Domingo 29º TO A 2ª Lect.(22.10.2017): “Sé valiente, la misión te espera” (Domund 2017)

Introducción:actividad de fe, esfuerzo de amor y aguante de esperanza” (1 Tes 1,1-5b)
Durante cinco domingos consecutivos, leemos fragmentos de la primera carta a los Tesalonicenses. Es el documento primerizo del Nuevo Testamento, escrito hacia el 50/51 d. C. A Tesalónica (hoy, Salónica, ciudad de la provincia griega Macedonia Central, puerto al norte del mar Egeo), entonces capital de la provincia romana de Macedonia, llegó Pablo desde Filipos, sobre el año 49/50. Predicó el evangelio durante unos tres meses, hasta que los responsables judíos le montaron un altercado (He 17,1-10). Lo recuerda en la carta: “cuando estábamos con vosotros, os predecíamos ya que nos esperaban dificultades, y sabéis que así ocurrió” (1Tes 3,4). Pablo tuvo que salir de noche (He 17, 10), y, cuando pudo, envió a Timoteo a Tesalónica para saber de aquella comunidad: “no pude aguantar más y envié a uno que se informara de cómo andaba vuestra fe, temiendo que os hubiera tentado el tentador y que nuestras fatigas hubieran resultado inútiles” (1Tes 3, 5). Las buenas noticias de Timoteo animan a Pablo a escribirles esta carta de satisfacción y ánimo (3, 6ss).

Remitentes y destinatarios (v. 1)
Aparece como remitentes el equipo misionero que les anunció el evangelio. Sólo los nombres, sin título alguno: Pablo, Silvano y Timoteo. Es posible que el texto sea sólo de Pablo. Los otros dos pudieron servir de redactores materiales en parte. El hecho de poner a los tres como remitentes es la conciencia de Pablo de trabajar en equipo y compartir la misión a con sus colaboradores.
Los destinatarios son los cristianos de Tesalónica: “la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”. Desde el primer momento las comunidades cristianas eligen el nombre de “iglesia” o asamblea. Es el nombre griego que los LXX utilizaron para traducir “qahal: la asamblea de Israel convocada por Dios (He 7, 38). En griego designaba cualquier asamblea, convocatoria, de ciudadanos, donde todos tienen voz y voto. La Iglesia en el Nuevo Testamento son comunidades o grupos que se reúnen en las casas, y se consideran unidas por el amor del Padre manifestado en Jesús Mesías. Aquí se la llama “asamblea de los tesalonicenses en Dios Padre nuestro y en el señor Jesús Cristo”. El acento está claramente puesto en la comunidad reunida por el amor del Padre y de su Mesías, Jesús. La Iglesia no son los ministros o servidores, como ocurriría posteriormente.

Os deseamos gracia y paz” (v. 1)
Es el saludo inicial de todas las cartas paulinas (Rm 1, 7; 1Cor 1, 3; 2Cor 1, 2; Gál 1, 3; Ef 1, 2; Flp 1, 2;, Col 1, 2; 2Tes 1, 2; 1Tim 1, 2; 2Tim 1, 2; Tit 1, 4; Fil 1, 3). En alguna añade la misericordia (1 y 2 Tim 1, 2). Son el resumen de lo fundamental cristiano: que vivan sintiéndose “agraciados” y disfrutando “la paz” que esa “gracia” -el Espíritu-amor- proporciona. Al adherirnos a Jesús, estamos en paz con Dios, pues por él tuvimos acceso a esta situación de “gracia” (Rm 5, 2). Creer y vivir en el amor del Padre es el ideal cristiano, el “palo mayor” de nuestra vida.

Una comunidad cristiana es obra de Dios y nuestra (vv. 2-3)
Los siguientes versículos evocan la constitución de aquella comunidad de forma agradecida a Dios que ha hecho crecer la semilla evangélica (1Cor 3, 6ss). Con exageración literaria (“siempre damos gracias, recordándoos sin cesar”), destaca la “actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza”. Fe, amor y esperanza son los tres ingredientes básicos de la vida cristiana (“virtudes teologales”). Pablo subraya las vertientes más importantes: la “obra de la fe”, el “trabajo fatigoso del amor”, el “tesón, la perseverancia, de la esperanza”. Creer es un hecho que, si termina en sí mismo, es fe muerta. Es viva si es “activa”, es decir, si “se hace realidad a través del amor” (Gál 5,6). Lo mismo puede ocurrir con el amor: amar a todos, en general, puede significar no amar a nadie. Una cosa son los buenos deseos y otra el amor, que siempre es concreto, a personas determinadas con valores y defectos. El verdadero amor -respeto, estima, tolerancia...- es siempre “trabajo fatigoso, molesto”, sacrificado. También la esperanza es esfuerzo, compromiso, “tesón y aguante”, dirigido hacia los bienes que se esperan, la promesa de que “viviremos con él” (Rm 6,8).

