¿Un nuevo ágraphon de Jesús? (y II)

Hoy escribe Fernando Bermejo

El último post insertado por quien firma [¿Un nuevo ágraphon de Jesús? (I)] no fue más que una broma, que espero no haya causado demasiados quebraderos de cabeza a nuestros amables lectores. Sin embargo, la broma no es original. Aparte de algunas barrabasadas de mi cosecha en la introducción, lo fundamental fue inventado hace casi setenta años. A continuación explico su historia (en un texto que no es, a su vez, una broma, sino un informe veraz de lo ocurrido).

En 1950, el respetado clasicista de Princeton Paul Robinson Coleman-Norton publicó el texto griego que constaba en el post anterior –de hecho, el texto era bastante más largo– en la prestigiosa revista Catholic Biblical Quarterly. En su artículo, titulado “An amusing Agraphon”, Coleman-Norton contaba que lo había encontrado en los tiempos en que, durante la Segunda Guerra Mundial, se encontraba en Fedhala (Marruecos) como oficial del ejército británico encargado del control de la información sobre prisioneros de guerra. Según él, había encontrado el texto griego en un volumen de textos árabes en la mezquita de la ciudad.

Coleman-Norton proporcionó información detallada sobre el hallazgo (totalmente falsa) así como un minucioso análisis filológico del texto (completamente inventado). Entre las características notables del fragmento griego, Coleman-Norton notó que el texto “descubierto” presentaba una lectura variante de Mt 19,26 y el nuevo hápax legómenon triphyodontismós o “tercera dentadura”.

Antes de enviar el divertido artículo a Catholic Biblical Quarterly, Coleman-Norton lo había enviado a la Harvard Theological Review, cuyo director por entonces, el eximio Arthur Darby Nock, lo había rechazado. También lo envió a continuación al Journal of Biblical Literature, editado entonces por Philipp Hyatt. (Un tercer rechazo se produjo en el Journal of Religion, publicado por Amos Wilder, por cierto hermano del novelista Thornton Wilder). Pero ¿por qué rechazaron estas revistas el artículo?

Lo que había ocurrido es que, en ambos casos (en el de la HTR y la JBL) el artículo había sido enviado para su revisión a un cierto Bruce Metzger, un nombre bien conocido de todo especialista en Nuevo Testamento como figura señera de la crítica textual. Ahora bien, resulta que Metzger había sido alumno de Coleman-Norton, y recordaba perfectamente haberle escuchado la ingeniosa ocurrencia relativa a un discípulo que, al escuchar a Jesús hablar del “rechinar de dientes” le hubiese preguntado qué habría ocurrido a quienes no tuvieran dientes, y que Jesús habría respondido que los dientes se le habrían suministrado. En los informes que preparó para la HTR y JBL, Metzger sugirió que se trataba de una falsificación, antigua o moderna, pero muy probablemente (dada su experiencia con Coleman-Norton) moderna.

En realidad, aunque Bruce Metzger sugirió que el artículo era el resultado de una ficción piadosa o pia fraus, hay suficiente material en el artículo que permite concluir que, lejos de ser una pia fraus, no fue otra cosa que una ingeniosa broma del clasicista de Princeton, un inteligente jeux d’esprit.

Lo cierto es que el artículo de Coleman-Norton es muy divertido, sobre todo en las notas académicas que incluyó para hacer de su broma algo particularmente respetable. Por ejemplo, comentando la frase “Dios daría a los pecadores una tercera dentadura (triphyodontismós)”, entre corchetes suplementó el texto con un “whether ante or post mortem is not clear”, que a su vez expandió con una nota a pie de página después de ante que rezaba así: “This, I understand, while very uncommon in mankind, is not unknown in odontology as well as in folklore” (“Esto, a mi entender, mientras que es muy infrecuente en la especie humana, no es desconocido en odontología, al igual que en el folklore”).

El clasicista de Princeton debió de reírse a mandíbula batiente al inventarse el texto y escribir su artículo. Yo, al leerlo –y al escribir mi post de la semana pasada–, me he reído asimismo de buena gana. Espero que también lo hayan hecho -o lo hagan ahora-, como mínimo algunos de nuestros lectores.

Feliz mes de junio. Saludos cordiales de Fernando Bermejo.
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