“Vivir con esperanza” es creer que el amor y el bien tienen la última palabra. Llevar la cruz de cada día es amar la vida, vivirla serenamente, procurar que todos sean felices. También la muerte es parte de la vida: “en la vida y en la muerte somos del Señor” (Rm 14, 8). Pidamos esperar, como Jesús, nuestra muerte, diciendo: “estaremos siempre con el Señor” (1Tes 4, 17).

Por la Iglesia:
- que esté siempre atenta al Señor que llama a vivir como Él;
- que no tenga miedo, viva esperanzada en la fuerza del evangelio.
Roguemos al Señor: “estaremos siempre con el Señor” (1Tes 4, 17).

Por nuestra comunidad cristiana:
- que nos escuchemos, nos ayudemos a ser generosos;
- que abunde en carismas, en dones, al servicio de la alegría común.
Roguemos al Señor: “estaremos siempre con el Señor” (1Tes 4, 17).

Por nuestra sociedad:
- que sea solidaria, comparta el trabajo y los bienes;
- que elijamos sabios y buenos dirigentes.
Roguemos al Señor: “estaremos siempre con el Señor” (1Tes 4, 17).

Por el cuidado de la naturaleza:
- que cuidemos las calles, los parques, los ríos, el mar, los montes...;
- que compartamos la vida con todos los seres vivos.
Roguemos al Señor: “estaremos siempre con el Señor” (1Tes 4, 17).

Por los más desprotegidos:
- que les acompañemos, les ayudemos a superarse...;
- que les infundamos nuestra esperanza de vida eterna.
Roguemos al Señor: “estaremos siempre con el Señor” (1Tes 4, 17).

Por esta celebración:
- que nos dé a sentir la vida resucitada de Jesús, “el pan vivo”;
- que “nuestro corazón desasosegado se aquiete y descanse en Cristo”.
Roguemos al Señor: “estaremos siempre con el Señor” (1Tes 4, 17).

“Estaremos siempre con el Señor” (1Tes 4, 17) es nuestra esperanza. Esperanza que vivimos cada día y que esperamos continuar más allá de la muerte. Que no nos falte nunca esta esperanza, Señor resucitado, con quien creemos estar siempre, ahora y por los siglos de los siglos.

Amén.

Rufo González