Reflexiones para Antonio Piñero sobre la violencia de Jesús enviadas por Rogeli Armengol (Conclusiones: y XI)



Escribe Rogeli Armengol, con un apéndice de Antonio Piñero


Cuando escribí que «se hace evidente que una doctrina violenta no es la de Jesús» me proponía poner de relieve que ante la ferocidad, dolor y daño causados por una bárbara institución creada por las iglesias que decían seguir el mensaje de Jesús, éste no sólo hubiera condenado la Inquisición sino que se hubiera sentido horrorizado. En el supuesto que como usted defiende Jesús no hubiera condenado la violencia y se hubiera rodeado de algunos violentos pienso que tal cosa no le hubiera impedido condenar a la Iglesia católica romana y a la Iglesia calvinista sin olvidar al violento Lutero, éste sí violento según está documentado.


Si Jesús fue partidario de la violencia u hostilidad contra el enemigo –hostilidad y violencia, palabras diferentes en este contexto–, este enemigo no era quien mantenía ideas o concepciones diferentes relativas a la religión, sino que era el opresor de Israel. También el buen Sócrates luchó contra los enemigos de Atenas. Jesús pudiera haber luchado, –aunque no lo hiciera–, contra los enemigos de su patria o de su pueblo, pero tal cosa, según mi criterio, no echaría por tierra sus propuestas éticas como no destruyó las de Sócrates por haber guerreado por su ciudad, guerreó por su ciudad a pesar de que sus propuestas éticas no incluían la violencia.


Por otra parte, en relación con los principios morales me costaría admitir que Jesús hubiera autorizado u organizado una institución y unos horribles métodos como los de la Inquisición, en esta ocasión, contra el enemigo romano. Hay modos y grados en lo relativo a la violencia, al amor, a la venganza, modos y grados que se dan en todos los componentes del grupo humano. Quizá se puede defender que la violencia se insinúa en el Corán, pero no todos los musulmanes se adhieren a la violencia de alguna variante eclesial o grupal dentro del islamismo como la salafista y yihadista.


Es muy evidente que Pablo y los evangelistas divulgaron aspectos legendarios y quizá mintieron a sabiendas acerca de la vida, la conducta o el mensaje de Jesús. Como muestra se puede tomar de Pablo «Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez», de Mateo, en todo tan exagerado y rígido, «Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron»; Lucas que al parecer gustaba de la resurrección de muertos nos explica en Hechos que también Pedro y Pablo resucitaron muertos. No obstante, como expone usted y otros muchos expertos, algunos dichos de Jesús referidos por los evangelistas pueden considerarse históricos. En lo relativo a la violencia de Jesús en base a los indicios evangélicos sobre su violencia o, mejor todavía si deberíamos tener a Jesús por un personaje violento me pregunto a raíz de lo escrito por usted: «los discípulos de Jesús iban armados, con armas pesadas, es decir espadas de combate»: ¿el hecho de que algunos discípulos, no parece que el rabí también, fueran armados indica con certeza que fueran armados para iniciar combates contra los romanos o puede pensarse también que iban armados para poder defenderse de algún ataque? ¿Debemos suponer que Jesús fue el maestro y jefe de un grupo armado guerrillero?


Pero lo que me parece más importante sería lo siguiente: las referencias evangélicas al pacifismo, tolerancia y mansedumbre convivencial –publicanos enemigos de Israel y amigos de Roma, por ejemplo– ¿fueron invenciones de los evangelistas? No creo, y pienso que Piñero nunca lo ha dicho.


Por otra parte, me inclino a pensar que en lo relativo al amor al enemigo, aunque fuera inimicus, el relato de Mateo y Lucas –el de Lucas como de costumbre es menos rígido, menos exagerado– acerca de la mejilla siempre me ha parecido un relato legendario, exagerado. No me encaja con la vida y mensaje de Jesús un tal sometimiento al agresor aunque fuera de la propia tribu y pueblo, es suficiente con decir y propagar: no devuelvas mal por mal, abstente, no recurras a la venganza, ayuda a quien te ha ofendido si puedes ahorrarle un dolor y si hay demanda sincera de perdón –como dice Lucas a diferencia de Mateo–, perdona.


En las últimas páginas de mi libro destaco como virtudes o valores altamente apreciables la amabilidad y la generosidad porque promueven una vida mejor al grupo humano. Usted las posee. He conocido a cantidad de académicos y uno no se encuentra a menudo con personas amables y generosas y que además gusten de vivir con ecuanimidad. Además, me admira su capacidad de trabajo, más todavía si pienso que es mayor que yo –unos cinco meses–. Aunque yo no sea un holgazán observo sorprendido y con estima tanto amor por el trabajo, por el trabajo bien hecho.


Para mí es evidente que usted no habla nunca del galileo armado, esto lo hace Montserrat entre otros, pero sí que puede ser útil que lo repita para que personas que parecen honestas, como alguna de sus comentaristas, entre sus seguidores, no se confundan.


Para terminar y para volver al principio de este escrito diré que lo que no me encaja en absoluto con el quehacer y la doctrina de Jesús es que hubiera bendecido a los crueles eclesiásticos, empezando por Tomás de Aquino y siguiendo con el Papa Paulo IV, que mandaron la tortura y la muerte o torturaron y mataron de forma sádica a cristianos reformados, entre otros muchos. Violento o no contra el poder romano entiendo que Jesús se hubiera horrorizado de lo que estos violentos eclesiásticos hicieron en su nombre. Esto es lo que yo quería mostrar acerca de lo escrito: una doctrina violenta no es la de Jesús.


Rogeli Armengol
Barcelona, 8 de mayo de 2016


Y con estas palabras del autor, enviadas por correo electrónico, termino la serie de comentarios sobre el libro El mal y la conciencia moral. La fuerza de las ideologías, el respeto, el amor, el odio. Editorial Comte d’Aure, Barcelona 2014.


Para mí, este libro es una reflexión muy clara, bien argumentada, sintética, sobre la ética en nuestro tiempo y sobre cómo puede encajar en ella la figura de Jesús de Nazaret y las ideas centrales de su sistema moral/ético. Es un libro lleno de sentido común y que ilumina ciertamente un caminar seguro y social por la selva en la que algunos pretenden convertir nuestra convivencia humana en el siglo XXI.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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