La helenización del cristianismo. El lugar histórico del cristianismo de Pablo (IX)

Hoy escribe Antonio Piñero:


El “lugar histórico” del pensamiento religioso de Pablo puede deducirse de su teología de la salvación por y en Cristo, sobre todo respecto a los gentiles –que ha sido el tema de esta serie- y de la expresión clara por vez primera en el cristianismo naciente de la noción teológica de la preexistencia de Jesús y de su status divino (ema que no hemos tocado directamente en esta miniserie).

Si se contrasta la "doctrina de la salvación" que tuvo Jesús de Nazaret y la doctrina de la salvación en Pablo no parece exagerado decir que la predicación de este último supone un corte radical con el "evangelio" o "buena nueva" de Jesús, pues

A. Pablo interpreta la figura del Jesús histórico de una manera distinta al modo como él se consideraba a sí mismo. Jesús se veía a sí mismo como un ser humano normal, aunque con una relación especialísima con Dios; Pablo, por el contrario, hace de Jesús un ser divino, preexistente.

B. Pablo modifica las ideas sobre un mesías judío con su liberación religiosa, social y política reservada fundamentalmente a Israel, proclamando un salvador universal, de todos sin excepción.

C. Pablo afirma que el acto de reconciliación con Dios no será cosa del futuro, sino que ocurrió ya en el pasado, en la cruz.

D. Anuncia que ha cambiado el sistema, condiciones y requisitos para la salvación, que son muy distintos de los del Jesús histórico. El punto más llamativo es la justificación/salvación por la fe y la consecuente negación de que la ley de Moisés sea el camino obligatorio para salvarse. Ahora todos los gentiles pueden salvarse sin necesidad de cumplir la ley mosaica y sin tener que circuncidarse. Por lo que podemos reconstruir del Jesús histórico, éste jamás habría defendido esta tesis.

De acuerdo con estos puntos, el "lugar histórico" del pensamiento teológico de Pablo es un judaísmo muy helenizado caracterizado por la aceptación de dos categorías (divinidad de Jesucristo; nuevo concepto de la salvación) que constituyen su diferencia específica respecto al judaísmo.

Tales categorías se adecuan muy bien con el pensamiento filosófico-religioso helenístico (la proclamación de Jesús como Dios al estilo de una hipóstasis divina) y con la religiosidad helenística difusa del ambiente en el que se desarrollaban las religiones de salvación o mistéricas (Cristo como salvador universal; ritos de iniciación que sustituyen a los de las religones de misterio).

Esta afirmación pregnante no significa que Pablo y sus predecesores se dedicaran burdamente a copiar de la religiosidad helenística todo lo que les interesara, ni que se dedicaran a incorporar sistemáticamente la religión pagana dentro de los esquemas judíos o juedo-cristianos. No fue así, sino que aplicaron conscientemente a Jesús (pues se creían con todo el derecho) los títulos que en su entorno se otorgaban a las divinidades salvadoras, sosteniendo que la única divinidad salvadora en el ámbito del Imperio romano y de la humanidad era Jesús.

Pero esta visión supone una profunda transformación de lo que fue el Jesús de la historia y de lo que él pensó de sí mismo. A partir de esta reinterpretación global de la doctrina y misión de Jesús -que Pablo debe a una visión/llamada/"conversión" casi instantánea (según los Hechos de los apóstoles), el Tarsiota se constituye en el creador y organizador consciente de un nuevo Israel, que tiene su base no ya en la Ley y en la alianza antigua, sino en una nueva alianza fundamentada en el misterio de la cruz, de lo ocurrido en Cristo.

El “nuevo Israel” se transformará pronto en una nueva iglesia. Pablo pone los cimientos ideológicos de una teología cristiana que resultará novedosa respecto al judaísmo, un nuevo sistema religioso que es, a la vez, distinto del judaísmo y del paganismo, aunque el Apóstol lo considere un judaísmo renovado.

El próximo día terminaremos esta miniserie deduciendo las consecuencias de lo dicho para la cuestión tan debatida de la “helenización del cristianismo”.

Saludos cordiales, Antonio Piñero.
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