Juan Bautista y los Rollos del Mar Muerto (y II) (167-09)

Hoy escribe Antonio Piñero


“Decíamos ayer” que las diferencias entre Juan Bautista y los qumranitas pesan más que las similitudes:

Las divergencias afectan sobre todo al rasgo más importante que caracteriza la misión de Juan, su bautismo. Si contrastamos esta práctica con las inmersiones diarias de Qumrán, en realidad apenas encontramos más que diferencias:

• El bautismo de Juan era un acto único, no una continua serie de abluciones;

• El bautismo de Juan no era realizado por un individuo sobre sí mismo, como en Qumrán, sino que era otra persona quien bautizaba a un postulante.

• En Juan el bautismo tenía un carácter casi sacramental: era como un signo de que Dios había perdonado las transgresiones del pecador una vez que éste había abierto el camino al perdón con el arrepentimiento interior y el propósito de la enmienda; en Qumrán, por el contrario, nada sabemos de una relación directa de las abluciones cultuales con el perdón de los pecados, ni con la conversión, pues tales ritos los practicaban los miembros de la comunidad ya convertidos.


• El bautismo de Juan pudo tener también un significado simbólico ausente de las abluciones diarias qumranitas: representar, como en el pasado del Éxodo, el paso desde Transjordania, donde él bautizaba, hasta la tierra prometida de Israel. Nada de esto parece haber existido entre los esenios de Qumrán.

Por consiguiente: en muy poco, o en casi nada, se parecen las características propias del bautismo de Juan a las inmersiones cultuales de los esenios. Por tanto, no parece que la práctica bautismal de Juan proceda de Qumrán. En realidad tampoco sabemos de dónde viene este bautismo, pues hasta que se manifestó Juan en Israel parece que nadie antes en el judaísmo se había dedicado a bautizar masivamente a otros hombres, y menos para significar el perdón de los pecados. Por otro lado, si el bautismo de Juan hubiera procedido de los esenios y el Bautista hubiera sido un miembro de la comunidad de Qumrán, su rito bau¬tismal debería haber sido un acto de iniciación en la comunidad esenia, lo cual es evidentemente absurdo..., por no hablar de la admisión a ese bautismo de toda clase de pecadores y gente del pueblo llano, incluso hasta soldados (cf. Mt 3,5), admisión que hubiera puesto los pelos de punta a cualquier qumranita cumplido.

La alimentación y el vestido de Juan Bautista tampoco se parecen a lo que sabemos de los qumranitas por los manuscritos del Mar Muerto. Más bien tenemos la impresión de que la llamativa vestimenta que portaba Juan y su alimento singular iban destinados a impresionar al público, a demostrar con signos externos que él era un profeta venido del “desierto”, el último mensajero divino, al estilo de Elías, antes del fin del mundo:

Mal 3, 1 5: "He aquí que yo envío a mi mensajero a allanar mi camino delante de mí..."

parece ser un texto profético que guió la actuación de Juan Bautista.

El texto de Lc 1,80:

El niño [Juan Bautista] crecía y su espíritu se fortalecía, vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel”

aducido por muchos investigadores como indicio de que Juan Bautista fue uno de esos jovencitos acogidos por los esenios para instruirlos en la Ley (al estilo de Flavio Josefo como cuenta en su Vida 10 12), no me parece –como dije el día anterior- necesariamente probativo de una relación precisamente con los esenios.

Hay otras posibilidades de interpretación, aparte de que no sabemos si ese dato del evangelio es histórico o meramente un detalle redaccional de Lucas para colmar la laguna entre el nacimiento de Juan Bautista y su aparición en público.

En conclusión: no parece en absoluto probable que Juan Bautista fuera un qumranita, ni tampoco un esenio del tipo general. No basta la cercanía geográfica del lugar de su predicación y sus prácticas bautismales para postular una dependencia o concomitancia estrecha del pensamiento de Juan con el de los subesenios de Qumrán.

Los rasgos más destacados del mensaje de Juan:

• el arrepentimiento, el perdón de los pecados,

• la cercanía inmediata del terrible juicio divino,

• el camino hacia Dios a través de la conversión (y del bautismo),

• el juicio por el fuego,

• la obediencia a la Ley, o

• un distanciamiento del culto en el Templo (sin llegar a polemizar contra él, como los qumranitas), y otros rasgos más (recordemos el artículo de Fernando Bermejo que he comentado en estas páginas)
pueden explicarse perfectamente por la religiosidad judía corriente en la época, por la atmósfera religiosa apocalíptica y profética común a grupos de piadosos del momento, sin tener que recurrir necesariamente a una dependencia o contacto estricto de Juan Bautista con Qumrán.

Es más, el interés por todos los pecadores que mostraba el Bautista, la falta de atención a la pureza ritual y la práctica concreta de su bautismo parecen excluir positivamente a Juan de la comunidad que estaba detrás de los manuscritos del Mar Muerto. Si alguna vez llamó a la puerta de ese “monasterio”, probablemente ni le abrieron. Hacer de Juan Bautista el Maestro de Justicia, como en la obra de Barbar Thiering es buscar conscientemente el sensacionalismo para, si fuera posible, forrar cumplidamente la bolsa en el mercado de los best sellers religiosos, o bien es una muestra de un pseudocientificismo esquizoide.

Sin embargo, es cierto, el estudio de los textos de Qumrán nos ayuda a enmarcar y comprender mejor el ambiente de exaltación apocalíptica en el que vivían variados grupos de piadosos judíos del momento y la incandescente atmósfera mesiánica en la que se desarrolló la figura de ese Bautista que tanto debió influir en Jesús.

Seguiremos con el tema "Jesús y los Rollos del Mar Muerto"

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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