¡Busco al Amado de mi alma! ¿Dónde he de hallarlo? No sé si busco al Amado o mejor aún, el AMOR. Ese AMOR primigenio del Edén. Ese AMOR que crea, da vida, transforma, separa luz de tiniebla, ordena e invita al diálogo. Ese AMOR que nutre, como la leche de madre, como la tierra misma que es útero fértil para engendrar lo nuevo. Sí, ahora lo sé. No busco al Amado, sino al AMOR. Pero un amor encarnado en proyecto siempre en estado de resistencia ante lo que oprime conciencias, miradas, CUERPOS. Busco ese AMOR que convoca a la lucha serena sin más armas que el ENCUENTRO cuerpo a cuerpo, cara a cara, entre iguales. ¿Dónde he de hallarlo? Por tanto tiempo me han aprisionado la vida entre cadenas que fueron oxidándose junto a mi libertad, a mi dignidad, a mi propia voz, a mi propia esencia. Me injuriaron y sentenciaron tantas veces por ser MUJER. Me hostigaron con los latigazos de la impureza, del pecado, la mentira, la maldad. Amordazada y reducida a los límites del hogar, confinada a ser hija, madre, esposa sin más. Cargando sobre las espaldas el peso de la indignidad y el soportar en silencio toda injusticia, abuso, maltrato.

El AMOR ha de salvarme.

Ha de salvarnos a TODOS. Ha de permitirnos reconocernos dignos y amados. Por eso lo busco y no lo hallo aún. Tal vez sea utopía, pero quiero seguir intentando hallarlo. Sé que está presente en todo lo que existe. Lo reconozco en esa historia inicial, donde sólo resaltan con colores, la culpa de la MUJER y allí justifican todo oprobio hacia ustedes y nosotros. El AMOR creó todo y todo era "muy bueno". Y "creó hombre y mujer, a su imagen y semejanza." IGUALES EN DIGNIDAD. AMBOS CREADOS PARA COEXISTIR JUNTOS, EN ARMONÍA y no en esa eterna desconfianza y sospecha que pretenden imponernos los poderosos de turno.

¡Busco al AMOR no sólo de mi alma, sino de toda la HUMANIDAD! Centinelas, ¡ayúdenme a encontrarlo! No censuren esta búsqueda con silenciamiento y agobiantes reprimendas.