"Toda puerta tocada se convirtió para mí, a pesar de ser un obispo de la Iglesia, en puerta cerrada y sellada. Los nombres que menciono no son debido a ningún ánimo de venganza. Me mueve el propósito de que esta cultura eclesiástica enfermiza de 'no se dice, no se sabe', tenga en algún momento un punto final"
"El episcopado fue para mí el camino inesperado de salida de un sistema pernicioso de manipulación y control, así como el despertar a un mundo real y bastante más saludable, fuera de aquella burbuja y su mundo paralelo, de manufactura ideológica y sectaria"
"Aún hoy recuerdo, durante la visita papal del 2018 al Perú, las miradas y gestos evasivos a mi saludo de los dos cardenales Parolin y O'Malley, parte de la comitiva pontificia. La indiferencia y frialdad fueron absolutas. Quedé devastado. Entonces me di cuenta de dos cosas: de la dimensión institucional -sistémica- del encubrimiento en la Iglesia y de que probablemente mi ministerio episcopal estaba llegando a su final"
"Sé perfectamente de lo que se habla cuando se describe al Sodalicio como una comunidad sectaria, como una jaula invisible de encierro mental, como una organización de dependencia y control. Con el abuso convertido en sistema, con una cultura interna tóxica, con comportamientos mafiosos, siempre actuando en la sombra y tras el trono. Un pulpo con tentáculos en todos los ámbitos de poder: eclesiásticos, financieros y civiles"