Amistad: poema de amor...

“El amigo fiel es apoyo seguro, el que lo encuentra, encuentra un tesoro”. (Ecl. 6,14)
¡Qué verdad tan grande!
El ser humano es social por naturaleza, necesita sentirse cerca de otras personas. “Nadie puede vivir sin un amigo” decía Aristóteles y ratifico yo.
Todos necesitamos a alguien en quien poder confiar, con quien poder compartir y al que acudir en ese caminar de la vida, a veces con rosas y otras con espinas, pero vida…
Cuando tenemos la suerte de tener un amigo tenemos que saber entregarnos con total sinceridad, dar lo mejor de nosotros, porque no hay mejor camino que caminar…
El verdadero amigo no se encuentra poniendo un anuncio en la prensa, no es tarea fácil, nos sobran dedos de una mano para contar a nuestros verdaderos amigos, pero los que sentimos como tal, son un verdadero regalo en nuestras vidas.
La amistad, al igual que el amor, necesita una apertura y entrega mutua, algo que hay que ir cultivando día a día e ir regando para que no se seque. No tiene tiempo, no caduca, no se planifica, simplemente surge, nace…
Cuando uno puede compartir con otra persona, es algo que esponja el corazón a la vez que sirve de crecimiento mutuo, no cabe la palabra “exigencia”, sino: LIBERTAD. ¡Preciosa palabra y en ocasiones tan añorada!
La amistad se alimenta de la comprensión y el entendimiento, del dialogo y la confianza, de la lealtad y el agradecimiento y también, y no por ser lo último, es lo menos necesario: del perdón. No hay amistad si no hay perdón, de aquí parte la madurez.
Es importante que un amigo se sienta como tal, que sepa que lo valoramos y queremos, que sepamos escuchar, algo tan difícil en nuestros días…
Es fácil hacer amigos, pero es mucho más difícil mantenerlos.
Gracias por todos los que estáis ahí.
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