Padre Eugenio Pizarro Me sedujiste Señor

(Eugenio Pizarro, sacerdote).- "Me has seducido, Señor, y me dejé seducir por tí. Me hiciste violencia y fuiste el más fuerte... sentí en mí algo así como un fuego ardiente aprisionado en mis huesos, y aunque yo trataba de apagarlo, no podía".

Comienzo con la primera lectura que grafica la seducción de Dios. Estoy anunciando el amor de Dios que llega a seducirnos.

Creo necesario decir que hoy voy a dar más bien un testimonio personal.

Lo haré con toda la humildad posible. Pido disculpas por mi atrevida confianza.
A mí el Señor me sedujo. Él tomó la iniciativa de amor para conmigo. Mi Señor, ha sido un seductor. Sinceramente no pude resistirme a su amor.

Y aquí estoy, mi amado Señor, para hacer tu voluntad.

Él amor de Dios ha derribado todo mis obstáculos. Llegué a la conclusión que honestamente uno no puede resistirse a la seducción y al amor de Dios.
Es tan grande su amor, que uno no puede más que dejarse seducir.

Me sentí amado por Dios, y me enamoré de él, entregándome a su amor.
Me he puesto a su disposición, diciéndome: seré su profeta; hablaré y actuaré en frente de mi pueblo. Claro que no actuaré a mi antojo y amaño: no diré y no haré cualquier cosa. La seducción de Dios me lleva a decirle con palabra de honor: "Heme aquí, Señor, para hacer tu voluntad".

Hoy, y también antes, esta seducción y este amor a Dios, me ha llevado a la experiencia narrada por Jeremías:

"Y ahora soy motivo de risa, toda la gente se burla de mí.
Pues me pongo a hablar, y son amenazas, no les anuncio más que violencias y saqueos. La palabra de Yavé me acarrea cada día insultos".

El mundo temporal y su crisis cultural no me hacen fácil la tarea encargada. Así es. Es difícil. Sobre todo después de un tiempo de dictadura, de falta de libertad, de persecusión, detención arbitraria, desaparición o muerte.En ese tiempo se dio también la tentación y el deseo expresado por el profeta en la primera lectura:

Para leer el artículo completo, pinche aquí

Volver arriba