Citas textuales de la Biblia en los HchPe (y V)



Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Doy fin por el momento al repaso de las citas textuales de textos bíblicos en los Hechos Apócrifos de Pedro. Unas citas que aparecen recogidas en una obra escrita en las postrimerías del siglo II. Reitero la impresión de que el autor del Apócrifo refleja la situación histórica de la iglesia de su tiempo, y concretamente, el aprecio y valoración que se tenía de la Sagrada Escritura de los dos Testamentos. Hasta el punto de citarla como garantía de autoridad.

Después de las citas del Salmo 117 (h. 118), 22 y de Isaías 28, 16, el autor de los HchPe usa una nueva fórmula introductoria para presentar una cita de Daniel: Et iterum dicit propheta de eo. Las particularidades de las distintas versiones son de este tenor:
1) HchPe 24, 2: Ecce uidi super nubem uenientem sicut filium hominis ("He aquí que vi venir sobre una nube como a un hijo de hombre")
2) VL: Uidebam in uisione noctis, et ecce cum nubibus caeli ut filius hominis ueniens uenit. ("Veía en visión nocturna, y he aquí con las nubes del cielo como un hijo de hombre viniendo venía").
3) Vgt: Aspiciebam ergo in uisione noctis et ecce cum nubibus caeli quasi filius hominis ueniebat. ("Miraba, pues, en visión nocturna, y he aquí con las nubes del cielo como un hijo de hombre venía").
4) LXX: “Contemplaba (etheóroun) en visión nocturna, y he aquí sobre (epí) las nubes del cielo como un hijo de hombre venía”.
5) Teodoción introduce al texto de los LXX los siguientes cambios: a) Usa metá (con) en vez de epì (sobre) como preposición ante las nubes.- b) En lugar del verbo simple “venía” (érkheto) expresa la acción mediante la perífrasis aramea ên erkhómenos (erat ueniens), “estaba viniendo”.

Es evidente que el Apócrifo ha seguido en este pasaje la versión de los LXX como lo demuestra la preposición super (epí) y la partícula comparativa sicut, mejor que el quasi de la Vgt para traducir hos. Tanto la VL como Vgt usan la preposición cum para traducir la partícula metá de la versión de Teodoción. Pero, además, la VL compara con ut, y traduce la perífrasis erkhómenos ên mediante el hebraísmo “viniendo venía”. La versión de Teodoción es más fiel al original arameo que la versión de los LXX. Éstos son los detalles: a) La preposición metá responde mejor a la preposición `im del texto original.- b) La partícula comparativa hos traduce mejor que quasi la conjunción aramea ke.- c) La perífrasis erkhómenos ên es la versión literal de `ateh hawah (ueniens erat) del texto de Dn 7, 13.

Con todos estos elementos, podemos concluir que el traductor latino de los HchPe ha realizado su trabajo sin recurrir en este caso ni a la VL ni a la Vgt. La preposición super, la partícula comparativa sicut y la ausencia de perífrasis en su texto así lo demuestran. Además, elabora el texto personalmente desplazando los elementos originales o mezclándolos entre ellos. Así, el ecce va unido al uidi en el Apócrifo, cuando en el griego (y el arameo) van en frases distintas.

Ahora, por propia experiencia podemos dar la razón a L. Vouaux. Opinaba el sabio francés, mártir del nazismo, que el autor de los HchPe cita los textos bíblicos acomodándolos a las necesidades de su argumentación. Para ello, suprime, transpone, une, relaciona y añade con la libertad de quien domina los textos, pero se siente libre para manipularlos a discreción. La libertad en el uso de las citas aumenta la sensación de espontaneidad en los discursos puestos en boca de un orador. Precisamente, las citas textuales recogidas en los HchPe están casi exclusivamente en contextos homiléticos. Sería, por lo tanto, una necedad pretender que las citas respondieran con absoluta literalidad a los originales. Como sería excesivo esperar que el traductor tuviera ante los ojos traducciones bíblicas consagradas para acomodar a ellas las referencias concretas que encontrara en el Apócrifo. La manera desenfadada con que trabaja no parece avalar ese cuidado.

En este sentido, a las libertades con que el autor griego aborda los textos bíblicos tenemos que añadir las que se toma su traductor. Entre otras, la de traducir a su aire los textos que encuentra sin esforzarse por encajarlos en expresiones consagradas por el uso. La mera coincidencia de términos o fragmentos breves no es argumento suficiente, cuando difícilmente podría encontrarse otra forma de traducirlos.

Pero repetimos que es un dato interesante, confirmado por los Hechos Apócrifos, el que en las postrimerías del siglo II se tenía conciencia de la existencia de un canon de libros sagrados, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, dotados de autoridad, apreciados y mencionados como garantía de verdad.

Saludos ordiales y felices vacaciones.
Volver arriba