El texto bíblico como fuente de autoridad. La Biblia en la literatura española (81-2)



Hoy escribe Antonio Piñero

La segunda parte del volumen primero del libro que comentábamos el día anterior lleva como subtítulo “El texto (bíblico): fuente y autoridad” (ISBN: 978-84-8164-934-5). Para presentarlo utilizaré palabras y conceptos de María Isabel Toro Pascua, coordinadora de estas primera y segunda parte, en su “Nota introductoria”, pp. 9-13.

La función de la Biblia como fuente de autoridad es más bien “hiperliteraria” y se basa en la existencia de una sociedad que asume la Biblia sin crítica alguna como palabra divina absoluta. En este sentido es la literatura bíblica un elemento, diría que casi componente esencial, de la lieratura medieval.

Partiendo de esta perspectiva, a Dante Alighieri, en su obra De volgare eloquentia, no se le plantea problema alguno para explicar el origen de la diversidad de las lenguas humanas. La Biblia, auctoritas indiscutible, resuelve este asunto en el episodio de la Torre de Babel… Dante tan lúcido al poner los fundamentos de la geolingüística, de los niveles sociales del lenguaje, de los parentescos entre las lenguas europeas y de otras cuestiones básicas para la lingüística moderna, no duda en cambio en aceptar el texto bíblico como verdad indiscutible y articula su discurso personal e innovador a partir de épocas y territorios en los que las Sagradas Escrituras no interfieren.

La Biblia en la Edad Media gozaba, relativamente hablando, de una difusión mucho mayor que la de hoy día, y circulaba en múltiples versiones latinas, hebreas y romances por toda Europa. Un primer paso para el estudio de la influencia de la Biblia en la literatura del Medioevo español es preguntarse qué versiones bíblicas circularon por España. Y a esta pregunta responde el primero de los estudios recogidos en este volumen: “Las traducciones de la Biblia en castellano en la Edad Media y sus comentarios", a cargo de Gemma Avenoza.

Los clérigos manejaron la Vulgata de San Jerónimo en una versión cercana a la redacción llamada parisina, pero hubo otras traducciones realizadas a partir del hebreo de las que se conocen manuscritos diversos. Hubo también versiones parciales de la Biblia, como el libro de Job, de Pero López de Ayala y el de los Macabeos de Pedro Núñez de Osma.

Del Nuevo Testamento se tradujeron sobre todo los Evangelios, obra de Martín de Lucena y finalmente se hicieron algunos comentarios como la llamada Biblia de Osuna.

Las obras historiográficas de la Edad Media tienen como base las versiones romanceadas del latín que sirven de marco y de guía para exponer los conocimientos del hombre sobre la historia del mundo. Éste es el segundo tema desarrollado en el presente volumen, a cargo de Pedro Sánchez-Prieto. Es muy interesante este apartado puesto que buena parte de la historiografía medieval necesitaba remontarse a los orígenes de la humanidad para legitimar el presente. Incluso las obras que menos espacio dedicaron a los tiempos pretéritos no podían evitar la mención a los sucesores de Noé en relación con los primeros pobladores de Hispania. De entro los textos historiográficos medievales españoles que se abordan en esta sección destacan la General Estoria de Alfonso X el Sabio, la Estoria de España o primera Crónica Universal y la Crónica Abreviada del Infante D. Juan Manuel.

La última sección de este volumen investiga las condiciones en las que la Biblia estuvo al alcance de las gentes en el mundo medieval ibérico. Hugo O. Bizzarri aborda el estudio en los siguentes apartados:

Los monjes y la Biblia; las Escuelas Universitarias de los siglos XII y XIII; La Biblia en la predicación vulgar; los Tratados morales y apologéticos; la síntesis de tradiciones: el Arcipreste de Talavera o Corbacho y los Tratados políticos.

Este libro, pues, que presentamos es totalmente recomendable para caer en la cuenta de la rica y multifacética presencia de la Biblia en la literatura doctrinal de la Edad Media. Se nos muestra que las Escrituras tuvieron para el hombre medieval una actualidad constante, nutriendo su pensamiento y su inspiración literaria. La Biblia fue en efecto modeladora de formas literarias. Además existe mucha literatura medieval que se desarrolla como glosa y comentario a los diversos textos bíblicos.

En síntesis, otro volumen de lectura muy apetecible.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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