Las mujeres de los Hechos Apócrifos



Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Entre los aspectos de los Hechos Apócrifos que llaman la atención de estudiosos y lectores, está la realidad de una presencia, cuantitativa y cualitativamente importante, de mujeres. En alguna ocasión, obtienen un protagonismo tan destacado que llegan a oscurecer el de los apóstoles correspondientes. Es el caso de Tecla en los Hechos de Pablo, cuyo fragmento más amplio tiene como título el de Hechos de Pablo y Tecla. El fragmento es como un largo panegírico de la Santa, que es el eje central del relato aunque siempre Pablo esté de alguna manera presente en los sentimientos y en la devoción de Tecla.

Es el objetivo que me propongo al escribir estas páginas: demostrar, presentar y explicar el papel preponderante de las mujeres en los Hechos Apócrifos de los Apóstoles. Unas mujeres rehabilitadas de la visión negativa que ofrecen muchos escritos de la época. Es verdad que los protagonistas de los relatos son siempre los apóstoles respectivos. También lo es que las situaciones paroxísticas creadas son efecto de una predicación con perfiles rigoristas. Pero las mujeres tienen la suficiente fuerza y personalidad como para desafiar la autoridad de sus poderosos maridos. Ellas actúan con el presunto respaldo de los apóstoles y la supuesta garantía de la Escritura. Pero su perfil representa un cambio en la valoración social de la mujer en aspectos tan importantes como son su dignidad y su libertad.

El dato es tan evidente que algunos autores modernos han llegado a pensar en la posibilidad de que los Hechos Apócrifos hubieran surgido en círculos de mujeres que reivindicaban de esa forma su libertad y una autonomía real frente al poder totalitario o tiránico de los maridos. Yo no lo entiendo así, pienso incluso que esa manera de ver las cosas significa una transposición de nuestra mentalidad moderna a parámetros muy diferentes en criterios y en sensibilidad. Pero refiero el detalle porque sirve para subrayar el hecho que me ha impulsado a abordar un tema tan sugestivo. Tanto más cuanto que estas mujeres de los Hechos Apócrifos suelen ser ignoradas en los tratados acerca de la mujer en la antigüedad. Resulta sorprendente que obras enciclopédicas, como la Historia de las mujeres de G. Duby y M. Perrot, las ignoren prácticamente. La misma Eva Cantarella, que aborda el tema de la mujer en el Cristianismo, nada dice de ellas. En las pocas líneas que dedica a glosar la demonización que hacen los Santos Padres de la figura de la mujer, cita la opinión de Tertuliano, Clemente de Alejandría y Orígenes, que justamente no son Padres de la Iglesia en sentido estricto. La misma M. López Salvá, al hablar de la iglesia y las mujeres en los siglos I-IV, aborda muy de pasada el caso de Tecla de Iconio. Reconoce, sin embargo, que Pablo hizo posible la opción personal de ciertas mujeres al margen de los esquemas convencionales. Tampoco mencionan a estas mujeres de los Hechos Apócrifos otras obras especializadas en el estudio de la mujer y los orígenes del Cristianismo.

Desde su óptica siempre original, dedica V. Burrus atención preferente al caso de Tecla, recogido en los Hechos Apócrifos de Pablo. Sería un "relato popular de mujeres". Tanto en su caso como en otros similares y paralelos, su actitud frente a la vida de castidad, no sería un problema ascético de lucha contra las tendencias naturales, sino más bien un esfuerzo de "resistencia al control masculino". Es decir, lo que importa a estas mujeres no es ni el espíritu de sacrificio ni la preservación de su virginidad o la pureza sexual, sino la idea de "resistir a los intentos masculinos por ejercer un dominio sexual y social sobre sus mujeres".

Gillian Clark, hablando de la mujer en la antigüedad, subraya la opinión generalizada de que ser mujer representaba una desventaja. Era el sexo débil no solamente en fuerza física, sino en la capacidad para controlar deseos y emociones. Pero cuando se discutía si la mujer era o no igual al varón, ahí están las heroínas de los Hechos Apócrifos para demostrar una indudable presencia activa y ejemplar.

