La edición crítica del códice Tchacos (III)

Hoy escribe Fernando Bermejo

El segundo de los tratados conservados del códice Tchacos ocupa 21 páginas del manuscrito (pp. 10-30), y es el texto mejor preservado de este códice. Su título, en forma de subscriptio, es "Santiago"(Iakkōbos). De hecho, el texto es una versión de un texto ya conocido por la biblioteca de Nag Hammadi, el denominado “Primer Apocalipsis de Santiago” (NHC V 3). Lo interesante del texto del códice Tchacos es, por un lado, que presenta variantes significativas con respecto al texto de Nag Hammadi (mayores que las que existen entre la Carta de Pedro a Felipe y su texto correspondiente en NH), y, por otro, que su estado de conservación es mucho mejor que éste, lo cual ayudará al establecimiento del texto de la copia de Nag Hammadi.

Santiago, al igual que el Primer Apocalipsis de Santiago, es la traducción de un original griego. De hecho, diversas variantes textuales se explican mejor como traducciones diferentes de un original griego. Por ejemplo, el texto del códice Tchacos hace uso repetido del término “Iakkōbe” (“¡Oh, Santiago!”), que reproduce la forma del vocativo griego.

El texto es un “apocalipsis” porque contiene una revelación de enseñanzas secretas de Jesús a Santiago. Hay otros textos cristiano-gnósticos (en Nag Hammadi) que presentan a Santiago como el receptor de una revelación de Jesús. Hay varias razones que explican por qué el personaje de Santiago fue concebido en contextos gnósticos como un paradigma de gnóstico. Uno de ellos es el hecho de que Santiago es presentado en los evangelios canónicos como hermano de Jesús [y es calificado como tal en Santiago, así como en el Primer Apocalipsis de Santiago de NH (24, 13-16) y en el Segundo Apocalipsis de Santiago (50, 15-21)], y sin embargo no pertenecía al círculo de los 12 discípulos. Dado que estaba fuera del grupo, los gnósticos podían apelar a él como el representante de una forma de cristianismo que era diferente de las tradiciones petrinas y sin embargo tenía una fiabilidad procedente de la revelación que Jesús le había comunicado. En efecto, en 1Corintios 15, 7 Pablo hace mención de la aparición del Jesús resucitado a Santiago.

El texto del códice Tchacos, al igual que el Primer Apocalipsis de Santiago de Nag Hammadi, se abre con una revelación de Jesús sobre el dios innominable e inefable, que es situada en el período prepascual. Esto significa que Jesús enseña la gnosis también durante los años de su ministerio terrestre. Pero esto no es, como podría pensarse, una concesión con respecto a la tradición apostólica. Lejos de ello, esta pretensión agudiza todavía más la contraposición polémica con la “Gran Iglesia”: la idea que pretende vehicularse es que, si es cierto que una parte de las revelaciones “gnósticas” fueron transmitidas por Jesús en el período prepascual, éstas no fueron destinadas a los Doce apóstoles, sino a uno (Santiago) que no pertenecía a ese grupo.

La idea de una cadena de transmisión secreta es recogida de modo muy claro en los textos de al-Minya y Nag Hammadi. El texto da indicaciones relativas a las personas autorizadas a transmitir las revelaciones secretas, y también precisiones de carácter temporal: Santiago ha de transmitir lo recibido por el Salvador, una vez que “parta de la carne”, a un tal Addai. Éste debe mantenerlas ocultas en su corazón durante 10 años, y entonces ponerlas por escrito. El escrito será entregado a Manael. Éste debe guardar oculta la sabiduría, y transmitirla a su hijo Leví cuando éste crezca. Leví se casará con una mujer de Jerusalén, tendrá dos hijos, y será su hijo menor quien reciba su sabiduría, que revelará cuando cumpla 17 años, logrando así la salvación de muchos. El objetivo de esta larga cadena de tradición es excluir completamente la posibilidad de que en la edad apostólica se haya recibido la gnosis, y por tanto contrarrestar las pretensiones de la "Gran Iglesia". Aunque no es posible un cómputo preciso, de prestar atención a esta cronología nos hallaríamos, en el momento de revelarse públicamente la gnosis, ya en el s. II. La idea es que las enseñanzas relativas a la cosmología, la soteriología y la cristología compendiadas en estos textos atribuidos a Santiago no pueden formar parte de las doctrinas transmitidas por la tradición apostólica precisamente porque los apóstoles fueron intencionalmente excluidas de ellas.

Adviértase que también en el Segundo Apocalipsis de Santiago , de Nah Hammadi, se insiste en la idea de que Santiago es el depositario exclusivo de las revelaciones, lo que deja pocas dudas sobre las intenciones del autor –aparte de que Santiago es calificado allí por Jesús de “iluminador” y de “redentor”, algo que eleva a Santiago muy por encima de los doce).

La pretensión de los gnósticos de ser los depositarios de enseñanzas más perfectas que las de los apóstoles es algo sobre lo que nos informa también Ireneo de Lyón, quien en su Adversus Haereses intenta mostrar que las doctrinas aducidas por los gnósticos no tienen ningún apoyo en la tradición apostólica, y por tanto en Jesús. Así, las ideas gnósticas serían puras fabricaciones subjetivas que ellos habrían inventado. El tipo de refutación elegido por Ireneo debió de ser sentido por los gnósticos como un desafío, que suscitó diversas respuestas. La tradición de los escritos atribuidos a Santiago documenta una de estas respuestas, que afronta al adversario proporcionando una interpretación diferente del origen y de los modos de transmisión de las enseñanzas de Jesús. Estos gnósticos mantienen explícitamente que la gnosis no fue objeto de la predicación apostólica, y en este sentido concuerdan con Ireneo; pero ellos objetan que el origen tardío de la comunidad gnóstica no significa en modo alguno un origen tardío de las doctrinas gnósticas: éstas se remontan al mismísimo Salvador, pero han sido transmitidas a través de una cadena secreta de transmisores y proclamadas públicamente sólo en un momento tardío, siguiendo precisamente órdenes estrictas del propio Salvador. Los apóstoles no recibieron la gnosis porque no fueron considerados dignos de ello. Ésta es precisamente la idea que se trasluce en el texto del códice Tchacos.

El próximo día abordaremos otros aspectos del contenido de este interesante escrito. Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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