#sentipensar ¡Nunca me enteré que era mujer! No lo supe aquí, lo supe allá.

El feminismo permite visibilizar y analizar con una mirada crítica aquellas “normas sociales” que se dan por sentado, pero que en realidad son parte del Sistema Patriarcal

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Hace unos años, viajé de Ecuador (mi país de residencia) a Argentina para continuar mis estudios y escogí vivir en una residencia cristiana; en la cual, el lugar de encuentro cotidiano era la cocinacomedor. En este lugar, los y las habitantes manteníamos conversaciones sobre diversos temas, entre los que salían a relucir expresiones que daban cuenta de la forma personal y congregacional en la que todas las personas vivíamos nuestra fe, así como emanaciones propias de nuestras culturas, pues todos proveníamos de distintos países de Europa y América Latina. En Ecuador, yo había cultivado mi fe cristiana en una Iglesia en la que las mujeres liderábamos, predicábamos y nos desarrollábamos en el área de nuestra elección (alabanza, escuela dominical, misiones etc.). Al estar sentada en esa mesa, con personas de formación tan diversa, supe que hay congregaciones en las que las mujeres no lideran o su rol se circunscribe a la enseñanza de niños y niñas en la escuela dominical. Por otro lado, noté que algunas compañeras de la residencia, asumían como rol propio el cuidado de algunos de los hombres de la casa, a través de quehaceres domésticos como cocinar para ellos, limpiar una cocina que todos y todas compartíamos, entre otras. A la par, ciertos compañeros de la casa, manifestaban la virtud que encontraban en esas prácticas y expresaban su ideal de contar con una pareja así, relacionando esos comportamientos con una vivencia fiel de la fe por parte de las mujeres. Todo esto me llamó la atención y me dirigió a cuestionarles sobre la interpretación que se estaba realizando de la Biblia y la conciencia de que hay prácticas que no son bíblicas y, más bien, hallan su origen en “normas culturales”, mismas que están incorporadas también en la Iglesia. Así, en un viaje que realicé con la pastora de la residencia, le compartí esta observación concerniente a prácticas machistas, que no son bíblicas, pero se asumen como tales; y ella coincidió conmigo. Entonces, me hizo saber sobre una experiencia de su juventud en la que, luego de haber servido en su iglesia local, en igualdad con los hombres, por cuestiones de mudanza, se congregó en una iglesia en la que la situación era diferente, entonces dijo: “Hasta ese momento nunca me había enterado que era mujer”, haciendo referencia a que había espacios negados para las mujeres. En ese sentido, el feminismo permite visibilizar y analizar con una mirada crítica aquellas “normas sociales” que se dan por sentado, pero que en realidad son parte del Sistema Patriarcal (Acuña, 2019) que también ha atravesado la Iglesia; lo que significa que hay un sistema de dominación masculina sobre las mujeres, que nos coloca en una situación de opresión respecto a ellos, e impide que nos desarrollemos con dignidad y en igualdad de condiciones. Esto se torna más grave aún, cuando se pretende legitimar prácticas machistas mediante una descontextualización de los textos bíblicos. En conciencia de lo expuesto, me asumí feminista y me nació la inquietud de formar en la iglesia espacios con otras mujeres cristianas, en los que pudiésemos abordar y trabajar en torno a la temática. Posteriormente, a fin de llegar a un mayor conocimiento, decidí frecuentar espacios convocados por colectivos feministas y me encontré con una novedad: ¡en estos espacios, se asumía que la religión es contraria al feminismo! Al respecto, me sentí identificada con la categoría concerniente a la interseccionalidad (Vera, 2019), particularmente con la interseccionalidad en el contexto árabe, que aborda la paradoja en que se encontraban las mujeres árabes al tener que luchar contra el Sistema Patriarcal y, al mismo tiempo, contra la islamofobia; pues, las denuncias de violencia sexual reforzaban el estereotipo de la “bestia árabe” que pesaba sobre los hombres y, por tanto, significaba traicionar la revolución en el marco de la Primavera Árabe. La identificación se concatena con el hecho de considerar que la militancia feminista implica dejar de lado nuestra convicción religiosa; de forma que, las mujeres cristianas nos veamos orilladas a callar sobre la violencia machista en las congregaciones con el fin de evitar que se refuerce el estereotipo de la religión (concretamente la fe cristiana) como misógina y machista. Esto nos ubica en una paradoja en la que para luchar en contra del patriarcado debemos renunciar a nuestra fe y convicción, las cuales son parte constitutiva de nuestra identidad. Asimismo, hace que se pierda el propósito de empoderar a las mujeres en la Iglesia y luchar desde el interior, conservando nuestra fe.

Bibliografía:

Acuña, María Elena (2019) “Género, machismo e inequidades: Reflexión crítica al género como concepto”, material del curso “Introducción a las teorías feministas”, impartido en UAbierta, Universidad de Chile.

Vera, Antonieta (2019) “Feminismos de Color: Antecedentes históricos de la interseccionalidad” material del curso “Introducción a las teorías feministas”, impartido en UAbierta, Universidad de Chile.

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