El lavatorio de los pies es algo que deben hacer “unos con otros”, es la expresión del amor que es verdadero cuando se vuelve “servicio”; ese es el “amor extremo”.
La pasión según san Juan nos muestra un Jesús siempre soberano, del principio al fin es quien decide “voluntariamente” su situación; la comunidad de discípulos –representados en su madre y el discípulo amado- están al pie de la cruz y reciben el espíritu, y todo el AT alcanza en Jesús su plenitud.
Una síntesis del ministerio y pascua de Jesús da pie a la predicación a los paganos, y a que se derrame sobre ellos el Espíritu dando así lugar a la absoluta novedad de la universalidad.
La “comunión de los santos” permite que entre Cristo resucitado y la comunidad peregrina haya una relación tan estrecha que ya desde “ahora” vivamos como resucitados.
Los signos de la resurrección están presentes y allí deben los discípulos amados aprender a “creer sin ver”.
El sepulcro vacío no habla; incluso puede ser mal comprendido. Debe ser interpretado (los personajes celestiales son los que lo hacen), pero hay algo más que eso. Hace falta la palabra interpretativa, la fe de las mujeres y la comunicación del hecho.