Domingo 19º TO C (7.08.2016): La Iglesia no puede exigir más que el Evangelio

Introducción: “donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón” (Lc 12, 32-48)
Leemos tres conjuntos de textos, hilvanados por el último redactor del evangelio, con motivo de diversas instrucciones de Jesús “a los discípulos y a las multitudes” (12,1-13,9).

1.- A su comunidad más cercana, Jesús le abre el corazón
No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino”. Desde el aprecio del reino se valoran las cosas y la vida de modo diferente. Se ha encontrado un tesoro y el corazón está puesto en el reino del Amor. Este amor es el regalo que nos trae Jesús, el fruto del Espíritu de Dios en nuestro espíritu. Agradecer ese amor es vivirlo, darlo, ejercitarlo. Desprendimiento y generosidad, cooperación y fraternidad, comprensión y perdón... son señales de este tesoro.

2.- Una parábola alienta el cuidado del Amor
- “Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas” (lit.: “tened vuestros lomos envueltos y las lámparas encendidas”). Son imágenes de la disponibilidad corporal y espiritual (intelectual, decisoria, afectiva). Envolver “los lomos” con la fortaleza del Espíritu, que ilumina la mente (“lámpara”).
- “Estad como los que aguardan a que su Señor vuelva de la boda”. La boda es la culminación del reino, donde está Jesús. Desde el núcleo del reino, desde el cielo, viene Jesús a nosotros, a nuestra comunidad, a nuestras celebraciones... hasta que nos reciba definitivamente tras la muerte. Siempre tenemos que estar preparados para recibir al Señor, que está llegando de mil modos.
- Dichosos los que estén en vela: los hace sentar a la mesa y los servirá, para que ellos sirvan también a sus hermanos. En todo encuentro -sobresale la eucaristía-, el Señor nos “sirve” su amor, que hace capaces de servir como él. Así participamos ya de ese banquete de bodas. Se realiza la petición de la oración del Señor: “nuestro pan del mañana (el amor, el reino) dánoslo cada día” (Lc 11,3).

3.- El último texto responde a la insinuación de Pedro
- Parece que Pedro busca algún privilegio para los Doce. Jesús lo rechaza indirectamente. El discípulo es comparado a un administrador que sirve a los demás personal y comunitariamente, según el don o encargo recibido. Ser llamado para un servicio no es un privilegio ni un honor, sino un regalo, una tarea de Jesús. De todo servicio cristiano están excluidos la tiranía y el autoritarismo.
- “Pegar a los mozos y a las muchachas, comer, beber y emborracharse” simbolizan la violencia, el uso aprovechado y la perversión del amor en el servicio a los hermanos. Hechos que se han dado y se dan en las comunidades cristianas. “Terrorismo de curia” llama G. Faus al pontificado de Paulo IV que “desplegó una severidad que nada menos que el célebre agustino Seripando calificó de inhumana” (La autoridad de la verdad. 2ª ed. Sal Terrae 2006, p. 100-1008).
- La vinculación legal entre ministerio sacerdotal y celibato es signo de tiranía y autoritarismo:
“Ruego encarecidamente al Santo Padre, por las mismas entrañas de Cristo... se abran cuanto antes los cauces para la total reintegración de tantos hermanos nuestros, sacerdotes secularizados, que añoran el ejercicio ministerial, viviendo en silencio su vocación, mientras el mundo nos espera con los brazos abiertos” (J. M. Lorenzo Amelibia, presidente de Asociación de Sacerdotes Casados de España).


Estos días (5 de julio de 2016), el anciano jesuita colombiano, Alfonso Llano Escobar, escribe:
“Usted, querido papa Francisco, sabe muy bien que Jesús no impuso a sus apóstoles y discípulos el yugo del celibato... Usted proclamó el año Jubilar de la Misericordia. Tiene que culminar este jubileo glorioso con un acto especial de misericordia para con sus sacerdotes: la supresión del celibato obligatorio”.


