"¿Existió Jesús realmente? El Jesús de la historia a debate". Curso de El Escorial. Resumen de las ponencias (I)

Paso a ofrecer, según lo prometido, un resumen de las ponencias del lunes 30 de julio 2007

I. Organización del material a debate
Prof. Dr. Antonio Piñero

La cuestión es cómo estructurar y organizar un tema complejo y amplio. El tema central –Jesús existió o no- va a girar sobre varios pivotes:

A. Debemos abordar la posición de la “escuela mitologicista”: ¿Es Jesús es la mera encarnación literaria de un mito helenístico? Los autores que defienden la no existencia de Jesús explican el surgimiento de los Evangelios como un intento consciente y engañoso de dar cuerpo a un mito. Es decir, se piensa que se ha construido una persona artificial a partir de un mito religioso y se ha difundido como historia fraudulenta, en este caso por parte de los evangelistas. Al principio –dicen en términos generales estos autores—un fanático religioso toma de la atmósfera religiosa ya existente la figura de una divinidad mítica, un salvador como tantos otros, y con su proclamación consigue reunir una serie de adoradores. Luego alguno de éstos (representados literariamente por los escritores evangélicos en nuestro caso) intentan progresivamente dar un cuerpo humano al mito, otorgándole rasgos cada vez más concretos y atractivos. Al final de este proceso surge la figura de Jesús de Nazaret…, que en realidad es puramente literaria.

B. Si rechazamos este punto de vista con argumentos, al menos probables, habrá que examinar si existen testimonios de historiadores importantes del mundo antiguo, externos por completo al cristianismo, y cercanos a los hechos y qué valor tienen. Es decir, textos de obras históricas independientes del cristianismo que proporcionen un testimonio fehaciente de que Jesús existió. Aquí se planteará si en realidad se reducen a dos y discutibles: el del historiador judío Flavio Josefo, en su obra Antigüedades de los judíos XVIII 63-64 y XX 200 (obra compuesta hacia el año 93 d.C.), y el del historiador romano Tácito, que en su obra Anales 15,44,3 (compuesta hacia el 116-117).

C. El tercer ámbito es el análisis de los documentos cristianos que dan fe de la existencia histórica del personaje Jesús. Hay que preguntarse si se puede uno fiar de los testimonios directamente cristianos. Los científicos, tanto filólogos como historiadores del mundo antiguo, afirman con razón que son testimonios partidistas: están a favor del personaje, están imbuidos por la fe en él, y por tanto su credibilidad es en principio más que dudosa. Como propagandistas de una fe, es lícita la pregunta de en qué grado este partido previo puede llegar a distorsionar la posible figura histórica de modo que ésta quede irreconocible.
Es posible que exista un poderoso argumento a favor de la existencia histórica de Jesús a partir de la crítica literaria e histórica interna a los documentos, es decir a la crítica que se ejercita con los textos del Nuevo Testamento, sobre todo los Evangelios tal como están y han llegado a nosotros.

Tenemos que discutir esta posibilidad desde un punto de vista doble:

Uno, más profundo y que va a la raíz del problema es la constatación de dos modelos básicos de presentación de Jesús que son antagónicos entre sí, pero que presuponen ineludiblemente la existencia histórica del personaje. Estos dos modelos son 1. El Cristo de procedencia y de destino final divinos que se encarna, muere y resucita por la salvación del género humano, es decir, el Cristo paulino, el Cristo de la fe, y 2. el Jesús judío que subyace en el fondo de los Evangelios judeocristianos, un Jesús meramente humano, perfectamente situable dentro del contexto escatológico-mesiánico judío. Tenemos que aclarar si una investigación a fondo nos indica o no que los dos modelos presentan una radical contraposición e incompatibilidad ideológica

2. Este mismo argumento se especifica a otro nivel un tanto más superficial pero igualmente válido y que en el fondo desemboca en la misma cuestión. Pero esta vez no planteado a nivel de la contraposición entre los modelos de interpretación de Jesús Pablo y del primitivo Evangelio judeocristiano, sino en el nivel de los textos del Nuevo Testamento que más directamente afectan a la biografía de Jesús, los Evangelios, tal como los leemos hoy día.

