Mantenimiento de la identidad judía durante el Helenismo. La religión judía en época helenística (XI)

Hoy escribe Antonio Piñero

El judaísmo helenístico se mantuvo en tensión por el deseo de mantener la identidad judía dentro de la cultura helenística. Este impulso explica incluso el intento de presentar el judaísmo en ropaje helenístico.

El universalismo mencionado no fue uniforme, sino que hubo diversos grados en función de la diversidad geográfica. Además, tal universalismo se combinó con el mantenimiento de la identidad judía del pueblo. A lo largo de la historia de Israel dicha identidad había quedado moldeada por una serie de factores (por ejemplo, territorio común, continuidad étnica, lengua, observancia religiosa y tradición comunes), pero la dispersión geográfica del pueblo judío tras el Exilio, sometido a diversas autoridades políticas y sin una lengua común, hizo que la tradición y observancia religiosas asumieron un papel todavía mayor a la hora de mantener una identidad distintiva.

Con otros representativos investigadores, sostiene mi colega Luís Vegas que la identidad de cualquier individuo se construye en interacción con otros, y debe ser confirmada por éstos para no caer en la mera idiosincrasia o el solipsismo. La sociedad debe ofrecer el marco dentro del cual los individuos puedan compartir una visión común de la realidad y confirmarse mutuamente en sus convicciones respecto a su misión y destino históricos.

En el mundo antiguo en general, y en Israel en particular, las creencias e instituciones dominantes eran explícitamente religiosas y estaban incorporadas a tradiciones que pasaban de generación en generación. El poder de tales tradiciones a la hora de conformar la identidad de pueblo radica en el hecho de que son comúnmente tomadas como realidad objetiva dentro de una sociedad determinada. Tales tradiciones deben resultar suficientemente aceptables (o “plausibles” en terminología sociológica) para que los miembros de la sociedad conserven su fe.

Esta aceptabilidad depende en gran medida del apoyo social y cultural, dado que son pocos los que cuestionan aquello que todos los demás dan por descontado. Por el contrario, cualquier grupo que asuma opiniones inusuales se ve impelido a probar su aceptabilidad, no sólo para ganarse el respeto de los foráneos, sino principalmente para mantener la alianza y cohesión de sus propios miembros.

El problema principal en la Diáspora judía tanto en época helenística como en tiempos anteriores, era cómo mantener la tradición judía en un entorno dominado por gentiles. Dejando aparte las persecuciones reales, que fueron muy raras antes de la época helenística, la mera yuxtaposición de creencias diversas supuso un reto para la plausibilidad de las opiniones minoritarias. La identidad judía había de modificarse indefectiblemente por la interacción con los pueblos que constituían la mayoría en Babilonia y otros centros de la Diáspora. Por ello, y en contra de lo que ha manifestado algún lector de este blog, el Helenismo ejerció una presión tremenda sobre el judaísmo, lo que condujo a cambios sustanciales en su religión y en su religiosidad.

La literatura de la Diáspora demuestra que los judíos estaban educados, de una forma u otra, en la literatura y filosofía griegas, y la actitud abierta de estos judíos respecto a su entorno helenístico queda demostrada por su extenso uso de nombres propios y su recurso a la jurisdicción helenística (lo cual es particularmente notable si tenemos en cuenta que había un tribunal autónomo judío en Alejandría). La lucha de los judíos de Alejandría por obtener igualdad de derechos que los ciudadanos griegos tipifica las aspiraciones de la Diáspora helenística. Los judíos helenísticos no se sentían exiliados, sino atraídos por la cultura helenística, ansiosos por ganarse el respeto de los griegos y por adaptarse a sus costumbres.

Pese a todo, los judíos eran un pueblo distinto, con sus propias tradiciones peculiares, lo que produjo una tensión por ambas partes. El judaísmo, ciertamente, se mostraba a los ojos del mundo helenístico y romano como un fenómeno extraño, con ritos poco familiares, lo que le hacía susceptible de caricatura y ridiculización, e incluso a veces de franca hostilidad. La percepción negativa de los judíos se basaba en la ignorancia, pero también en las tensiones sociales, sobre todo en Egipto, donde se exacerbaron por la naturaleza de la propia religión judía. La propaganda hostil se centraba sobre todo en lo extraños que resultaban los judíos, en su rechazo a dar culto a los dioses del país y su supuesta hostilidad respecto a otros pueblos, lo que les hacía vivir apartados.

De hecho, la tradición judía insistía en que Yahvé es un Dios celoso: “Serás santo para mí porque Yo, el Señor, soy santo, y te he separado de los pueblos para que seas mío” (Lv 20,26). El ideal de santidad por separación de los gentiles era especialmente destacado en el judaísmo postexílico, pues la insistencia en fronteras claramente delimitadas y observancias religiosas específicas es típico de una comunidad que lucha por mantener su identidad en un entorno hostil. Las leyes sacerdotales del Levítico recibieron su forma final probablemente durante el exilio y el programa de restauración de Ezequiel 40-48 ofrecía claras líneas de demarcación para conservar la pureza del templo y evitar los errores del pasado: “Ningún extranjero, incircunciso de corazón y carne, de todos los extranjeros que están en medio del pueblo de Israel entrará en mi santuario” (Ez 44,9).

Un siglo después Esdras se indignaba al ver que “la raza santa se ha mezclado con los pueblos del país” (Esd 9,2), e instituyó una reforma que incluía el divorcio de las esposas extranjeras. Mandamientos específicos como la observancia del sábado, la circuncisión y las leyes dietéticas eran el sello distintivo del judaísmo que más llamaron la atención a los gentiles en los siglos siguientes. El hecho de que la identidad judía estuviese tan estrechamente ligada a estas prácticas creó obvios obstáculos a quienes se sentían atraídos por la cultura helenística, como queda claramente ilustrado por los acontecimientos que condujeron a la rebelión macabea.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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