¿Es necesario adelantar la edad de votación a los 16 años? La importancia de la formación política

La importancia de la formación política
La importancia de la formación política Element5Digital

Puesto que me dedico a la enseñanza de la Filosofía a chicos de bachillerato, cuando tratamos sobre los temas políticos, la inmensa mayoría reconoce que no saben prácticamente nada de política, tan solo conocen la propaganda partidista

Desconocen los fundamentos de la democracia, los modelos de república, lo que significa ser de derechas o de izquierdas, la monarquía parlamentaria, las bases de nuestra Constitución, el concepto de soberanía, la lucha de clases o la mano invisible del mercado

Nuevamente, a partir de la propuesta de la Ministra de Infancia y Juventud, Sira Rego, se nos plantea la posibilidad de ampliar la edad de votar a los 16 años, y eso siempre genera debate sobre la conveniencia o no, sobre la capacidad de juicio de los adolescentes o sobre el oportunismo que el cambio legislativo pueda favorecer dependiendo de cómo las encuestas pronostiquen el sentido del voto hacia la derecha o hacia la izquierda.

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No pretendo entrar en el debate en sí, pues el objetivo de esta reflexión es otro. Simplemente diré a este respecto que si de preparación para votar se trata, gran parte de la población no pasaría una mínima prueba de formación política o de sentido crítico, es decir, que puede haber personas adultas cuyo juicio puede ser menos sensato que el de un chico o una chica de 16 años. En esto, entre otras cosas, consiste la democracia, en aceptar que vota todo el pueblo: graduados universitarios, pobres, ricos, ignorantes, ancianos, jóvenes, hasta delincuentes… y el sufragio de cada uno vale igual, sin diferenciar cualitativamente la motivación o el argumento para votar una opción política.

Sin embargo, puesto que me dedico a la enseñanza de la Filosofía a chicos de bachillerato, cuando tratamos sobre los temas políticos, la inmensa mayoría reconoce que no saben prácticamente nada de política, tan solo conocen la propaganda partidista. Desconocen los fundamentos de la democracia, los modelos de república, lo que significa ser de derechas o de izquierdas, la monarquía parlamentaria, las bases de nuestra Constitución, el concepto de soberanía, la lucha de clases o la mano invisible del mercado. Y nos echan en cara, a los mayores en general, que nadie se ha encargado de facilitarles formación al respecto y muchos de ellos, con 18 recién cumplidos si se ven ante unos comicios, reconocen que no saben qué van a votar y mucho menos pueden dar razón de su elección.

En esto, entre otras cosas, consiste la democracia, en aceptar que vota todo el pueblo: graduados universitarios, pobres, ricos, ignorantes, ancianos, jóvenes.. y el sufragio de cada uno vale igual.

No soy ejemplo de nada, pero por acudir a mi propia experiencia, yo accedí a la conciencia política de izquierdas a través de la formación que recibí en los grupos parroquiales de jóvenes en los que intentábamos leer lo que pasaba en nuestro mundo a la luz del Evangelio para encauzar un compromiso con la transformación social. El método de Ver-Juzgar-Actuar nos servía de formación en el análisis social, oración encarnada en el mundo y acción transformadora. Por aquellos años, los 80, otros jóvenes con los que compartíamos luchas como la insumisión al servicio militar o la reivindicación de un mundo más justo, en la sede de Izquierda Unida, recibían clases de marxismo. De todo eso ya no queda prácticamente nada.

Hoy la Iglesia ha dejado de ser lugar masivo de encuentro y ha derivado en una espiritualidad desencarnada, más pendiente del altar que de lo que sucede en el terreno sagrado de la realidad, y los partidos políticos de izquierdas han dejado de lado los programas de formación de su militancia y de los jóvenes

Hoy la Iglesia ha dejado de ser lugar masivo de encuentro y ha derivado en una espiritualidad desencarnada, más pendiente del altar que de lo que sucede en el terreno sagrado de la realidad, y los partidos políticos de izquierdas han dejado de lado los programas de formación de su militancia y de los jóvenes.

Las juventudes en algunos partidos, se han convertido en plataformas muy minoritarias. La formación es el argumentario que, a base de repetirlo como un mantra, terminan creyendo acríticamente como verdad indubitable, quizá porque dando la razón a los líderes del partido tienen garantizado un puesto orgánico que les llevará a un cargo institucional con el que vivir de la política.

Y las redes sociales, con sus mensajes de propaganda y excesivamente simplistas, producen más deformación que formación.

 ¿Quién formará a los jóvenes en política?

No hay más remedio que retomar los métodos de siempre: la reunión presencial, el diálogo, la lectura y el compromiso. Y en esto los partidos tienen la obligación de asumir la responsabilidad de facilitar esos espacios de encuentro donde analizar críticamente la realidad que vivimos, incluso los mensajes que proceden de las direcciones de esos mismos partidos.

VI Asamblea Federal Cristianos Socialistas PSOE en Madrid
VI Asamblea Federal Cristianos Socialistas PSOE en Madrid

 También la Iglesia debería retomar el viejo y siempre nuevo método de la pedagogía de la acción, el ver-juzgar-actuar como forma de vivir la fe en medio del mundo.

Y las redes sociales, con sus mensajes de propaganda y excesivamente simplistas, producen más deformación que formación.

Nuestros jóvenes lo piden. Me lo dicen en clase: “nunca nadie nos ha explicado nada de política”. Por eso, antes de plantearnos si bajamos la edad del voto, veamos cómo hacer para que sean capaces de votar con cierto sentido crítico, al menos un poco mejor que los que ya somos mayores.

 En la recientemente renovada Comisión Ejecutiva de Cristianos Socialistas queremos ofrecernos a aportar nuestra modesta contribución a la formación política y de una espiritualidad encarnada en el mundo para contribuir a la construcción del Reino de Dios en la tierra que viene a coincidir en muchos aspectos con el logro de un mundo más libre, más de iguales y en el que triunfe la fraternidad. Vamos a ello.

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