Sabemos que Dios os ha elegido” (v. 4-5b)
Tras llamarles “hermanos amados por Dios”, reconoce la “elección” divina (“conociendo vuestra elección”) y aporta el origen o el motivo de ese conocimiento: “porque (oti: conjunción causal no expresada en la traducción litúrgica) nuestro evangelio no sucedió en vosotros en palabra sólo sino también en fuerza y en Espíritu Santo y en plena convicción” (1, 4-5b). Buen criterio para valorar a una comunidad: dinamismo, buen Espíritu, convicción plena. Por muy dinámico, de buen Espíritu y de convicción plena que sea el párroco, si la comunidad no cuenta, ni opina, ni trabaja, ni hay en ella espíritu-amor, ni formación adecuada y asimilada... ahí no hay comunidad cristiana.

Oración:actividad de fe, esfuerzo de amor y aguante de esperanza” (1 Tes 1,1-5b)

Jesús, nuestra fe, nuestro amor, nuestra esperanza:
hoy quisiéramos sentarnos entre los cristianos de Salónica;
oír que ha llegado una carta de Pablo, Silvano y Timoteo;
comer con ellos y partir el pan en recuerdo de tu amor;
escuchar, comentar con ellos, el fragmento inicial de la carta.

Nos sentimos convocados por el amor del Padre y tuyo:
sabemos que es una suerte, una dicha, vivir abrazados por tu amor;
somos tan distintos en cultura, en carácter, en edad, en costumbres...;
nos escuchamos, nos respetamos, nos servimos mutuamente;
nos creemos tu “asamblea”, tu iglesia, tu convocatoria;
nos consideramos seducidos por tu amor sin límites.

Pablo y su equipo misionero nos desean “gracia y paz”:
son los regalos que tú, Jesús de Dios, nos has traído;
tú, nos has dicho que el Padre nos ama gratuitamente;
el que me ve a mí, ve al Padre”, has repetido por activa y por pasiva.

Los misioneros cuentan tu “gracia y tu paz”:
tu manera de vivir, de acercarte a la gente...;
tus preferencias y prioridades elegidas libremente;
tu reparto de actividades y empleo del tiempo;
tu relación con el Padre del cielo;
tu actitud ante la ley, la religiosidad, la familia, las costumbres...

En tu vida concreta hemos descubierto la “actividad de tu fe”:
de fe-confianza que tienes en el Amor del Padre-Madre Dios;
de fe-confianza que tienes en las personas, todas amadas por Dios;
de fe-confianza que tienes en el trabajo del Dios-Amor (Jn 5, 17):
- que acompaña desde el interior de la realidad;
- que respeta y promueve la libertad;
- que quiere la realización de todos.

En tu vida concreta hemos descubierto el “esfuerzo de tu amor”:
sobrecogiéndote por la situación de miseria de la gente;
curando a los enfermos de cuerpo y espíritu;
desenmascarando la hipocresía de la religiosidad oficial;
conmoviéndote ante los leprosos, los marginados y excluidos;
sentándote a la mesa de la fraternidad con todos...

Los misioneros nos han contado el “aguante de tu esperanza”:
curando, educando a los discípulos, proclamando el reino con tesón;
arrodillándote ante la comunidad para lavarles los pies;
dándote como alimento en la mesa compartida;
poniendo tu vida en las manos del Padre-Madre;
aceptando la humillación y dolor de la fuerza bruta;
entregando el Espíritu para que vivamos tus convicciones fundamentales:
- el Hijo del Hombre es hijo de Dios;
- todo ser humano es hijo del Amor de Dios;
- actuar como el Padre que no devuelve mal por mal;
- hay que confiar en el perdón gratuito del Padre-Madre;
- tras morir, estaremos en el paraíso de Dios.

Nuestra vida entró en crisis tras aceptar tu vida:
tu vida de “judío marginal” fue un revulsivo para nosotros:
- para nuestras creencias, prácticas religiosas, normas, tradiciones, costumbres...;
- para nuestra cultura del consumo, del bienestar, del honor y el poder...;
- para nuestra tolerancia con el hambre, el lujo, la marginación, el odio, la violencia...
tu Dios te llevó y nos llevó a mirar la vida con los ojos del Amor;
no necesitamos templos para adorar al Dios, que habita todo corazón;
respetamos toda ley o norma al servicio de la vida;
dedicamos tiempo a socorrer a los más débiles y humillados;
acogemos, curamos, construimos la fraternidad universal...

Jesús de nuestra fe, de nuestro amor, de nuestra esperanza:
una vez más queremos optar libremente por tu vida;
queremos vivir como tú, de tu mismo Espíritu.

Rufo González
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