Las mujeres que aparecen en los Hechos con marcado protagonismo suelen tener un perfil con varios datos y aspectos comunes:

1. Suelen ser mujeres de la alta sociedad, casadas con personajes importantes en la vida política y social de sus ciudades. El detalle sirve para destacar la importancia de las posturas que adoptan y definir el ideal de la vida cristiana. No es asunto de ignorantes o desvalidos. Es la crema de la sociedad la que se implica en los postulados de los nuevos métodos de vida que predican los Apóstoles. Esto llama la atención tanto más cuanto que Pablo en 1 Cor 1, 26 daba como un hecho incontrastable el dato de que entre los cristianos de Corinto "no había muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles". No obstante, Orígenes (185-255), contemporáneo de los HchAp, informa que entre los que abrazaban la doctrina cristiana había también "ricos y altas dignidades, y numerosas mujeres delicadas y nobles" (Contra Celso, III 9). Igualmente hemos de registrar el testimonio de Eusebio de Cesarea cuando afirma que en tiempos del emperador Cómodo se habían adherido a la fe numerosos ciudadanos romanos de las altas esferas de la riqueza y de la nobleza. Pero el dato de mujeres de alta alcurnia en los relatos de los HchAp se cumple solamente en el caso de aquellas que desempeñan un papel de protagonistas. Como tendremos ocasión de ver, por las páginas de los HchAp desfilan mujeres de todas las clases sociales.

2. Estas mujeres son, como norma, personas hermosas, capaces de levantar pasiones profundas o difícilmente superables. Todo es también una lección de la importancia que tiene la trascendencia sobre la materia. La mujer suele apreciar su belleza y considerarla como un bien positivo. Pero las mujeres de los HchAp vienen a demostrar que hay valores mucho más cotizables que la belleza externa. De ésta nos dirán los textos que son algo transitorio y perecedero. Por encima de ella está, como es lógico, la virtud que asegura una vida eterna feliz. Pero hay también muchos casos de mujeres sencillas, humildes y anónimas que merecen la atención y el cuidado de los apóstoles correspondientes y de los relatores literarios de sus gestas.

3. Todas, en su mayoría, acaban convertidas a una existencia casta gracias a la predicación apostólica. Su actitud provoca crisis violentas, tanto más cuanto que sus maridos o enamorados son personajes poderosos. Ellas no temen arrostrar los mayores peligros para proteger y conservar su mayor riqueza que es, en su opinión, la nueva vida en la continencia más absoluta. En varios casos, tal actitud será la causa de la muerte martirial de los Apóstoles. Es desde luego el caso de las figuras estelares en varios de los Hechos.

4. Cuando se presenta el ejemplo de las mujeres protagonistas, nunca se alude a su faceta de madres, de forma que en ningún texto se cuenta de hijos eventuales. El problema acaba siendo un enfrentamiento entre la mujer y su marido (o amante). La mujer en su faceta de practicante convencida de la continencia; el marido, en su aspecto de hombre enamorado y poderoso. De madres e hijos, ni una palabra por lo que se refiere a las protagonistas o coprotagonistas de los Hechos. Hay casos de hijas que acaban siendo practicantes de la vida de continencia. La peripecia de Vazán, hijo del rey Misdeo y de la reina Tercia en los Hechos de Tomás, sigue derroteros especiales. Están casados, pero conviven tamquam frater et soror (como hermano con hermana).

5. Al margen de sus preferencias por una vida de castidad, las mujeres de estos Hechos suelen ser piadosas, generosas y discretas. Para salvaguardar su nueva situación buscan el apoyo del cielo, garantizado por la predicación de los Apóstoles. Su generosidad les resulta tanto más fácil cuando que su conducta mira más los valores eternos que los terrenos. Luego, al lado de sus maestros piensan, hablan y actúan.

6. Las mujeres protagonistas de los HchAp suelen ser más firmes y consistentes de carácter que sus respectivos maridos. A veces con una diferencia poco menos que insultante. Maximila en los HchAnd es con mucho más decidida y resuelta que su vacilante marido Egeates, por muy gobernador que fuera. Lo mismo podemos afirmar en los casos de Licomedes y Cleopatra o Andrónico y Drusiana en los HchJn. Las esposas del rey Misdeo, Tercia, y de su pariente Carisio, Migdonia, presentan en los HechTom claros aspectos de superioridad temperamental frente a sus maridos. La fuerza y la autoridad de que pretenden hacer gala Carisio y Misdeo tienen como único apoyo el cargo que ostentan.

7. Los esquemas y las teorías que los autores trazan sobre estas mujeres se refieren a cuatro o cinco protagonistas destacadas. Son ellas las que reúnen los rasgos que hemos enumerado. Son Maximila (HchAnd), Drusiana (HchJn), Tecla (HchPl) y Migdonia (HchTom). Ni siquiera son válidos los casos de las concubinas de Agripa ni de Jantipa, la esposa del amigo del César (HchPe). Pero hay también referencias a otras mujeres, pobres, enfermas, viudas, cuya presencia ofrece abundantes puntos de vista sobre la valoración de la mujer en la sociedad cristiana de la época. Como ocurre en los evangelios, la actividad taumatúrgica o pastoral de los protagonistas tiene como destinatarias a mujeres de los más diferentes estratos sociales.


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Saludos cordiales de Gonzalo del Cerro
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