¿“Choque de civilizaciones”? (Comentario libre a Roger Haight , y X)

Por último, vamos enfrentarnos ahora, al menos modesta y tentativamente, con la debida prudencia y con la brevedad –y a veces superficialidad que nos permite un “post”- al tema/lema que presidió las jornadas culturales en Vigo -“¿El choque de civilizaciones?”, con signos de interrogación-, tema que generó en mí el comentario libre a las tendencias evolutivas de la teología cristiana tal como creí percibirlas en el libro de Roger Haight que traduje al castellano.

Una observación previa: como ha señalado correctamente Santiago Petschen, cuando se habla de “alianza de civilizaciones” o de su contrario, “choque”, hay que ser conscientes de que no se piensa sino en dos civilizaciones: la islámica y la cristiana. No se trata de una imposible alianza o choque entre todas las civilizaciones. Se pretende ante todo evitar un posible choque entre las civilizaciones cristiana e islámica.

En este marco pienso que la evolución general ideológica del cristianismo –pues éste es ante todo una ideología-

Resumo: dogmas pensados como símbolos; hacia un neocristianismo sin dogmas; paso del extra Ecclesiam nulla salus al reconocimiento del valor de otras religiones como mediadoras de la salvación de Dios; cuestionamiento de la validez absoluta y rígida de la Escritura; la teología de la liberación; la religión como algo no público, sino que pertenece sólo al ámbito de lo privado; pérdida de peso de lo religioso como referente cultural; un cierto impulso a convertir la ética religiosa, en un humanismo


fomenta una religión más laxa, personal, circunscrita al ámbito de lo privado, sin dogmas, que no lleva precisamente hacia el fundamentalismo, sino a todo lo contrario, incluso aunque en el fondo se tenga una conciencia del convencimiento de la superioridad actual de la civilización cristiana como humanismo sobre otras religiones.

En mi opinión, éste es el valor positivo de la evolución del cristianismo en el mundo de hoy, que desearía someter modestamente a debate por si mi visión fuera desacertada. Opino en síntesis que esta evolución del cristianismo, que acabo de esbozar en sus líneas más elementales, es una base excelente, por el modo cómo interpreta la religión propia, que no sustenta ningún tipo de radicalismo fundamentalista, y por tanto que no conduce por sí misma hacia choque alguno de civilizaciones. Por el contrario, esto sí puede ocurrir sociológicamente –no en estricta ideología teológica; ahora lo veremos- con los “islamistas”, quienes a pesar de que de vez en cuando repiten que el islam es en sí una religión pacífica y tolerante, y lo es, aún tienen pendiente un proceso evolutivo semejante al incoado ya en el cristianismo. Atención: distingo entre musulmanes, la inmensa mayoría de los creyentes, e “islamistas”; y por estos últimos entiendo quienes están convencidos de que deben imponer sus ideas religiosas incluso por la violencia.

Explico un poco más este último extremo. Si se compara el núcleo de la dogmática del cristianismo y del islam, se observará fácilmente que la primera, la teología cristiana, es fundamentalmente mítica. Empleo la palabra "mito" como se hace desde la “Vida de Jesús” de D. Fr. Strauss. El mito es una expresión analógica, simbólica, de una verdad religiosa en sí inalcanzable e inexpresable por el ser humano. La esencia de la divinidad es inalcanzable por la razón, e incluso por la fe, y sólo es expresable, es decir, se habla de ella con el ropaje del mito. El armazón de la teología cristiana es fundamentalmente mítico empezando por el pecado original, la encarnación, etc., y concluyendo por la Trinidad.

Por el contrario, si se examina el núcleo esencial de la teología islámica, no es mítica. Podría sintetizarse así: Dios existe, el ser humano es su criatura –un ser creado por ese Dios- y le debe obediencia absoluta. Dios ha revelado al ser humano las normas de comportamiento hacia Él, cómo encauzar su obediencia a Dios, y hacia los demás seres humanos por medio de una cadena de profetas, cuyo eslabón supremo es Mahoma. Su expresión escrita está en el Corán.

Prácticamente el núcleo del Islam se reduce a lo dicho: no hay encarnación, concepción virginal, misterio de la cruz; no hay trinidad…, no hay Iglesia cósmica, etc., por no haber podría decirse que ni siquiera existe en el islam el clero en cuanto tal, como se concibe en el cristianismo, etc.

Pues bien: lo curioso es que una religión con una notable estructura mítica, en principio un andamiaje muy rígido, como el cristianismo, ha evolucionado de tal modo, sobre todo a partir del siglo XIX, que el humanismo que de ella procede no es en absoluto fundamentalista. Está mucho más abierto al diálogo de las religiones con todas las consecuencias, incluso -como hemos visto en la obra de Haight- a admitir que Jesús y la religión cristiana no son los mediadores únicos del ser humano con la divinidad.

Por el contrario, una religión de estructura mucho menos mítica como el Islam en su núcleo, podríamos decir que más “racional”, ha derivado sociológicamente en una estructura socio-política –religión y política están en el islam indisolublemente unidas- donde los elementos fundamentalistas nacen y proliferan con mayor facilidad.

Esta proliferación es un campo abonado en verdad para el choque de las civilizaciones. El islam tiene aún pendiente una evolución teológica y social que el cristianismo ha comenzado ya con notable éxito.

Saludos cordiales, Antonio Piñero.
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