Reencarnación y cristianismo primitivo. El cristianismo alejandrino. Clemente de Alejandría. Orígenes (VII) (677)

Hoy escriben Mercedes López Salvá y Miguel Herrero


Geográficamente cercana al territorio donde más florecieron las teorías gnósticas –Egipto– y a la potente escuela de filosofía neoplatónica en la propia ciudad, la tradición de la teología cristiana en Alejandría es la que está más cerca de admitir la posibilidad de la reencarnación. Sus tres pensadores más importantes –Clemente, Orígenes y Sinesio de Cirene– tienen afirmaciones cuanto menos ambiguas sobre el tema.


Clemente de Alejandría

Clemente no toca directamente el tema en su obra conservada, pero hay una referencia en los Stromata (“Tapices! VII 32, 8) que dice que si un cristiano es vegetariano, no es por creer como los pitagóricos en la doctrina de la reencarnación. Esta afirmación parece indicar que Clemente rechaza la posibilidad de la transmigración. Sin embargo, el patriarca Focio en el siglo XI acusó a Clemente de haberla defendido. Este cargo proviene tal vez de una proyección sobre el alejandrino de las acusaciones vertidas sobre su discípulo Orígenes, por lo que no es prueba definitiva, aunque también es posible que Clemente no tuviera una posición clara sobre esta doctrina.


Orígenes


La postura de Orígenes nos es algo mejor conocida. Este teólogo, de acuerdo con Eusebio de Cesarea (Historia eclesiástica libro VI), nació en Alejandría en el 185, aunque pasó la mayor parte de su vida en Cesarea. Fue perseguido y encarcelado por Decio y murió hacia el año 254. Recibió su primera formación de su padre Leónidas, que fue martirizado en el año 202, y sus mejores maestros fueron Platón indirectamente y Clemente de Alejandría presencialmente. Eusebio dice (Historia eclesiástica VI 19,5,2-6) que Porfirio consideró a Orígenes un verdadero maestro en filosofía griega pero que lo condenó por dejar “el buen camino” y convertirse al cristianismo.

Nuestro autor tiene en su haber una amplia obra teológica y literaria, de la que no es demasiado lo que se conserva. Buena parte de lo que conocemos se debe a traducciones latinas de los siglos IV y V, que no siempre son tan literales como nos gustaría. Orígenes mostró su desacuerdo con la doctrina de la transmigración, pues le parece inadmisible que un alma humana pueda pasar a cuerpos animales o vegetales. Además alega que no está aceptada por la Iglesia y que no es comparable a la resurrección. Admite, sin embargo, la preexistencia del alma y ciertas causas antecedentes que hacen que ésta se mueva hacia el bien o hacia el mal.

En su Comentario a la epístola a los Romanos VI 8,8 se hace eco de la recepción de la teoría de la reencarnación (metensomatósis) por ciertos grupos pero no acepta la creencia de que el alma humana transmigre a cuerpos de fieras, de aves o de peces ni viceversa. En su Contra Celso V 49 hace especial hincapié en la diferencia de intención entre pitagóricos y cristianos cuando se abstienen de comer carne: los primeros se abstenían por su creencia en el mito de la reencarnación, que le parece a Orígenes un “sin sentido” (III 75), y los ascetas cristianos, en cambio, para mortificar el cuerpo (V 49; También Clemente hizo notar la diferencia de intención entre cristianos y pitagóricos por su común norma de no comer carne: Stromata VII 32,8).

Orígenes nos está sugiriendo, en efecto, que la doctrina de que el alma humana puede ingresar en animales remite a Pitágoras y por eso tiene interés en señalar la diferente motivación existente en prácticas comunes a cristianos y pitagóricos, como la de la abstinencia de carne. Afirma que si los griegos introdujeron la doctrina de la metensomatosis es porque se negaban a admitir la destrucción del mundo y sostiene que al final de los tiempos, en la parousia del Hijo del Hombre, el castigo de los pecados no iba a estar en la reencarnación sino en el fuego. Deja constancia además de que la doctrina de la transmigración no fue manejada por los apóstoles y que no se adecua a las Escrituras (Comentario a Mateo XIII 1).


A la metensomatósis opondrá Orígenes (CC, 7.32) el concepto de la resurrección cristiana y la oposición resultará muy interesante.

Saludos cordiales de Mercedes López Salvá y Miguel Herrero,
y subsidiariamente de Antonio Piñero


Nota: como hemos indicado ya varias veces, esta postal es parte del capítulo del libro editado por Alberto Bernabé, Madayo Kahle y Marco Antonio Santamaría (eds.), con el título “Reencarnación. La transmigración de las almas entre Oriente y Occidente”, Abada Editores, Madrid, 2011.
Volver arriba