Silencio....

¡Cómo nos asusta el silencio!, sobre todo a quienes vivimos en grandes ciudades donde lo que impera es el ruido, las prisas y todo tipo de relojes situados en cualquier lugar estratégico de la ciudad. Nadie nos lo ha presentado y cuando nos hablan de él, recelamos…
El silencio es casi, por no decir el mayor, grado de comunicación. No es la ausencia total de sonidos, sino esos momentos de tranquilidad y paz que en ocasiones echamos en falta para poder encontrarnos con nosotros mismos, algo necesario para todo ser humano porque ahí, en el interior de cada uno es donde podemos encontrar los secretos del corazón, esos a los que a veces nos da tanto miedo enfrentarnos y no queremos ni intentarlo…
Hay conversaciones que la misma palabra sería incapaz de verbalizar, naturalmente, sin quitarle la importancia que tiene, sobre todo si está llena de claridad y sinceridad, ya que siempre es un medio para acercarnos a los demás y conocer a la otra persona, saber cómo siente o piensa… Pensemos que la vida se comparte dándola y el silencio estando al lado del que nos necesita, del que ama, del que vibra con la vida…
Cada vez tenemos más tendencia a encerrarnos en nosotros mismos, buscando otro tipo de silencio. Nos cuesta compartir desde el corazón, quizá debido a esta sociedad que hemos implantado un tanto formalista e individualista.
Sería bueno aprender a “descorchar” ese silencio desde lo que somos, pero siempre de puntillas frente al otro para no romper la magia que este nos ofrece con el mayor respeto y grado de comunicación.
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