Mujeres en los Hechos de Pablo (y VIII)



Escribe Gonzalo del Cerro

Perfil de Artemila y Eubula

Creemos, sin embargo, que muchos detalles son omitidos porque van más allá de los intereses concretos del narrador. Pero no inventamos nada inverosímil si suponemos en el caso de Artemila y Eubula el esquema que se repite en otros casos paralelos de los Hechos Apócrifos. Eubula ha oído la predicación de Pablo y se ha convertido a una conducta de castidad. La prueba es la actitud airada de su marido. Artemila, informada por su criada sobre el Apóstol y su doctrina, acaba aceptándola con todas las consecuencias. Diofantes y Jerónimo tratan de eliminar a su rival condenándole a las fieras. La intervención divina resuelve el problema en el último momento. Los últimos datos que el Apócrifo ofrece sobre Jerónimo permiten conjeturar que también se convirtió en virtud de su curación a manos del joven misterioso.

Pero si en este caso se cumplen los detalles que rodean otros hechos paralelos, también reúne Artemila en su persona los aspectos de otras mujeres protagonistas de los Apócrifos:

1) Es mujer poderosa y rica. Como esposa del gobernador estaba en la cumbre de la pirámide social de Éfeso. La alocución que Pablo le dirige con ocasión de su primer encuentro no deja lugar a dudas (PH II 18ss). Es mujer rica, dueña de grandes riquezas, va adornada con llamativos lujos. Pablo predica una inversión de valores demostrando que tales poderes y exhibiciones no tienen valor alguno ante Dios.

2) Es atrevida y decidida. No duda en desafiar las iras y la furia de su esposo. Visita al Apóstol en la prisión y trama con él el rito de su bautismo, baja en su compañía al mar donde es bautizada y regresa a la cárcel con Pablo para completar la ceremonia con la celebración de la Eucaristía. El Apócrifo procura dar la impresión de que la fortaleza de estas mujeres estaba garantizada por el poder de Dios.

3) Artemila era también una mujer hermosa y amada por su marido. En la mencionada alocución Pablo alude a su belleza, una belleza que debe olvidar si quiere ir por el camino cristiano, una belleza que se marchita frente a la eternidad de los bienes divinos. Por otra parte, su marido Jerónimo estaba preocupado por la conducta extraña de su esposa, y se sentía triste y molesto con su ausencia durante los juegos, porque no podía tener a su lado a su mujer (PH IV 8-18).
4) La conducta extraña de su esposa había alarmado a Jerónimo. Sin embargo, la curación de su oreja herida por medio del joven misterioso da a entender que en Jerónimo se ha realizado alguna clase de conversión.

FRONTINA (PHeid 41-44)

De los pequeños fragmentos y de las grandes lagunas del Papiro de Heidelberg (PHeid) logramos elaborar la conmovedora historia de Frontina, hija de los ilustres Longino y Firmila. Vuelve el tema recurrente de la mujer de alta cuna, que escucha la palabra de Pablo sobre la castidad y renuncia sin más al matrimonio. Los padres, instalados en lo más alto de la pirámide del poder, no soportan la actitud de su hija y hacen lo posible por eliminarla junto con el responsable de tan sorprendente doctrina. Se repite la reacción airada de la madre de Tecla que pedía para su hija el tormento del fuego por negarse a contraer matrimonio con Támiris (HchPlTe 20). Ahora Frontina, la hija rebelde, habrá de ser precipitada desde un acantilado. Con ella deberá morir también Pablo.

El castigo de ambos condenados se convierte, como en otros casos similares, en un espectáculo al que acude la multitud curiosa. Los padres lloraban, sin embargo, lo mismo que los soldados. Una vez que llegaron todos al lugar de la ejecución, fueron precipitados Pablo y Frontina. La joven murió, pero Pablo quedó con vida. De rodillas sobre el fango, tomó Pablo en brazos el cadáver de la joven. Oró al Señor Jesucristo con la colaboración de Firmila, que también rezaba por su hija. Inmediatamente resucitó Frontina. La multitud huyó presa de espanto. Pablo tomó de la mano a la joven resucitada y la llevó a casa de sus padres. El prodigio produjo una vez más una explosión de fe entre los testigos de los sucesos.

El resto de la historia queda oculto tras las briznas del Papiro. Las últimas palabras de la gente, que relacionaban la resurrección de Frontina con la presencia de Pablo, dejan entrever que los padres acabaron aceptando la decisión de su hija. A pesar de todo Firmila había unido sus oraciones a la plegaria del Apóstol por la resurrección de su hija. Debajo del gesto social de castigar a la rebelde estaban los sentimientos profundos de una madre que recuperaba a su hija. Para ello cualquier pretexto era razón suficiente para justificar su cambio de actitud. Se cierra así el círculo de los pasos de Frontina con la probable conversión de los padres después del castigo impuesto a los culpables y la liberación por el poder de Dios.


MIRTE, la poseída por el Espíritu Santo (PH VII; PHeid 52)

Pablo se encontraba en Corinto. Allí contó a la comunidad cristiana cuánto había sufrido durante su estancia en Filipos. Cuarenta días pudieron los fieles disfrutar de la presencia y la palabra del Apóstol. Pero llegaron las penas y lamentaciones cuando sospecharon que Pablo tenía que abandonarlos. Primero fue por medio de Cleobio, quien, poseído por el Espíritu Santo, vaticinó pruebas que obligarían a Pablo a dejar este mundo. Luego, el Espíritu descendió sobre Mirte, mujer que interpretaba una señal misteriosa ocurrida durante la celebración de la Eucaristía.

Así se expresó aquella mujer: "Hermanos, ¿por qué estáis espantados de ver esta señal? Pablo, siervo del Señor salvará a muchos en Roma; alimentará a otros muchos con su palabra, tantos que no se podrán contar; los fieles se harán notar más que nadie. La gloria del Señor Jesucristo descenderá poderosamente sobre él, de modo que la gracia será realmente grande en Roma". El Espíritu que hablaba en Mirte se calló al punto. Era suficiente. La mujer había visto el cercano destino de Pablo. El narrador de los Hechos no añade más detalles ni sobre la personalidad de la mujer ni sobre otros sucesos relacionados con sus dotes proféticas.

Dado que estos hechos sucedían en Filipos, no han faltado quienes tratan de identificar a Mirte con la mujer docta en adivinación de la que nos hablan los Hechos de Lucas (16, 16-21). Pero no existen razones objetivas, además de que la adivina, poseída por el diablo, no es citada por su nombre. Solamente sabemos por el relato de Lucas que sus dotes de adivinación se debían a la posesión diabólica. Pablo, al expulsar al diablo de aquella mujer, arruinó el negocio de sus dueños. En cambio, la Mirte del Apócrifo hablaba poseída por el Espíritu Santo.

Por lo demás, merece la pena destacar que la muerte de Pablo no está motivada por su predicación sobre la castidad, sino por razones de carácter religioso con tintes políticos. También es interesante subrayar la función profética de una mujer, instrumento del Espíritu Santo. El don de profecía gozaba de gran predicamento en la Iglesia primitiva. Y era digno de aprecio de parte de los cristianos favorecidos por ese don. La mujer podía ser, por lo tanto, objeto de un aspecto importante del ministerio de la evangelización.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
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