Chistoso y tierno equívoco en el río Napo, Vicariato San José del Amazonas (Perú) Un cardenal en la comunidad Libertad

El equipo misionero en la comunidad Libertad
El equipo misionero en la comunidad Libertad

Allá en el puerto estaba el colegio entero, con la banda de música, y una gran parte de la vecindad esperándonos. Una enorme pancarta rezaba: “Bienvenidos a la comunidad de Libertad”. Bajamos a tierra y nos condujeron a las gradas, donde nos aplaudieron a rabiar. El speaker comenzó a hablar saludando el arribo del “cardenal César y su comitiva”. Nos sonreímos y comenzamos con las bromas, divirtiéndonos con lo que sin duda había sido un lapsus de alguien, o una hipérbole provocada por el deseo de agradar.

Ocurrió los días de Semana Santa. Alfonso y Carmen, el equipo de Tacsha, programaron una visita el Miércoles Santo a Libertad, una comunidad a media distancia de la sede. Un lugar tradicionalmente hospitalario con los misioneros y de larga trayectoria católica; la única localidad que tiene capilla. Yo quería conocer algo de esa parte del Napo.

De modo que allá fuimos, después de prestar un bote y el motor comunal de Santa María (desde acá aprovecho para pedir apoyo económico a quienes deseen colaborar para que esta gente tenga su movilidad propia). Con el río tan crecido, volamos para llegar en tan solo hora y media. Me advirtieron de que seguro que nos acogerían bonito, pero el recibimiento superó todas las expectativas.

Allá en el puerto estaba el colegio entero, con la banda de música, y una gran parte de la vecindad esperándonos. Una enorme pancarta rezaba: “Bienvenidos a la comunidad de Libertad”, y los alumnos portaban veintitantos carteles hechos por ellos mismos con frases del tipo: “Dios es amor”, “Dios bendice a los niños”, etc. Bajamos a tierra y nos condujeron a las gradas, donde nos aplaudieron a rabiar. El speaker comenzó a hablar saludando el arribo del “cardenal César y su comitiva”.

Casi no nos percatamos y al toque pasamos a los discursos protocolarios, donde uno a uno cumplimentamos y agradecimos. Y de nuevo el locutor se refirió a lo feliz que estaba la población por la presencia de los hermanos junto con el “cardenal César”. Ahí ya nos sonreímos y comenzamos con las bromas, divirtiéndonos con lo que sin duda había sido un lapsus de alguien, o una hipérbole provocada por el deseo de agradar.

A pesar de que eran ya las 10 de la mañana, tenían preparado el desayuno. En casa de don Mamerto, animador histórico, nos sirvieron unos platos de sopa de gallina que resucitaba muertos, y sobre todo unos vasos de masato realmente delicioso, no muy fuerte y fresquito. Pancho el animador nos explicó que la misa tendría lugar inmediatamente, y en el colegio, para que pudieran participar los alumnos como su última actividad antes de los días feriados de Pascua.

Cuando llegamos al patio cubierto del cole y vimos el escenario, nos miramos y ahí ya sí nos ganaron las carcajadas. Prendidas sobre una inmensa cortina verdiblanca, letras grandazas reiteraban: “Bienvenidos a la IEPPSM 60323. Cardenal César”. Jeje. Luego, en el almuerzo (que también hubo, por supuesto) nos explicaron que alguno de los profes había visto en facebook la noticia de “un representante del Papa, de visita en Iquitos”; efectivamente, el nuncio estuvo ahí pocos días antes, así que entre unos y otros fusionaron ambas visitas y me adjudicaron la púrpura. Qué risa.

Nos pareció buena idea adelantar un día la Cena y celebrarla con aquel pueblo tan amable con la Iglesia. Se buscaron los preparos necesarios para el lavatorio de los pies. Las caras de estupor del público, sobre todo de los niños, seguramente eran como las de los apóstoles aquella noche; lavaron pies, además de Su Eminencia, la directora y el animador, porque las autoridades deben ser las primeras en el servicio humilde.

Para mí, una imagen viviente del amor fraterno eran mis compañeros. Me quito el capelo de cómo estos dos misioneros tratan a la gente, saben los nombres de toditos, saludan uno por uno, abrazan, conocen las historias familiares… Y esto después de apenas nueve meses acá. Mis respetos. En una casa hasta nos contaron la violación de una hija adolescente; algo tan terrible como frecuente, por desgracia. Después, comentando con otras personas, calibramos cuánto queda por trabajar en la sensibilización contra esta lacra, porque fácilmente se justifica (“no gritó”, “la mamá la dejó ir sola”) y se naturaliza.

En fin. Fue una jornada plena, donde pude mirar asombrado búfalos, vacas y caballos cabalgando junto a la ribera, y los trapiches en la zona de San Felipe; no en vano, el alcoholismo salió en el encuentro de agentes pastorales como un tema al que apuntar, junto con los abusos. De hecho, algún trago conllevó la generosidad libertina

El descenso -río abajo- (que no ascenso) al cardenalato me granjeó los honores de ysangos, ataque de mosca, sandalias en el barro, calor sofocante y sudor de pies a cabeza; pero también lindos privilegios: cariño a través de varias generaciones, reverencia sencilla del pueblo menudo, gratitud en forma de abrazos, confianza, sonrisas, cocos y papayas para llevar a casa. No tenía pensado de momento elegir a un nuevo Papa, porque amo a Francisco y esperaba que continuara su servicio un tiempito más, pero parece que toca chamba.

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