El argumento a discutir a este respecto podría formularse así: “Si Jesús fuera una mera invención de los evangelistas, lo habrían inventado de un modo que no les produjera tantas dificultades, tantos dolores de cabeza a la hora de mostrar quién era el personaje”. Un ejemplo es la escena del bautismo de Jesús. Si yo, como evangelista, me invento la escena del bautismo de Jesús a manos de Juan Bautista, y la dibujo de un modo similar a como aparece en los llamados Sinópticos (Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas), sería un poco estúpido, porque me estaría inventando una escena que va a producir a mí, y a mi Iglesia un buen monto de dificultades teológicas… algunas difícilmente superables. En efecto, mi Iglesia, a finales del siglo I, ya cree que Jesús es el Hijo de Dios real y por esencia, por tanto un ser sin pecado, absolutamente puro como Dios que es. ¿Para qué necesita un ser sin pecado bautizarse con la gente, recibir un bautismo que por esencia misma está destinado al perdón de los pecados? Y que esta dificultad fue sentida, que así ocurrió efectivamente, lo muestra la manera cómo un evangelista detrás de otro trata esa escena y cómo procura explicarla y arreglarla. Por tanto están contando algo real de lo que no pueden desembarazarse, pero que intentan explicar de algún modo.

D. Existe un cuarto ámbito de análisis en este curso: el de la admisión de la existencia histórica del personaje, pero una distorsión consciente de quien escribe su biografía, ya sea en tiempo antiguo o en moderno:

Dos ámbitos consideraremos:

1. El serio: Llogari Pujol y Francesco Carotta. El primero sostiene que Jesús existió pero lo que sabemos de él no es real sino una copia de textos sagrados egipcios y la adaptación. El segundo defiende que los evangelios moldearon la oscura vida de Jesús copiando descaradamente la biografía de un personaje ilustre y atractivo: Julio César.

2. El ámbito de la novela o de la historia ficción. Aquí habrá exposición y crítica de la presentación/deformación de la figura de Jesús en dos direcciones:

• el de la pura novelística: Dan Brown, Saramago, Mailer, Kazantzakis
• el de una posible reconstrucción de la vida oculta del personaje a base del aprovechamiento de una revelación divina en tiempos modernos, como es el Libro de Urantia, remodelado por Juan Benítez en su Caballo de Troya.

Por último habrá una sección dedicada a la valoración de los criterios, es decir, de las herramientas que ha ido elaborando la filología y la historia antigua para la reconstrucción de la figura del Jesús histórico si es que razonablemente se llega, como yo creo personalmente, al convencimiento de la existencia histórica del personaje.

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II. Primera conferencia: “El largo adiós: la agonía del cristianismo en la ilustración europea”
Ponente: Prof. Dr. Quintín Racionero. Universidad Nacional de Educación a Distancia

No hay una literatura histórica específica en el deísmo inglés –sí en Francia: dos autores: Depuis y Volnay- que niegue la existencia histórica de Jesús, sino una disputa entre deístas y ateos (los deístas son los que intentan probar la existencia de un Dios, cuyas características y esencia pueden comprenderse por la razón humana. Consecuentemente la religión que une al ser humano con ese Dios está basada en la razón y como ésta es universal puede ser admitida por todos los hombres).

La irrupción del deísmo inglés en la historia del pensamiento supone una distinción radical entre “religión racional” y “experiencia de fe”. Europa tenía una doble posibilidad para sobrevivir religiosamente: o bien aceptar una doctrina común dentro del ámbito del cristianismo que fuera aceptada por todos, o bien elaborar un discurso racional religioso al margen de la fe que fuera igualmente aceptado por todos.

En Inglaterra los más cultos siguen este camino, que a la postre llevará a la certificación de la muerte de la idea de Dios tradicional (Fr. Nietzsche). Este deísmo acepta en el fondo al cristianismo como base cultural, pero planteando una cuestión de base: es necesaria la crítica a las Escrituras para que se llegue a una base común en la moral (que es lo que de verdad interesa en la religión práctica), basada en el fondo en una religión propugnada por las Escritura que pueda ser aceptada por todos.
El conferenciante pretende mostrar en qué forma la distinción ilustrada entre “cristianismo histórico” y religión racional ha prejuiciado el sentido de esta última, vinculándola a un proceso de secularización cuyas consecuencias han sido letales tanto para la creencia religiosa cristiana, lo que llevará en último término a una crítica radical que niegue tanto la existencia histórica de Jesucristo como incluso la existencia misma de Dios.

