Se nos fue un Ángel

Así es cómo le llamaban y eso es lo que era para millones de indios desde 1952 cuando decidió instalarse en una de las regiones más pobres y áridas del país: Anantapur. Lugar donde la escasez de agua y desertización eran bastante preocupantes. Quería hacer de la India un lugar diferente y no dudó en dar su vida por lo que creía. Entre otras cosas, le costó la expulsión del país, uno de los precios que tuvo que pagar. Seguir a Jesús no es fácil, no es estar detrás de una mesa dirigiendo (que también es necesario), pero es implicarse como lo hizo Él, estar codo a codo, junto a, al lado de, ser uno de ellos y eso es lo que quiso hacer Vicente.
Tenemos la suerte de haber conocido personas de ahora, del siglo XX, XXI como Oscar Romero, Madre Teresa, Pedro Casaldáliga, Nicolás Castellanos y tantos otros que seguro tenéis y tenemos en mente. Ellos decidieron dar su vida por el Evangelio, por Jesucristo, en medio de todo lo que eso supone, abandonarte en Sus manos y decir: Señor “hágase” aquí estoy como en su día hizo María.
Una parte de nosotros se nos ha marchado con él, pero lo ha hecho en un día muy especial: día del Sagrado Corazón de Jesús, incluso para marcharse ha sido especial…a partir de ahora contaremos con una estrella más en el firmamento que iluminará nuestro caminar. Ojala que esa estela que nos deja Vicente, nos haga reflexionar y descubrir que lo que verdaderamente merece la pena y da la felicidad es la entrega y generosidad a los más desfavorecidos. Dejémonos de tantas guerras inútiles entre nosotros, de tantas envidias, egocentrismo y superioridades que no conducen a nada y pensemos que al final de la vida de lo que nos van a examinar es del amor. Es lo único que merece la pena. Descanse en paz.
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