La versión copta del Nuevo Testamento. Egipto y el cristianismo primitivo (VI)

Hoy escribe Antonio Piñero:

La aportación de Egipto al texto del Nuevo Testamento no sólo se reduce a proporcionar los mejores msanuscritos y los papiros. Para establecer críticamente el texto neotestamentario los estudiosos tienen también muy en cuenta las versiones antiguas a otras lenguas distintas al griego, sobre todo al latín, al copto y al siríaco.

Y esto por una razón muy sencilla. Al igual que ocurre con los papiros respecto a los grandes manuscritos unciales del siglo IV, alguna de estas versiones como la “Vetus (“vieja”, en latín) latina”, la primitiva siríaca o la copta son más antiguas que esos manuscritos en mayúsculas y por la tanto, a priori, pueden ofrecer lecturas más cercanas a los originales e interesantes.

La versión copta ocupa probablemente el tercer puesto entre estas traducciones antiguas, pero aún así ello es muy importante. Aunque la Iglesia oficial y más poderosa en Egipto debió de hablar griego hasta el momento de la invasión árabe en el siglo VII, sabemos que desde el s. III existió ya una traducción completa del Nuevo Testamento para los indígenas que sólo comprendían el copto, es decir el egipcio. El copto es la forma más reciente del egipcio antiguo, sucesor de la lengua que hablaron los autores de los jeroglíficos, y sus dos derivados: los estados de lengua que se plasmaron en la escritura hierática (“sagrada”) y en la demótica (“popular”). El copto no es una lengua difícil de aprender, y su lectura en los manuscritos es menos complicada que la griega, pues está escrito con caracteres griegos mayúsculos, con separación de palabras (menos las que se componen en la lengua copta en sí) más unos seis signos para expresar fonemas que no existen la lengua helénica.

En la época que estamos considerando había en Egipto una media docena de dialectos (entre ellos los famosos acmímico y fayúmico) con diferencias en la fonética, en el vocabulario y en la sintaxis. Pero los más importantes eran dos:

a) El del “alto Egipto”, remontando el Nilo, al sur, llamado “sahídico”, que se hablaba desde la antigua Tebas hasta la frontera sur.

Y b) El bohaírico, de la zona del Delta, el “Bajo Egipto” y más al sur hasta Tebas.

Creemos que a principios del siglo III grandes partes de la Biblia, sobre todo del Nuevo Testamento y escritos selectos del Antiguo Testamento, comenzaron a traducirse al sahídico (en el Alto Egipto era donde más monjes egipcios había) y luego al bohaírico. Cuando el fundador del monaquismo egipcio, Antonio, se retiró al desierto antes del 300 y recitaba allí pasajes enteros del Nuevo Testamento de memoria, debía de hacerlo en lengua copta ya que su griego era más bien pobre. Y cuando Pacomio fundó su monasterio en el 320, sus monjes leían cada día por obligación, naturalmente en copto, según creemos, parte de las Sagradas Escrituras.

A finales del siglo XIX y principios del XX un erudito inglés, George Horner, editó en copto y con traducción inglesa en paralelo, las dos versiones egipcias antiguas: The Coptic Version of the New Testament in the Northern Dialect (bohaírico), en 4 volúmenes (Oxford 1898-1905), y The Coptic Version of the New Testament in the Southern Dialect (sahídico) en 7 volúmenes (Oxford 1911-1924). La edición es cómoda y de fácil uso. Recuerdo haberlas utilizado con gozo preprando mis oposiciones en la Universidad.

En líneas generales parece que la versión sahídica es la más antigua y la que más valor tiene para reconstruir el texto del Nuevo Testamento. En general su texto coincide con el “tipo” alejandrino, aunque tiene lecturas parecidas a las del Códice Beza, que en otro post hemos calificado de misterioso. La versión bohaírica al parecer no se concluyó hasta bien entrado el siglo V. Su texto es también valioso, pues se parece mucho al alejandrino, como era de esperar dada su procedencia.

La obra de Horner es de un valor incalculable, pero ha quedado ya atrasada, puesto que ahora hay más manuscritos. A lo largo del siglo XX nuestro conocimiento de las versiones coptas antiguas (en cada uno de sus diferentes dialectos) ha crecido enormemente. La "Pierpont Morgan Library" de Nueva York tiene importantes manuscritos, uno de los cuales, de los cuatros evangelios, ha sido editado en parte por un coptólogo español, Gonzalo Aranda Pérez: los evangelios de Mateo y de Marcos. Igualmente tiene manuscritos coptos la Universidad de Michigan, y se encuentran también algunos fragmentos en Barcelona, en la Abadía de Montserrat.

La colección Chester Beatty tiene también papiros coptos antiguos. De un manuscrito del siglo V de Barcelona, un profesor del Instituto Bíblico de Roma, H. Quecke, ha editado Marcos y Lucas, etc. De modo que hoy día, la versión copta está de actualidad puesto que respecto a la famosa edición de Horner tenemos hoy muchísimo más material recién descubierto que aguarda aún un estudio exhaustivo.

De nuevo Egipto ofrece a la filología y a la historia del Nuevo Testamento sus ricos tesoros guardados durante siglos. Me imagino que Sofía Torallas Tovar, que ha escrito en este blog y es estupenda coptóloga, tiene trabajo por delante.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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