Los antecedentes de este movimiento se encuentran en la Reforma protestante: el hombre en el fondo no es “capaz de la divinidad”; sólo le queda la fe ciega en ella. Esto lleva a una triple reacción:

1. Intentar construir una filosofía racional: Spinoza, que lleva a elaborar una religión universal y panteísta. Este punto de vista filosófico aplica también como base de sustentación la crítica más radical a la Escritura.

2. El escepticismo, cuyo representante principal es P. Bayle, frente a todo tipo de religión y la tolerancia absoluta como último recurso de la libertad de conciencia. Sólo en la obra de Bayle hay claros indicios de los comienzos de una negación de la existencia histórica de Jesús.

3. La crítica histórica, pero a favor de la religión: el análisis histórico como fuente de legitimación de la verdad religiosa. Los primeros intentos de una crítica radical de los textos del Antiguo y del Nuevo Testamento nacen en ámbito católico: La Congregación de S. Mauro y entre los Padres Oratorianos, Richard Simón. Esta crítica lleva a intentar precisar cómo era el Cristo histórico, como fundamento sólido de la fe, pero es crítica al fin y al cabo.

Entre los círculos libertinos, sobre todo de Francia, se produce una negación –por medio de un estudio supercrítico de los textos cristianos- del Cristo histórico. La obra más importante es De tribus impostoribus (Sobre los tres impostores). Éstos fueron Moisés, Jesucristo y Mahoma: se defiende que toda su ideología religiosa se reduce a imposturas tendentes a conseguir que el pueblo llano acepte mansamente y defienda la autoridad de los que mandan. A la vez el materialismo de los autores de la Enciclopedia va directamente contra la religión cristiana. Algunos autores de artículos de la Enciclopedia ponen en duda la existencia histórica de Jesús.

En Inglaterra el mejor representante de la difusión del deísmo, antes mencionada, es la obra de John Tolland (la más importante es El Cristo no misterioso de 1698). Sus principios son:

• Del cristianismo sólo pueden aceptarse sus principios morales superiores.
• El mensaje evangélico está lleno de absurdos y contradicciones.
• Lo natural y la razón son la base suficiente para la religiosidad.
• Dios puede asimilarse a las leyes naturales inmanentes, por lo que lo divino está objetivado en la naturaleza.
• La religión ha de ser natural, racional y perfecta desde sus orígenes, nada de falsos progresos y cambios.
• El cristianismo tuvo al principio rasgos de religión natural, pero luego quedó degradado y muestra su decadencia en las iglesia actuales.

La Ilustración en Alemania

La Ilustración en Alemania parte de un recuerdo vivo de la Reforma protestante y el principio de que la verdad la encuentra cada individuo en el contacto con la palabra de Dios (Sola Scriptura). Pero pronto se abandona el principio de la armonía entre razón y revelación (H. Wollf), y se llega a la consecuencia de la imposibilidad de esta revelación.

El representante más conspicuo de esta tendencia es Hermann Samuel Reimarus, quien defiende que la revelación no tiene un contenido verdadero pues

a) propugna una imperfección de orden dado por Dios al principio de la creación y
b) muestra una enorme parcialidad divina al entregar la revelación a un pueblo y no a los otros.

Reimarus es también importante por haber comenzado una crítica histórica radical tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

Ello conducirá por un lado a los postulados siguientes:

• La letra no es el espíritu y la Biblia no es la religión
• La fe no se basa en demostraciones históricas, sino en la experiencia interna de la verdad.

En síntesis:

En Francia se da una negación expresa de la historicidad de Jesús gracias al ambiente de la Enciclopedia y la Ilustración.

En Inglaterra el escepticismo de P. Bayle lleve a negar la existencia de Jesucristo. El deísmo no la niega, pero sí la existencia de Jesús como Cristo o mesías histórico. Se propugna una religión totalmente racional y para todos.

En Alemania la Ilustración se aparta del dogma luterano de la Sola Scriptura y lleva a una crítica radical de la posibilidad de la revelación y de la verdad de la Biblia.

