Los sentimientos antirromanos del pueblo judío, según Marvin Harris (412-03)

Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos comentando los dos capítulos dedicados a Jesús y los primeros cristianos en el libro de Marvin Harris, Vacas, cerdos, guerras y brujas

Sostiene el autor, en las pp. 146ss que

“La dialéctica de lo que era el reino de Dios de Yahvé abarcaba necesariamente la totalidad de la experiencia humana. Como en otras religiones, los componentes seculares y sagrados eran indivisibles. Los temas de ‘este mundo’ y ‘el otro mundo’ eran inseparables. Política, religión y economía se halaban fusionados; cielo y tierra se confundían…”




Obsérvese que este panorama, bien descrito, es igual prácticamente, aun hoy día, en la otra religión cuyo origen es semita y que abreva bastante del Antiguo Testamento, el islam. El Corán muestra la misma concepción de la vida humana en su conjunto que el judaísmo de la época de Jesús, y creemos que Jesús mismo.

“Los judíos iniciaron su guerra larvada contra Roma poco antes de Herodes el Grande fuera confirmado como rey de Israel (hacia + - el 40 a.C.; coronación de Herodes en el 37 a.C.). Al principio los guerrilleros fueron identificados por los romanos y la clase gobernante romana como simples ‘bandidos’ (en griego lestés)”.

Pero tales bandidos no eran culpables de robos indiscriminados sino de acciones insertas en un “programa” de hostigamiento contra las tropas romanas, los grandes propietarios de tierras muchas veces absentistas (las últimas investigaciones sobre la situación de Galilea en tiempos de Jesús indican que fue así, y que muchos propietarios de pequeños lotes de tierra los perdieron y pasaron a ser arrendantes de sus propias haciendas pasadas a manos de los opulentos).

El otro término aplicado normalmente a esos “bandidos” fue el de "celotas", que indicaba su celo por la observancia de la Ley judía y el cumplimiento de la alianza con Yahvé. En tiempos de Jesús estas facciones estaban desorganizadas y sólo en torno al 60 d.C. empiezan a organizarse como ‘partidos’, grupos públicos o algo similar.

Estos “bandidos” y “celotas” estaban convencidos de que con ayuda del mesías –el cual era sustentado directamente por Dios— se lograría finalmente el derrocamiento del Imperio romano. La táctica empleada era la elemental y eficaz de la guerrilla. Algunos ocultaban sus dagas, o “sicas” en latín, en sus ropas, con las que cuando podían (que era pocas veces en tiempos de Jesús) asestaban golpes de mano a romanos y prorromanos a modo de guerrilla urbana. Como es sabido, acabaron siendo denominados “sicarii”, sicarios.

Ciertamente todo esto no lo sabemos por los evangelios, sino por las obras de Flavio Josefo, sobre todo, su Guerra de los judíos” y sus “Antigüedades de los judíos”, que entre sus fines estaba el de explicar por qué los judíos se habían sublevado contra Roma, y por qué él mismo se había pasado del bando judío, donde había mandado tropas al inicio de la revolución, al romano.

Lo importante aquí es que debe hacerse caso a Flavio Josefo, puesto que es considerado una fuente importantísima para la reconstrucción histórica del judaísmo del siglo I en Palestina, tanto o más que los evangelios. Esto no lo duda nadie. Pues bien, Josefo pinta ya para la época inmediatamente anterior a los años en los que nació Jesús (en torno al 6 a.C.) el desarrollo de una durísima política herodiana tendente a acabar sistemática con los “bandidos” (es decir, activistas político-religiosos con prácticas terroristas) que asolaban gran parte del país.

A la muerte de Herodes (4 a.C.) hubo notables movimientos guerrillero-mesiánicos, según cuenta Flavio Josefo:

a) Se levantó un tal Judas el galileo, hijo de Ezequías, un “bandido” liquidado por Herodes antes del 40 a.C. en Galilea. Este Ezequías tenía tal sustento popular que Herodes estuvo a punto de perder la vida a manos del Sanedrín de Jerusalén ya que fue acusado de asesinato en contra de las normas de la Ley cuando lo mató antes de ser declarado rey. Herodes hubo de huir. A la muerte de Herodes, Judas, el hijo de Ezequías, se apoderó de un arsenal de armas del rey. Parece ser que su acción antirromana se mantuvo en estado latente con intermitencias hasta que convirtió en una verdadera revolución en el año 6 d.C., como veremos.

b) Simultáneamente en Perea, al otro lado del Jordán, un esclavo llamado Simeón se levantó en armas. Al poco tiempo logró incendiar el palacio herodiano de Jericó y atacó a los ricos quemando también residencias de campo de los nobles. Este movimiento revolucionario es considerado semimesiánico al menos por Josefo.

c) Un pastor llamado Atronges o Atrongeo se autoproclamó rey, es decir, mesías-rey, apoyado por cuatro hermanos suyos, y procuró levantar a Judea contra las tropas romanas. No tuvo éxito. El gobernador de Siria, Varo, intervino y crucificó a unos dos mil de estos “bandidos” como escarmiento

En estos momentos Jesús debía de tener más o menos 2 años, pero estas rebeliones antirromanos produjeron una atmósfera de protesta político-religiosa que debió de inundar toda Galilea, a juzgar por el apoyo popular a Ezequías y a su hijo Judas. Este "ambiente fue respirado" por Jesús niño

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid. www.antoniopinero.com
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