En este tiempo de cuaresma sería bueno fijarnos en las obras de misericordia. La misericordia inspira toda la conducta de Jesús. Las obras de misericordia nos recuerdan cuál es la verdadera penitencia que Dios quiere.
Los asuntos importantes no necesitan su día. Porque todos los días son días de fraternidad, del cuidado del enfermo o del rechazo a la trata de personas.
¿Rezamos a un Jesús que, porque es Dios, todo lo puede? Y si no responde a nuestras peticiones es o bien porque no nos escucha o bien porque nos pone a prueba. ¿O rezamos a un Jesús solidario con nuestros sufrimientos?
Una buena acogida del pasado exige acomodarlo y actualizarlo a las nuevas necesidades del presente. Añorar el pasado no sirve si uno no es capaz de hacerlo revivir en lo que se crea nuevo.
Pasado, presente y futuro son tres dimensiones de toda vida, que están íntimamente relacionadas. Las tres se influyen mutuamente. Los cristianos somos personas de memoria y personas de futuro. Una memoria y un futuro que influyen y condicionan nuestro presente.
El bautismo de Jesús por Juan, que administraba un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, resulta un tanto sorprendente, porque Jesús es aquel que no ha cometido pecado
Bien podemos decir que José es padre espiritual de Jesús. Pues ser padre no es sólo engendrar; es cuidar, educar, proteger, alimentar, formar en la libertad. En el rostro de José, Jesús vio reflejado el rostro del buen Padre del cielo que vela por su hijo.
En este adviento estamos invitados a descubrir la permanente presencia del Señor en los hermanos y a buscar en la oración estímulo y fuerza para ser no sólo sus testigos, sino también sus manos, sus pies, su corazón y su mente allí donde haya una necesidad.
Jesús no negó que pudiera ser rey, pero dejó muy claro que su realeza no tenía nada que ver con el modo como los reyes y gobernadores de este mundo ejercían el poder.
El acontecimiento, que los cristianos celebran el 25 de diciembre, ha sido aprovechado por el mundo de la diversión y del dinero para hacer juerga y negocio.
La fiesta de todos los santos y la conmemoración de los fieles difuntos son una ocasión para recordar que la verdadera cuestión frente a la muerte, no es la muerte misma, sino el modo de vivir y la esperanza con la que morimos.
La tarea del misionero es anunciar el Evangelio con sus mejores disposiciones, sin cansarse nunca de hacer el bien. La conversión es responsabilidad de cada uno.
Se trata de un Sínodo de Obispos, pero los laicos, a su lado, no sólo no les hacen sombra ni les quitan protagonismo, sino que enriquecen los puntos de vista y ofrecen perspectivas que se detectan mejor desde el estado laical. Todos somos Iglesia por el mismo título del bautismo.
Si hacemos del 12 de octubre un encuentro de personas, se encuentren donde se encuentren, y, si además, somos creyentes, y ponemos estos encuentros bajo la mirada de la Virgen del Pilar, estaremos haciendo de este mundo un anticipo del Reino de los cielos.
¿Por qué hay tantos fracasos en el amor? Porque, en el fondo, muchos sólo se buscan a sí mismos. Y, por encima del otro, colocan el propio éxito, enriquecimiento, triunfo o poder.
El Papa insiste en la necesidad de una Iglesia acogedora, una Iglesia de puertas abiertas, no una Iglesia de puros o de perfectos, sino una Iglesia en la que los impuros y los imperfectos hacen lo que pueden.