la iniquidad aumentará”).

Mc 9, 9, pues, sirve para unir la resurrección de Jesús con el momento decisivo escatológico, "el momento del fin", que evidentemente no ha llegado con el ministerio de Jesús. Pero esa orden de guardar secreto deja confundidos a los discípulos. Lo veremos en la próxima nota.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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