Día Internacional de la Madre Tierra

Cuidado de la Tierra, cuidado del Hombre

Querid@s amig@s colaboradores y cooperantes: El día 22 de abril celebramos el Día Internacional de la la Madre Tierra. Los pobres: los hambrientos y sedientos; los oprimidos y emigrantes;los desnudos,enfermos y encarcelados, deben ser nuestra primera preocupación (Mateo 25,31-46), pero también la Tierra, porque hoy la tierra ya es un pobre más entre los empobrecidos del mundo. Hombre y tierra estamos indisolublemente unidos, pero con una diferencia: la Tierra no depende de nosotros y se desarrolló millones de años sin la presencia del hombre (tal vez incluso mejor), pero nosotros dependemos inevitablemente de ella, y en la medida que la maltratamos a ella nos maltratamos a nosotros mismos.



Las multinacionales, y nosotros secundándolas, la estamos maltratando terriblemente con la contaminación: plásticos, pesticidas, herbicidas, abonos químicos, gases contaminantes con efecto invernadero, desechos de medicamentos zoosanitarios y humanos, deforestación de miles de hectáreas al día del bosque boreal y amazónico, los megaproyectos en el Gran Carajás donde están prohibidos los pobres y las manifestaciones, las industrias extractivas, la desaparición cada vez más acelerada de especies (4,000 a 6,000 cada año. La ONU incluso habla de que 150 especies se extinguen al día por culpa del hombre) , los desechos radiactivos, etc.

Por todo ello estamos imperiosamente obligados a convertirnos a la ecología. Es algo cada día más urgente.

Conversión personal a la ecología:

Además de participar en la lucha global por un cambio total del sistema capitalista, que por naturaleza es explotador del hombre y la tierra que nos hace víctimas de si mismo a ambos, también todos, a nivel personal, necesitamos convertirnos a la ecología, creyentes, no creyentes, ateos, agnósticos, librepensadores, porque hay algo evidente: o todos cuidamos la naturaleza cósmica, o todos nos veremos arrastrados con ella al peor de los destinos. Por eso nadie que tenga un mínimo aprecio a la vida puede pasar indiferente ante este problema.



El compromiso ecológico tiene que impregnar todos nuestros actos, desde el pensamiento, la voluntad, la afectividad, la salud, los comportamientos diarios y rutinarios: producir los mínimos desechos, seleccionarlos para reciclarlos, ahorrar agua, combustible, andar menos en coche particular, evitar ruidos y humos, no manchar el suelo de las calles y aceras, respetar y cuidar toda clase de plantas, animales, aves, peces, no fumar o beber, ahorrar todo el plástico posible y no tirarlo nunca, gastar solo la energía imprescindible tanto combustible como eléctrica, participar en todas las campañas en defensa de la Tierra y sus pobres, oponerse al buzoneo -que por cierto está prohibido-, bajar las escaleras andando y no en ascensor y al subir quedarse un piso antes –bueno para la salud-, cuidar a diario la alimentación y la salud, comprar y gastar solo los medicamentos necesarios, pasarse a la medicina natural agradable, plantar por lo menos una planta o árbol por cada uno que utilicemos, educar a los hijos en la ecología, aumentar la alimentación vegetariana, evitar todo gasto superfluo, ostentoso, evitar incendios que destruyen más información genética que la que puede caber en la mayor biblioteca del mundo.

No comprar más ropa de la necesaria y gastarla hasta el final. Ir contra la corriente de la moda que no es más que un sistema de hacernos consumistas y gastadores de lo que no necesitamos.



No hacer nada que sea a costa de los demás o a costa de la Tierra, sino con los demás y con la Tierra, mentalizar y mentalizarnos en nuestras conversaciones sobre la importancia de la ecología, mirar con afecto y cercanía a todos y a todo lo que vive, oponernos a comprar en las tiendas cuyos objetos están elaborados por esclavos o maquilas, no tirara nada de comida y comerla, sin que sea dañina, aunque un día no salga bien cocinada –la comida que cada día tiramos a la basura en el primer mundo sería un manjar para millones del tercer mundo-, tener la responsabilidad de ahorrar en toda oportunidad para ayuda directa a los más empobrecidos de la Tierra, que quiere ser buena Madre de todos.



Comprar en tiendas de comercio justo porque detrás de sus productos no hay mano de obra esclava ni productos dañinos para la naturaleza.



Una pregunta para los católicos: ¿Por qué el catolicismo no ha educado en la ecología como lo hicieron los mayas? ¿Por qué no cumplimos la primera recomendación de Dios al hombre: "guarda y cultiva la tierra"? (Génesis 2,15). Es por lo que el trabajo del hombre es para mejorar y perfeccionar la creación cada vez más hacia su meta definitiva donde todos y todo participaremos de la plenitud final. Actuemos, pues, cosmocéntrica y ecocéntricamente y no antropocéntricamente.



Un cordial abrazo a tod@s.-Faustino
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