- “La llamada de la Iglesia a la regeneración moral... no puede contentarse con criticar miserias históricas. Necesita preferentemente proponer otra posibilidad histórica en su lugar. Esto sólo 1o conseguirá... abriendo en su seno espacios inéditos, pero viables, de libertad, de reconocimiento de la dignidad de los diferentes, de opinión pública, de derechos humanos, etc. Sin embargo el modelo que prevalece en la Iglesia hoy es en gran medida reflejo del antiguo régimen autocrático europeo: poder absoluto del Papa, cuerpo episcopal totalmente dócil a Roma, negativa a pensar nuevos ministerios y a dar paso al sacerdocio de unas personas excluidas hasta ahora (hombres casados y mujeres), control de las Iglesias locales, retorno al espíritu y a métodos de la Iglesia tridentina ...” (F. J. Vitoria: Presencia pública de la Iglesia ¿Fermento de fraternidad o camisa de fuerza? Cristianisme i Justicia. Barcelona 2009, p. 57).


Oración:donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón” (Lc 12, 32-48)

Señor Jesús, testigo y expresión del Amor:
Tú nos traes, como regalo del Padre, noticia definitiva del reino de la vida;
somos libres y podemos saciar nuestras necesidades;
podemos vivir en igualdad, abundancia y hermandad;
Dios es el único rey y padre de todos;
somos todos hermanos, naturalmente solidarios.

Esta utopía puede realizarse con nuestra fe y esfuerzo:
creer en ella es el núcleo de nuestro espíritu;
valorarla como un tesoro pertenece a nuestra personalidad;
trabajar por realizarla es el empeño de nuestra vida.

Para ayudarnos a realizar este reino, te has hecho “uno de tantos”:
nos has reunido en comunidad humana;
nos has sumergido (bautizado) en tu mismo Espíritu;
nos has dado conciencia de hijos de Dios;
nos has intimado un amor como el tuyo.

No temas, pequeño rebaño, nos dices hoy,
porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino
”.

Gracias, Jesús, por darnos a sentir el amor del Padre:
- que nos incita a vivir desprendidos, pobres de corazón;
- que nos lleva a compartir lo que somos y tenemos;
- que nos “ciñe la cintura y enciende nuestra lámpara”,
con la actitud servicial y la provocación del amor gratuito;
- que nos reúne como hermanos y te hace presente a ti, Señor,
cuando te volvemos a ver y nos llenamos de alegría”(Jn 16,22);
- que nos inicia y fortalece en el amor, perdona y rehabilita;
- que distribuye tareas y acompaña todos los caminos;
- que “nos sienta a la mesa y nos sirve” el amor sin medida;
- que nos adelanta “nuestro pan del mañana”.

Reconocemos que estamos lejos de responder a tu amor:
pegamos a mozos y muchachas, comemos, bebemos, nos emborrachamos”;
violencia, uso aprovechado, perversión del amor... siguen vigentes;
el reino apenas nos ilumina y provoca;
proclamamos mucho tu mensaje, pero lo vivimos poco;
criticamos las miserias ajenas, pero no vemos “la viga de nuestro ojo”;
encontramos mil excusas para no vivir tu reino;
nos dejamos seducir por el orgullo de sobresalir;
vivimos atados por el miedo al porvenir incierto;
somos esclavos de la seguridad del poder y el tener;
nos creemos lo mejor de la Iglesia;
queremos “arrancar la cizaña antes de la siega”;
nos apropiamos del Espíritu, ajeno siempre al autoritarismo...

Señor del reino, envía tu Espíritu sobre todos:
- que nos dé a entender y a amar la voluntad del Padre, su reino;
- que sintamos su amor derramado en nuestro corazones;
- que vivamos la Iglesia como comunión, reflejo de la Trinidad divina;
- que esta comunión brille en la organización y funcionamiento eclesial;
- que vuelva aquello de que “lo que afecta a todos sea tratado y aprobado por todos”
[“un espíritu tradicional en la Iglesia y en la cristiandad” (Y. Congar)];
- que nos haga ver “semillas del Verbo” en la vida de nuestros días;
- que nos mueva a promocionar la igualdad, la libertad, la fraternidad;
- que facilite el acceso de la mujer a toda responsabilidad y menester;
- que haga respetar los derechos humanos, también en la Iglesia;
- que nos sostenga y guíe en el amor entregado libremente;
- que nuestra vida dé “un qué pensar” y provoque “un qué hacer”.

Rufo González
Volver arriba