Filiación. Cultura pagana, religión de Israel. Orígenes del cristianismo (y II)


Hoy escribe Antonio Piñero:

El segundo volumen dedicado al concepto de “filiación” (Editorial Trotta, 2007; ficha del I en el “post” del martes 8 abril 2008) me parece más interesante aún que el primero, pues contiene estudios que afectan más directamente a la comprensión del concepto de “hijo” en el Nuevo Testamento y en el cristianismo primitivo. El libro recoge las actas de las “Jornadas III y IV de Estudio” sobre el tema de la "filiación" que el Instituto Diocesano de Filología Clásica y Oriental San Justino, de Madrid, organizó en 2005 y 2006.

Como hice con el volumen anterior, me parece que una visión global de su contenido es el primer y mejor servicio al lector de este blog. La primera parte, “Cultura pagana”, contiene cinco artículos dedicados a la filiación: "la política de la sucesión imperial hasta el siglo V" (H. Inglebert); “la hija de la diosa, el hijo del rey y los iniciados en los misterios de Eleusis (P. Scarpi); “Filiación y educación en la paideia griega” (J. Laspalas) y “Generación por voluntad divina en las corrientes filosóficas de época imperial” (F. Alesse).

En esta sección hay apuntes interesantes sobre la influencia directa en el cristianismo de las concepciones estudiadas. Por ejemplo Inglebert señala, aunque un tanto vagamente, que “no es imposible que ciertos teólogos cristianos del siglo II hayan podido inspirarse en el modelo de la adopción imperial y de la transmisión del poder supremo, en tiempo de los Antoninos (Nerva, Antonio Pío, Trajano: finales del siglo I y principios del II), para desarrollar teologías adopcionistas” (p. 32). También es interesante observar cómo en el pensamiento pedagógico de la Antigüedad hay textos, de Quintiliano y Séneca sobre todo, a muestran una llamativa similitud con ideas cristianas sobre la filiación de los hombres respecto de Dios.

En la sección dedicada a la “Religión de Israel” hay un interesante trabajo de H. Lichtenberger: “El mesías como Hijo de Dios en la sabiduría y la apocalíptica” (pp. 105-124). El estudio confirma lo que ya sabíamos: las figuras mesiánicas están bien representadas en los manuscritos del Mar Muerto, pero no existe una representación unitaria. De ello se deduce, por extrapolación, que tampoco había concepciones unitarias judías sobre el mesías en la época inmediatamente anterior a Jesús; se trata de una multiplicidad de figuras mesiánicas, e incluso se puede imaginar el "mundo futuro" sin la intervención de un mesías.

Segundo: no hay representación explícita entre los textos qumránicos del "un como hijo de hombre” del Libro de Daniel, y poco sobre el mesías como “hijo de Dios” (4Q 246). Tercero: sí existe una representación de una figura “mesiánica” como Melquisedec, entre otras, como un personaje humano y "celestial" con funciones sacerdotales y judiciales en relación con acontecimientos escatológicos y como un ungido del Espíritu. Y muy interesante también es la consideración hermenéutica sobre el desarrollo de la mesianología judía: “se debe a una (nueva) interpretación de la Escritura” (p. 121). Esta idea debe aplicarse también al desarrollo de la cristología cristiana: el nuevo concepto de mesianismo que los discípulos de Jesús aplican a éste, a saber un mesianismo sufriente y celestial no nace por puro voluntarismo, sino como reinterpretación de Jesús por parte de sus discípulos y de la creencia en su resurrección de éste a partir de una nueva interpretación de las Escrituras. La nueva teología cristiana nace como un fenómeno de exégesis de la Escritura, tal como vengo defendiendo desde hace años.

En la sección dedicada a los "Orígenes del cristianismo" el lector encontrará las siguientes aportaciones sobre temas neotestamentarios:

1. “Caín, el hijo del diablo. Investigación en torno a la historia de la tradición de 1 Jn 3,12”, de J. Dochhorn
2. “La filiación divina de Jesús en el Evangelio de Marcos” de F. Pérez Herrero.
3. “La filiación como categoría cristológica y antropológica en el Evangelio de Tomás” de R. Trevijano.
4. “La filiación de Cristo en el Evangelio de Mateo”, de L. Sánchez Navarro.
5. Filiación en Gálatas. Un estudio científico y teológico de Ph. F. Esler.

En este apartado me gustaría destacar como particularmente interesantes los dedicados a los evangelistas canónicos, siempre con la salvedad de que no contrastan la doctrina de los autores evangélicos con la del Jesús histórico, como observamos anteriormente. Por otra parte, me resulta interesante constatar cómo en el artículo dedicado a la filiación en Gálatas, el autor descubre en Pablo una concepción de la filiación divina de Jesús con “un perfil prototrinitario” (p. 233), lo que supone que Pablo es un claro antecedente de la elevada cristología del IV Evangelio. El proceso de divinización de Jesús fue muy rápido en el cristianismo primitivo (para una explicación de este proceso según M. Hengel y el antagónico de la Escuela de la Historia de las religiones, véase el libro Biblia y Helenismo, El Almendro, Córdoba, 2006, 504-519).

También hay otros artículos sobre escritos apócrifos del Antiguo Testamento y textos cristianos:

1. “Filiación y Espíritu Santo en los Padres apostólicos (I): la Comparación Quinta de El Pastor de Hermas”, de M. Aroztegui.
2. “La filiación en algunas tradiciones judeocristianas primitvas” de F. St. Jones
3. “La filiación en Marción: algunos testimonios cruciales” de E. Norelli.
4. “Unigenitus factus est. En torno a la cristología de Ptolomeo y Teódoto” de P. Navascués.

El artículo de H. W. Hollander, “‘Hijos de los hombres’ e ‘hijos de Dios’ en los Testamentos de los XII Patriarcas” (pp. 125-144) entra en este apartado, pues al autor considera estos “testamentos” como una obra cristiana, del siglo II: “Al utilizar toda clase de escritos y tradiciones orales judías y cristianas, el autor, cristiano del siglo II, de los Testamentos de los XII Patriarcas, no se preocupa de construir una narración coherente y consistentes… busca… mostrar al público cristiano que los Doce Patriarcas habían predicho la venida de Jesucristo, el único ‘hijo de Dios’, y la salvación futura de todos los justos, tanto judíos como gentiles” (p. 143).

Esta postura es coherente con la tesis del Comentario a los Testamentos de los XII Patriarcas publicado por el autor y M. de Jonge, en la Edit. Brill, de Leiden en 1985. Pero no es una tesis aceptada por la mayoría ni mucho menos y la realidad puede ser mucho más c compleja. Puede consultarse la traducción, introducción y notas a estos Testamentos en el tomo V de la colección española de Apócrifos del Antiguo Testamento, de la Edit. Cristiandad de 1987, pp. 11-159.

Saludos de Antonio Piñero.
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