El camino está preparado para la negación expresa de la historicidad de Jesús por Bruno Bauer en la mitad del siglo XIX.

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III. Segunda conferencia: La negación de la historicidad de Jesús en la obra de Bruno Bauer (1809-1882)
Ponente: Prof. Dr. Fernando Bermejo. Salamanca

En primer lugar Bermejo leyó críticas extraordinariamente elogiosas a la obra de Bruno Bauer escritas al final del siglo XIX y a principios del XX por parte de F. Engels, K. Marx y Albert Schweitzer: “Bauer sintió como nadie la potente complejidad del problema de la vida de Jesús”.

Luego expuso brevemente los rasgos principales de la vida de este personaje, que acabó tristemente expulsado de la Universidad de Berlín por la radicalidad de sus ideas, y vivió y murió como dependiente de una tienda de ultramarinos.

Sus obras principales fueron (1840-1877):

• Crítica de la historia evangélica de Juan
• Crítica de la historia evangélica de los Sinópticos
• El cristianismo desenmascarado
• Crítica de los Hechos de los apóstoles
• Crítica de los Evangelios (resumen y nueva edición de la anterior)
• Crítica de las cartas paulinas
• Cristo y los Césares. El origen del cristianismo a partir del Imperio Romano

Bauer empezó su vida como un cristiano luterano convencido y piadoso. El impulso a su mentalidad crítica se la dio la Vida de Jesús de David F. Strauss, a la que admiró y luego criticó duramente. Su punto de partida fue continuar la obra crítica de este autor evitando sus defectos:

Strauss carecía

a) de una teoría convincente de cómo se habían generado los evangelios y
b) pensaba que las historias evangélicas eran sustancialmente verdaderas, pero que estaban contaminadas por el espíritu mítico de la comunidad cristiana primitiva, que añadió mitos explicativos a lo difícilmente interpretable de la vida de Jesús y creó sobre él historias legendarias. La autora de los mitos era la comunidad.

Bauer, por el contrario, niega este poder mitificador a la comunidad, que es impersonal, y hace responsables a individuos concretos de la creación de los mitos religiosos.

Bauer propugna además que los evangelios son como cualquier otra obra de la Antigüedad, por ejemplo, Homero o Hesíodo, y deben ser criticadas con los mismos métodos. Acepta de autores anteriores a él que el Evangelio de Marcos es el más primitivo de los cuatro y que Mateo, Lucas y Juan no han hecho otra cosa que copiar de este Evangelio o añadir historia inventadas. Por tanto sólo es preciso criticar un evangelio, no cuatro. Sin embargo, le ayuda a esta labor su crítica anterior al Evangelio de Juan, que le había abierto ya la posibilidad de reconocer que un Evangelio puede ser de origen puramente literario-ficiticio.

El Evangelio de Marcos no merece crédito porque su autor no fue un testigo visual de los sucedido. Sólo habla de oídas. Bauer efectúa luego una análisis detalladísimo de éste y los evangelios y muestra sus contradicciones, sus imposibilidades intrínsecas y sus problemas, etc., y llega a la conclusión de que tanto la forma de los escritos evangélicos como su contenido (es decir el mensaje que se atribuye a Jesús) no es obra de una comunidad global e impersonal, sino de autores concretos que escriben basándose sobre una tradición oral en nada fidedigna, copiando de otros e inventando simplemente según las necesidades religiosas de su comunidad.

El Prof. Bermejo puso como ejemplo ilustrativo de la crítica de Bauer su análisis de la historia del bautismo de Jesús por parte de Juan Bautista. Bauer examina igualmente las divergencias, contradicciones e imposibilidades entre los evangelistas, y deduce que antes del bautismo como tal no hay testimonio de un encuentro personal de Juan Bautista con Jesús. Por tanto éste fue a recibir el bautismo de Juan para el perdón de los pecados, porque era consciente de que él también lo necesitaba. O bien era un impostor que iba a realizar una pieza de teatro.

Bauer observa las enormes dificultades de los evangelistas enfrentados a este hecho que van desde las extrañas palabras a atribuidas por Mateo a Juan Bautista (“Yo debo ser bautizado por ti; es necesario cumplir oda justicia”), como si ya conociera a Jesús y pensara de él que era un ser superior, hasta el disimulo del bautismo en el Evangelio de Lucas y la negación paladina de él por parte del Evangelio de Juan.

