La religión de Jesús de Nazaret (V)

Hoy escribe Antonio Piñero

Al continuar –y concluir en la próxima postal - con el tema de la “religión de Jesús”, podríamos preguntarnos si no deberíamos seguir con otros temas importantes como los siguientes: ¿cómo concebía Jesús el Reino de Dios? ¿Es la ética de Jesús de un estilo que rompe las normas de la religión judía?, y sobre todo ¿cuál es el Dios de Jesús?

Como estos asuntos son complejos y pueden ser objeto –en este blog- de una serie específica en el futuro, me contento ahora con una breve síntesis de los dos primeros y otros temas de rango menor. Las dos cuestiones que me parecen que afecta muy directamente a la religión de Jesús, a saber

1. ¿Se creyó a sí mismo Jesús hijo ontológico de Dios? ¿Lo hizo al menos de una manera implícita?
2. ¿Cuál es la imagen de Dios que Jesús tenía?

Estos dos temas serán abordados en dos series que seguirán a la presente. Del resto, como he afirmado ya, haré por ahora sólo un resumen.


A) Sobre el tema del Reino/reinado de Dios he aquí una síntesis de mis pensamiento, desde hace muchos años:

El reino de Dios que Jesús predicaba es exactamente el mismo, con la añadidura de algunos matices, que habían proclamado los profetas de las Escrituras hebreas. Él nunca necesitó explicar qué era exactamente el Reino de Dios, porque todos sus oyentes lo sabían por las continuas lecturas en la sinagoga de la Biblia y las explicaciones que se le agregaban. La proclamación del Reino de Dios es la característica esencial de Jesús que lo define como un hombre en la línea total del pensamiento profético de la Biblia hebrea.

Reducido a sus términos más escuetos, este ideal del Reino significaba la actuación definitiva de Dios en el marco de la Alianza, y aspiraba a la liberación político-religiosa del pueblo judío. Esta acción divina para instaurar su dominio sobre Israel acarrearía la perdición de los no aptos, y la postrera y definitiva salvación y bendiciones divinas para quienes se hallaren preparados.

Las características del Reino de Dios predicado por Jesús son, al menos aparentemente, un tanto contradictorias: es un "Reino/Reinado de Dios" que se realiza en el futuro, pero con unas ciertas características de comienzo en el presente; es un Reino material con insistencia en elementos espirituales; es un Reino con claras implicaciones en la política del momento, pero su proclamador, Jesús, no pone los medios políticos para su realización. Jesús no piensa en un movimiento guerrero de liberación que expusle a los romanos, sino que piensa en uana acción que compete sólo a Dios.

B) La ética del Reino es compleja porque tiene dos vertientes: la intemporal y, segunda, aquells que contiene preceptos que Jesús formula teniendo en cuenta los momentos de expectativa de la venida inmediata del Reino.

· Jesús predica valores absolutos, propios del judaísmo de su momento y en plena consonancia con la Biblia, por ejemplo, el valor absoluto del Decálogo, el mandamiento del amor fundado en el texto del Levítico 19,18 (“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”), la imitación de Dios que es bueno tanto para los justos como para los perfectos (véase Mt 5,48: "Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto").

· Pero lo que más destaca en ella es una moral de seguimiento del Nazareno absolutamente interina, exigente y quizás imposible de cumplir, válida sólo quizás para las vísperas inmediatas del Reino. Los preceptos de esta ética interina se orientan para los momentos finales, inmediatamente antes de la irrupción del último momento de la historia, con la definitiva intervención de la divinidad.

La moral de seguimiento de Jesús es, en la práctica de una vida diaria, imposible de cumplir, pues esas rígidas normas de

- posponer la familia,

- vender todas los bienes

- y dedicarse a aguardar el Reino de Dios, sin insistir en absoluto en el aprecio en el trabajo,

acabarían con cualquier sociedad mínimamente organizada.

La ética de Jesús puede considerarse sin ambages como profética, encardinada en la exigente predicación de los profetas de Israel que deseaban preparar al pueblo para la "visita" divina. A pesar de lo extrema que es, parece evidente que esta ética de Jesús no representa ninguna oposición a la ley de Moisés, sino todo lo contrario.

El próximo día concluiremos con otros rasgos de la religión de Jesús, igualmente característicos de un judío observante y piadoso, que creo que se pueden resumir convenientemente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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