Jesús y las mujeres (II)


Hoy escribe Antonio Piñero

Los dos primeros capítulos de este libro son introductorios, pero me parecieron muy necesarios para abordar el tema “Jesús-mujeres” convenientemente.

El primero “¿De qué Jesús se trata?” es una descripción de lo que creo que fue el Jesús de la historia. La indagación y sus resultados se justifica por lo siguiente:

Pienso que los Evangelios aceptados como canónicos en el Nuevo Testamento, los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, son obras que contienen muchos datos históricos, pero que ante todo son testimonios de la fe en Jesús resucitado, según la cual éste no ya el mesías sólo de Israel, sino el salvador del mundo entero.

Por consiguiente, al ser los evangelios libros de difusión o propaganda de una fe religiosa, pueden ofrecer hechos y datos un tanto distorsionados –voluntaria o inconscientemente- debido a los presupuestos de la fe, o bien albergar expresiones de las creencias propias de los evangelistas que pueden no tener estricto apoyo en la historia, sino sólo en el ámbito íntimo de la interpretación personal, de la religión y la religiosidad; o bien incluso albergar leyendas que se han ido formando sobre el Maestro en el seno de las diversas comunidades de sus seguidores.

Necesidad del examen serio, crítico, aséptico en cuanto es posible, respetuoso

En consecuencia, es preciso examinar los Evangelios a la luz de la crítica histórica para obtener científicamente –con la metodología usual de la filología y de la historia antiguas, aplicando el mero sentido común a veces- qué dichos y hechos de los que aparecen en ellos pueden adscribirse con rigor y exactitud al “Jesús de la historia” -un judío muy religioso y entregado a su fe, que vivió en Judea y Galilea en el primer tercio del siglo I de nuestra era- y lo que, por el contrario, debe atribuirse al que se ha llamado el “Cristo de la fe”, el ungido o mesías en el sentido anteriormente dicho, que manifiesta lo que los creyentes en él confiesan en el credo.

Luego el capítulo hace una constatación que me parece que trasciende el ámbito de la investigación presente sobre “Jesús y las mujeres”, y que vale para cualquier acercamiento a todos los textos que nos ha proporcionado la Antigüedad: la “verdad” histórica -conseguida con arduo trabajo por la crítica a partir de todas las reliquias legadas por el pasado- es muy diferente de otras “verdades” de las ciencias empíricas, pero no deja de ser por ello científica, aunque no pueda presentarse con la exactitud de líneas de un teorema.

La "verdad" histórica como consenso logrado entre los investigadores

La “verdad” histórica en la ciencia de la Historia antigua se obtiene en rigor de pocas fuentes: textos ante todo, a los que se añaden las inscripciones en diversos materiales, testimonios arqueológicos y numismáticos y poco más. En nuestro caso, para el tema de la situación de las mujeres en el Israel del siglo I y su relación con Jesús, hay sin duda algún que otro testimonio arqueológico, pero muy poco. Son los textos, los libros antiguos, legados por los siglos los que priman como fuente.

Del escrutinio y estudio de los textos se obtiene la mayoría de las veces una “verdad”, es decir una teoría interpretativa de los hechos, gracias al consenso de los investigadores independientes que estudian una determinada parcela de la historia –en el espacio y en el tiempo- y que se ponen de acuerdo en una línea de interpretación. Es decir, la “verdad” histórica en un momento determinado es aquella en la que la mayoría de los investigadores independientes están de acuerdo, porque interpretan una parcela de la historia (en este caso sobre el tema “Jesús y las mujeres”) en un cierto sentido y no en otro. Con otras palabras: la “verdad” en historia antigua se obtiene por consenso.

Tras el examen de los textos evangélicos que ayudan a dilucidar cuál fue el Jesús de la historia he intentado presentar el consenso actual –con el tiempo puede cambiar sobre todo si las arenas de Egipto nos ofrecen documentación nueva sobre Jesús, especialmente en forma de descubrimiento de nuevos papiros… ¿por qué no?- acerca de cuáles son los rasgos de la vida, dichos y hechos de Jesús sobre los cuales hay una base de acuerdo.

Aunque escribí sobre ello en un capítulo de la Guía para entender el Nuevo Testamento, he pensado que el mejor resumen sobre el Jesús histórico son los 26 puntos de Fernando Bermejo, en “Historiografía, exégesis e ideología. La ficción contemporánea de las ‘Tres búsquedas’ del Jesús histórico”, Segunda parte, Revista Catalana de Teología 31 (2006) 54-64.

La situación de la mujer en tiempos de Jesús

El segundo capítulo aborda el tema “La situación de la mujer en el Israel del siglo I”. Se trata de una visión de conjunto para hacerse una idea de en qué contexto se movía Jesús cuando trataba con las mujeres. Los datos para la elaboración de esta visión general proceden de diversas fuentes, tanto de los evangelios mismos, como del Nuevo Testamento entero, no sólo los Evangelios, de Flavio Josefo, y sobre todo de la Misná (a veces completados por el Talmud), y pueden encontrarse en diversos estudios sobre las mujeres en nuestra época.

A veces se hacen descripciones de la mujer en el Israel del siglo I muy alegremente y se pinta una situación horrible tomando al pie de la letra lo que aparece en la Misná y el Talmud, que son documentos de épocas muy tardías respecto al siglo I.

Desgraciadamente para nuestros propósitos, los dichos de rabinos que pertenecen al siglo I de nuestra era son muy pocos en comparación con los de los rabinos posteriores. Por ello, las noticias que ofrezcan sobre la situación de la mujer sólo podrá utilizarse cuando se sospeche con razón que pertenece a nuestra época, o bien -si es posterior- cuando se crea que la situación era igual cien o doscientos años antes. También se debe tener en cuenta que los datos utilizados sean “reales”, y que no procedan meramente de un debate académico entre los rabinos posteriores al siglo I con poca o nula conexión con la realidad de ese siglo.

Cuáles pueden ser los temas de interés

Los asuntos de interés que se abordan el capítulo son la mujer en la familia; la mujer en el ámbito de los derechos y deberes religiosos; las mujeres como testigos, es decir, qué derechos o qué caso se hacía a las féminas cuando emitían juramentos, o si había posibilidad de que actuaran como testigos en procesos judiciales, etc.

La imagen que se dibuja de la posición de la mujer en el Israel de tiempos de Jesús a partir de estos textos antiguos es más bien negativa. Pero destaco también ciertos aspectos positivos puestos de relieve sobre todo por la investigación norteamericana moderna y en España por Isabel Gómez-Acebo entre otras. Insiste esta investigadora en la necesidad de contrastar la imagen de la mujer en Israel con la de muchas otras comunidades judías de la Diáspora en las que las mujeres podían tener un estatus de igual nivel que el de las mujeres paganas de su entorno. Es decir, no es improbable que la situación de las mujeres en la Galilea, rodeada de paganos, de Jesús no fuera tan adversa como se ha pintado.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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