¿Podríamos hablar de jóvenes desafortunados?

¿Qué está pasando con ellos?

Nunca han vivido como viven ahora teniéndolo todo: dinero en el bolsillo para los ¿fines de semana? No. Ya no empieza la marcha los fines de semana, ahora lo hacen los jueves por la noche, ¡todo adelanta que es una barbaridad!, tienen el ultimo modelo de móvil, juegos, ordenadores etc…
Pero hay algo que no se puede comprar y de lo que carecen muchos de ellos y es de la “familia”. Nos encontramos con familias desestructuradas, el nivel de vida a que estamos acostumbrados les obliga a trabajar a ambos, por lo tanto, estos pasan a ser criados por los abuelos, una segunda juventud obligada… Apenas existe la convivencia, el diálogo; carecen de la autoridad del padre y de la referencia de la madre. Ante todo este cúmulo de circunstancias ¿dónde se refugian nuestros jóvenes?, en el móvil, Internet y, en el peor de los casos, en la calle. ¿Consecuencias?: bajo nivel académico, disputas constantes, baja autoestima, expectativas no cumplidas.
¿Qué tipo de identidad o compromiso podemos pedirles? El compromiso asusta, se mueven por impulsos, se refugian en aquello que les inhibe de la realidad como la música a gran volumen, y, a pesar de todo, el problema sigue estando…
En estas circunstancias es difícil educar en valores, pero intentémoslo en la responsabilidad, en el diálogo, en la escucha, en la comunicación y, desde ahí y junto a Él, quizás encontremos la seguridad y la solidez para poder llevarlos a buen puerto.
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