Juan el Bautista y Jesús de Nazaret: vidas paralelas

Hoy escribe Fernando Bermejo que inicia así su andadura con nosotros:


La investigación sobre los orígenes del cristianismo exige una limpieza previa del campo. Me refiero con ello a la multitud de ficciones históricas e historiográficas que se han ido afianzando en este ámbito. Muchas de estas ficciones son compartidas tanto por los legos –inclusive a menudo los no creyentes– como por buen número de estudiosos (que son precisamente quienes las generan). Uno de los objetivos de mis colaboraciones en este blog será una aproximación crítica a estas ficciones; se trata con ello de mostrar su fragilidad argumentativa y de lograr una visión más lúcida de lo que tiene que ver con la génesis del cristianismo (o, mejor dicho, de los cristianismos).



Las ficciones en este ámbito comienzan ya con la figura que los cristianismos reclaman como su “fundador”, el judío galileo Jesús de Nazaret, y se extienden a las relaciones de éste con sus contemporáneos. Una de las ficciones más extendidas al respecto es la que concierne a la relación de Jesús con Juan el Bautista. La abrumadora mayoría de estudiosos (incluyendo a algunos tan respetables como John P. Meier, Gerd Theissen, J. Dunn y a otros como J. D. Crossan) sostienen que hubo enormes diferencias entre estos dos predicadores judíos. El lenguaje que utilizan es elocuente: “abismo”, “diferencia fundamental”, “caminos divergentes”, “escisión”, “ruptura”, “contraste”...

Sin embargo –y sin querer negar la existencia de algunas diferencias significativas– lo que realmente sorprende, en una comparación de estas figuras, son las semejanzas que afloran. En efecto, los logros de la investigación no se agotan en la recuperación del Jesús histórico, sino que se extienden a una reconstrucción verosímil de su contemporáneo, el Juan histórico.

Aunque nuestros datos sobre éste son escasos, las fuentes (Josefo, evangelios) permiten deducir cierta información fiable. Me limito, en lo que sigue, a enumerar algunas semejanzas:

Ambos 1) fueron judíos “marginales”, fuera del establishment;
2) fueron individuos profundamente religiosos;
3) parecen haber sido célibes, al menos en su ministerio público;
4) fueron sujetos dotados de –en sentido sociológico– carisma;
5) reunieron discípulos, actuando como maestros;
6) efectuaron una predicación que contenía directrices morales;
7) se inspiraron en la Tanak (Biblia judía), en especial en Isaías;
8) en consonancia con la tradición profética, enfatizaron más los valores espirituales y morales que los rituales;
9) no se limitaron a las oraciones estipuladas, sino que enseñaron a rezar de forma característica;
10) se sintieron y actuaron como heraldos escatológicos de Dios;
11) se dirigieron en su predicación sólo a sus correligionarios, es decir, a Israel;
12) ambos matizaron parcialmente el nacionalismo de su mensaje mediante el énfasis en el aspecto moral, que implica que la pertenencia al pueblo no asegura la salvación;
13) fueron considerados profetas por ciertos grupos;
14) atrajeron a elementos marginales de la población;
15) anunciaron una intervención de Dios en un futuro muy próximo;
16) ninguno de los dos parece haber puesto un plazo apocalíptico para la venida del Juicio o el Reino de Dios;
17) parecen haber pensado que el desenlace escatológico dependería sobre todo de la voluntad de Dios;
18) emplearon un lenguaje pregnante, en el que la viveza y la hipérbole están al servicio de un mensaje escatológico radical;
19) anunciaron un juicio, y esta no era sólo de salvación, sino también de una posible condenación;
20) a la luz del juicio, hicieron un llamamiento al arrepentimiento;
21) su mensaje tenía implicaciones religiosamente polémicas, por ejemplo en relación al Templo;
22) su mensaje tenía asimismo implicaciones sociopolíticas;
23) mantuvieron relaciones tensas con Herodes Antipas;
24) ninguno de los dos parece haber apelado a la lucha armada;
25) fueron arrestados y ejecutados por las autoridades (en un caso, de Galilea y Perea; en el otro, de Judea);
26) la razón decisiva de sus ejecuciones parece haber sido el hecho de que su actividad fue juzgada potencialmente peligrosa para el orden público;
27) a diferencia de lo que ocurrió con otros visionarios palestinos de la época, ni los discípulos de Juan ni los de Jesús fueron arrestados y ejecutados al serlo su maestro;
28) fueron exaltados tras su muerte por sus seguidores.

El número e importancia de estos paralelismos –cuya lista no es necesariamente exhaustiva– dan qué pensar: en las creencias y el mensaje, la percepción de la gente, su expresión y su destino las similitudes son elocuentes, y permiten mancomunar a Jesús y a Juan como un subtipo de las modalidades del judaísmo del Segundo Templo (es decir, el tyiempo que va desde la vuelata del exilio de Babilonia hasta la destrucción del Santuario por los romanos el año 70 d. C.).

En próximas entregas analizaré punto por punto los rasgos enumerados, lo que permitirá hacer ver hasta qué punto la figura del Bautista ilumina la de Jesús de Nazaret, y entender a éste en un contexto histórico-religioso muy concreto, libre de mitos.
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