Enrique Arroyo, sigue vivo de milagro y valora el milagro de la vida cada día.

El fundador del Opus Dei, Josémaria Escrivá de Balaguer fue canonizado por el Papa Juan Pablo II el 6 de octubre de 2002. Su vida y su obra son sobradamente conocidas. También la polémica que suscitó el proceso “meteórico” que llevó al santo de Barbastro a los altares, así como la crítica que en su día se hizo a las curaciones escogidas para calificarlas como milagrosas y cumplir con ello el requisito para la santidad.
Pero lo que muy poca gente sabe es que en cartera había otras curaciones sorprendentes para ponerse al servicio de la causa y de la Obra: como la del salmantino, vitoriano de adopción y hoy casi mejicano Enrique Arroyo.




Enrique Arroyo sufrió hace 30 años un accidente de tráfico que “le quitó la vida” durante 49 días. Un inoportuno reventón de una rueda en el adelantamiento a un camión por carreteras suizas empotró literalmente al copiloto del vehículo en el camión. El resultado, un estado de coma profundo durante 49 días, graves lesiones cerebrales y motoras, y una vida, la del estudiante de ingeniería, truncada.

A los 30 días fue trasladado, todavía en coma, en un avión medicalizado hasta el Hospital de Txagorritxu de la capital alavesa. Casi nadie albergaba esperanzas sobre su vida. Pero su madre, según le ha relatado años más tarde, puso una estampa de Escrivá de Balaguer bajo su almohada. Días más tarde Arroyo recuperaba la consciencia, pero había perdido la memoria, y gran parte de la movilidad. Comenzó “de cero” a aprender a sumar, a restar, a hablar. Al principio se desplazaba en silla de ruedas, pero aprendió a andar con muletas, luego con bastón. En un momento de su vida decidió darle un giro, otro más, y se lanzó a conocer Sudamérica. Hoy Enrique Arroyo está terminando la carrera de medicina en México, ha reducido a casi imperceptibles las secuelas del accidente y vive la vida desde un “carpe diem” cargado de ilusión y esperanza, que son el modelo de conducta para su hija de 17 años y para su pareja con la que espera contraer matrimonio este año.

La fe mueve montañas, no cabe duda, y en su recuperación, Arroyo, además de su inquebrantable fuerza de voluntad, no descarta una intervención divina, sobrenatural, milagrosa. Que esta sea reconocida es lo de menos, pero él sigue vivo, y muy vivo.

Non solum sed etiam.


Conocí a Enrique hace muchos años. Fuimos compañeros de clase en los escolapios. Cuarenta años más tarde la vida ha vuelto a cruzar nuestros caminos por otros motivos. Hemos recuperado un trato, que seguramente no tuvimos de críos, pero los años y las circunstancias también influyen. He podido seguir los últimos avatares de la vida de mi viejo compañero, y sin entrar en detalles privados sí puedo decir que la experiencia de luchar por la vida le sigue demandando estar en forma. La vida no le está dando tregua. Y aunque las procesiones siempre se llevan por dentro la actitud que cada uno elige tener en la vida es fundamental para seguir viviendo.
Estamos ya con la Semana Santa en puertas, un tiempo en el que la muerte y la vida son protagonistas. En estos días se nos recuerda sobre manera que las imágenes del crucificado no pueden quedarse en la escayola o la madera, que los Cristos rotos hacia los que tenemos que volcar nuestra mirada y nuestra atención son los que se encuentran postrados en una cama, recluidos en una cárcel, padeciendo el frio y la humedad en los campos de refugiados, muriendo de hambre, de sida, de ébola, bajo los escombros de una casa bombardeada o sepultados en el inmenso cementerio de las aguas mediterráneas. Pero también la Semana Santa nos trae la Gran Esperanza del milagro de la Vida, del Milagro de la Resurrección. Sí, porque los milagros existen cada día y se siguen dando en un campo de refugiados, en una patera que llega a su destino, en unos brazos que acogen al preso, al enfermo, al excluido, al emigrante, en una mano tendida con un mendrugo de pan y una botella de agua, en un par de botas de agua, o en la cama de un hospital. La esperanza existe, valoremos, como mi amigo, el milagro de la vida cada día.

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