Bauer a continuación, en vez de aceptar el hecho del bautismo como histórico –es decir, con el argumento de que este hecho de la tradición se impone a los evangelistas como una evidencia y se ven obligados a contarlo aunque les produce dificultades, argumento que emplea la crítica moderna-, empieza a dudar de la verosimilitud del relato. Llega a la conclusión de que si los evangelistas hicieron de una pura visión interna de Jesús (la teofanía del bautismo en forma de paloma) un hecho real, su inventiva no conocía límites por lo que pudieron inventarse la historia entera.

Por tanto, Bauer no acepta los modernos criterios de historicidad como son la “atestiguación múltiple” de fuentes independientes sobre un hecho de la vida de Jesús y el “argumento de dificultad”. Afirma que aún no había dogmas, por lo que toda invención era posible. Sólo más tarde cuando se crea la dogmática (Jesús como Dios) se empieza a sentir las dificultades teológicas de que Jesús hubiese aceptado un bautismo para remisión de los pecados, pero ya era tarde para echarse atrás. Contra la historicidad del bautismo milita también el que Pablo no mencione el hecho.

¿Qué llevó a Marcos a crear esta historia? Simplemente la necesidad de demostrar que Jesús era el sucesor natural de Juan Bautista y que lo reemplaza en todas sus funciones. La teofanía divina surge en la mentalidad de Marcos para explicar cómo Jesús se sintió consagrado e investido de fuerza divina. Pero nada de ello existió en realidad. Así pues, la idea del bautismo es creada porque proporciona una ventaja explicativa a su creador.

Una vez que ha negado la historicidad de uno de los hechos de Jesús aceptados como más evidentemente históricos por la crítica moderna de hoy como es el bautismo de Jesús, Bauer tiene la vía libre para criticar como meros inventos las historias del nacimiento de Jesús, las tentaciones, los milagros, la transfiguración, la pasión, la resurrección, es decir, todo.

De ahí a negar plenamente la historicidad de Jesús sólo había un paso y Bauer lo dio efectuando una crítica feroz de las Epístolas “auténticas” de Pablo (las cuatro que admitía la llamada Escuela de Tubinga de F. Ch. Baur: Rom Gál 1 2 Cor). Estas epístolas –que no mencionan a Jesús para casi nada- son todas falsas, según Bauer: fueron escritas en el siglo II por un falsificador desconocido. Toda esta obra es una invención libre, que no corresponde a objeto histórico alguno. Por tanto, si son del siglo II, muestran no conocer a Jesús, y son pura invención teológica, todo ello es una prueba evidente de que Jesús jamás existió.

Finalmente, en su obra Cristo y los césares proclama B. Bauer que no hay escisión alguna entre la antigüedad clásica y el cristianismo. Éste ha nacido en el mundo clásico, en el imperio helenístico romano y toda su teología abreva de esas fuentes, en concreto de Filón de Alejandría, de Lucio Anneo Séneca y de Flavio Josefo. La focalización de los evangelios en Jesús y la consideración de los personajes de su entorno como comparsas se corresponde al espíritu de la literatura y la historia de la época: domina un solo monarca el mundo entero y la historia se convierte en biografía.

Las ideas del cristianismo no son originales, ni su religiosidad, ni siquiera la del apostolado –que se muestra en los filósofos cínicos-, sino que se hallan todas en obras de escritores anteriores del Imperio, sobre todo en el estoico Séneca.

En esta parte de su obra Bauer se presenta menos crítico y más dogmático, postulando unas hipótesis y extrayendo de ellas consecuencias radicales.

El Prof. Bermejo concluyó con unas reflexiones para comprender por qué Bauer dio el paso fundamental de negar en absoluto la existencia de Jesús cuando de su crítica no se desprendía forzosamente esta conclusión. Opinó Bermejo q quizá A. Schweitzer podía tener razón en que Bauer se vio movido por una desafección profunda hacia los teólogos y por un desprecio y aversión igualmente tremendos por la exégesis confesional a la que acusaba de partidismo y de apología injustificadas.

Mañana seguimos con los resúmenes de las conferencias del martes.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
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