Violín maravilloso

Concierto para violín, Boyle

¡Feliz jueves! Que el violín es capaz de ofrecernos grandes momentos y emociones es algo que queda fuera de toda duda y que me he encargado de demostrarte aquí. Hoy volvemos al instrumento para maravillarnos con una música que seguro es totalmente desconocida para ti pero que seguro te encantará. No recuerdo si quien la ha compuesto ha aparecido por aquí; si no, vamos a paliarlo inmediatamente.

Ina Boyle

Nos visita Selina (Ina) Boyle (1889-1967), compositora irlandesa nacida en Bushey Park. Fue una compositora muy prolífica, sobre todo de música coral, vocal y de cámara. Sus otras obras no son tan conocidas. Desde pequeña recibió lecciones de música y aprendió a tocar el chelo y el violín. Sin embargo, sus composiciones se hicieron famosas pronto y comenzó a ganar diversos premios. En 1923 fue alumna de Vaughan Williams pero la Segunda Guerra Mundial dio al traste con su carrera musical pero ella no dejó de componer y envió a directores e intérpretes sus obras. La música de Ina Boyle se va recuperando poco a poco y se está apreciando la calidad de las obras de esta maestra cuyos manuscritos se conservan en el Trinity College de Dublín. Sus composiciones se van grabando y incluso se ha editado algún disco formado íntegramente por obras suyas. Una pionera en la composición femenina en Irlanda (y en las Islas Británicas en general) que fue amiga de Elizabeth Maconchy.

Disfrutemos de su Concierto para violín, obra de 1935. Está escrito en forma de rapsodia con los tres movimientos interpretados de forma continua, sin pausa. La compositora está atenta en todo momento al detalle y a la línea melódica que intérprete y director tienen que extraer de forma cuidadosa para no romper este imponente discurso. Ina aprendió perfectamente todo lo que Vaughan Williams tenía que enseñarle y buena prueba de ello es este concierto que escuchamos hoy, en el que se aprecian las huellas del maestro pero desde una perspectiva original y totalmente novedosa y fresca.

La interpretación es de Catherine Leonard (violín) y la Orquesta del Ulster dirigidos por Kenneth Montgomery.

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