Andrés de Betsaida en la literatura apócrifa

Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Andrés en los Hechos de Andrés y Mateo en la ciudad de los antropófagos (II)

Contenido de los HchAndMt

El texto comienza recordando la escena de la misión de los apóstoles a sus territorios respectivos mediante el sistema de sorteo (c. 1). La atención se dirige a Mateo, a quien correspondió en suerte “el país de los antropófagos”. Sus habitantes ni comían pan ni bebían vino, sino que se alimentaban con la carne y la sangre de los hombres. Los forasteros que caían en sus manos eran reservados para ese destino macabro. Les sacaban los ojos y con una bebida mágica les enajenaban la mente reduciéndolos a un estado de brutos animales.

Mateo fue encarcelado, perdió los ojos, pero conservó la mente intacta, libre de los efectos de la magia. Recuperó incluso la vista gracias a la intervención directa del Señor, que escuchó su plegaria y le respondió con una voz celestial. Los presos llevaban una tablilla en la que estaba registrada la fecha de su ingreso en la prisión. A los treinta días eran sacados y sacrificados para servir de comida a los antropófagos (c. 3). A Mateo le faltaban solamente tres días para tan horrendo destino cuando el Señor se apareció al apóstol Andrés, que estaba predicando el Evangelio en Acaya, y le encomendó la tarea de liberar a su compañero.

A los reparos puestos por Andrés sobre las dificultades para llegar a tiempo a la ciudad de los antropófagos, el Señor respondió facilitando su traslado con una nave en la que él mismo hacía las funciones de capitán. Y todo como correspondía a la situación de apóstoles profesionalmente desprendidos. Durante la travesía Jesús mantuvo un largo parlamento con Andrés sobre sus milagros y la incomprensible incredulidad de los judíos (cc. 5-15). El desembarco fue una operación realizada por los ángeles que acompañaban al Señor. Tomaron a los viajeros mientras éstos dormían y los depositaron en tierra (cc. 16-18).

Andrés cumplió su misión liberando a Mateo y a sus compañeros de infortunio. Devolvió a todos la vista, la razón y la libertad (c. 21). Una nube se llevó a Mateo, que desaparece desde este momento del relato. Andrés es en adelante protagonista en exclusiva de estos Hechos (cc. 22ss).

Los antropófagos quedaron desolados al comprobar que habían desaparecido los prisioneros, lo que significaba también la desaparición de sus medios de subsistencia. Tomaron la decisión de sustituir a los desaparecidos con los ancianos de la ciudad. Uno de ellos ofreció a sus propios hijos para librarse de la condena. La plegaria de Andrés salvó a los niños en el momento supremo (cc. 22-23). Pero un demonio denunció a Andrés ante las autoridades como autor del entuerto. Los antropófagos quisieron vengar el daño que habían sufrido y programaron para él los más rebuscados tormentos. Le ataron una soga al cuello y lo arrastraron por calles y plazas (cc. 24-28). Sus despojos de carne y sangre florecían en árboles de singular lozanía. El Señor lo sanó y reanimó.

Entonces Andrés hizo que de una estatua de piedra situada en el centro de la cárcel brotara todo un diluvio de aguas corrosivas que inundaron la ciudad, mientras una nube de fuego la rodeaba para hacer imposible la huida. Los antropófagos tuvieron que afrontar su nuevo destino. Si no las palabras de Andrés, la contundencia de los sucesos provocó la masiva conversión de los habitantes de la ciudad. El Apóstol resucitó a muchos que habían perecido en la inundación, pero precipitó en el abismo al anciano parricida y a los catorce encargados de degollar a los prisioneros (cc. 29-33). Una especie de deus ex machina consiguió lo que Andrés no había conseguido con su predicación.

Dentro de esa dialéctica de hechos más que de ideas, los prodigios en HchAndMt son abundantes y fáciles. Andrés, arrastrado por la ciudad, no solamente no muere, sino que sus carnes desgajadas florecen en árboles frondosos. La omnipotencia divina ni tiene ni puede tener tope a sus poderes. Y en la mentalidad del autor, ésa era una razón más que suficiente para doblegar los corazones más recalcitrantes. La liberación de Mateo y los demás condenados es un paseo triunfal en contraste con la situación posterior de un Andrés impotente en mano de sus verdugos. Pero la liberación es una sucesión de prodigios al margen de toda lógica humana. Los siete guardianes de la cárcel caen muertos. Andrés hace la señal de la cruz sobre la puerta, que se abre sola. Impone sus manos sobre la frente de los prisioneros, que recobran la vista inmediatamente. El mismo gesto sobre sus corazones hace que recuperen su inteligencia humana. Luego les procura Andrés alimento con una higuera cuyo fruto no sólo no disminuye, sino que produce más cuanto más consumen. Como remate, Andrés se ofrece como la garantía de una libertad definitiva (cc. 19-21).

Una realidad fácilmente comprobable, y observada muy pronto por los estudiosos de la literatura apócrifa, es el probable influjo de los Hechos apócrifos de Andrés en los relatos de los Hechos de Andrés y Mateo. Así lo reconocieron autores tan cualificados como A. Lipsius y J. Flamion. Y no sólo por el protagonismo del apóstol Andrés, el primero de los llamados por Jesús al apostolado. Porque, del coprotagonismo de Mateo o Matías, es Andrés el que ocupa el espacio más amplio en la narración. Existen sospechas fundadas de que los HchAndMt podrían haber formado parte de los primitivos Hechos de Andrés. La razón fundamental tiene su base en el capítulo primero del epítome de Gregorio de Tours (s. VI), que escribió sobre los Milagros del apóstol Andrés.

Cuenta Gregorio que Mateo, apóstol y evangelista, predicó el evangelio en la ciudad de Mirmidonia. Sus habitantes apresaron a Mateo, le sacaron los ojos, lo sujetaron con cadenas y lo encerraron en la cárcel con la intención de matarlo después de unos días. Refiere luego la liberación de Mateo por obra de Andrés a quien envió y trasladó en una nave el mismo Jesús hasta la tierra de los antropófagos. Flamion y Prieur niegan la pertenencia de los HchAndMt a los primitivos HchAnd. MacDonald la defiende partiendo del dato narrado por Gregorio de Tours y confirmado por varias versiones latinas. Esto querría decir que la tradición de los sucesos más importantes es este apócrifo se remontaría al siglo II aunque la redacción final fuera obra del siglo IV. Flamion estimaba que los HchAndMt no eran una parte de los HchAnd, sino que formaban parte de un ciclo distinto de leyendas sobre el Protocleto. La tercera parte de su libro (209-324) tiene como título “Hechos independientes de la novela primitiva de Andrés”. Se refería concretamente a los HchAndMt.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
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