“Vivió su sacerdocio todos los días... Rezaba el oficio divino, celebraba en ocasiones la Eucaristía de forma privada, practicaba a diario la lectura espiritual y la oración mental” “Mi vocación había sido siempre ser cura casado; y yo no me había dado cuenta”

Discurso del Papa Francisco sobre el sacerdocio (3)

Estoy seguro de que la inmensa mayoría de sacerdotes y obispos casados comparten las reflexiones del Papa Francisco en en el Simposio “Hacia una teología fundamental del Sacerdocio” (Roma 17.02.2022). Todos están convencidos de estas afirmaciones:

- “Sin una relación significativa con el Señor nuestro ministerio está destinado a ser estéril... La cercanía con Jesús, el contacto con su  Palabra, nos permite confrontar nuestra vida con la suya y aprender a no escandalizarnos de nada de lo que nos suceda...”.

- “Un sacerdote que reza no es más que un cristiano que ha comprendido en profundidad el don que ha recibido en el Bautismo. Un sacerdote que reza es un hijo que recuerda continuamente que es hijo y que tiene un Padre que lo ama...”. 

- “La cercanía con Dios permite al sacerdote tomar contacto con el dolor que hay en nuestro corazón y que, si se acepta, nos desarma hasta hacer posible el encuentro. La oración que como fuego anima la vida del sacerdote es el grito del corazón quebrantado y humillado, que -nos dice la  Palabra- el Señor no desprecia (cf. Sal 50,19)...”. 

- “Un sacerdote tiene que tener un corazón suficientemente `ensanchado´ para dar cabida al dolor del pueblo que le ha sido confiado y, al mismo tiempo, como el centinela, anunciar la aurora de la Gracia de Dios que se manifiesta en ese mismo dolor”.

Estos párrafos fundamentales sobre la “cercanía a Dios” lo viven, sin duda, infinidad de sacerdotes inhabilitados por ley para ejercer el ministerio público. Jamás abandonaron al Señor ni su ministerio real en diversos ámbitos de sus vidas. Desde los años sesenta vengo percibiendo la “cercanía a Dios” de sacerdotes casados. Asistí a la boda de algunos y tuve que hacer de testigo de otros para la concesión de sus dispensas celibatarias. Tuve que padecer la recomendación de los encargados de gestionar los trámites burocráticos: “no hables bien de ellos, sino más bien acentúa sus defectos, como la inmadurez personal, que les impiden ser buenos sacerdotes. De lo contrario corremos el peligro de que no les concedan la dispensa”. Se les decía que no tenían derecho a tal dispensa. Se les obligó a mentir, dar por hecho su inmadurez, su perversión espiritual, etc. De esto se quejaron los dirigentes de la Asociación de Sacerdotes Casados Españoles (ASCE, presidida por José María Lorenzo, autor del Blog en RD sobre mística desde hace muchos años) en mensaje de Twitter enviado al Papa y a algunos cardenales: “Santidad: Paralice canonización Juan Pablo II. Retuvo más de seis mil dispensas de sacerdotes solicitantes durante muchos años” (03-04-2013. RD 24-04-2013).

Hace unos días he recibido un email de un gran apóstol de la evangelización de la cultura, Antonio Duato, “gestor” de “Iglesia viva” (“pensamiento crítico y cristianismo”) y de ATRIO (“Lugar de Encuentro entre lo sagrado y lo profano”, portal de internet sobre cuestiones relacionadas con la religión desde la libertad y el pluralismo religioso). Entre otras cosas me dice: “Querido Rufo: Sigo tus interesantes artículos en RD... Ayer celebré, junto con Jokin Perea y otros, los 65 años de ordenación. Te confieso que vivo a fondo aún la vocación y la ordenación, tras 34 años de servicio presbiteral y 31 de laico y casado, padre de 2 hijos. Un abrazo... 20/03/2022 11:30”.

Siempre recuerdo a Alfonso, sacerdote de Carabanchel por los años setenta. Con el fin de preparar la Asamblea Conjunta de sacerdotes y obispos de 1971, nos reuníamos en grupos para dialogar los temas de la Asamblea. En una de aquellas reuniones, este hombre, admirado por su honda espiritualidad, nos sorprendió al confesar su decisión de dejar el ministerio. “Siento, nos dijo, una profunda soledad. Necesito otra persona con quien compartir la vida. Aún no la tengo. Pero, la experiencia de vacío interior me inclina a abrirme a una relación que espero pueda equilibrar esta necesidad profunda. Me siento y quiero vivir la vocación sacerdotal, pero no puedo vivir solo a nivel profundo”.

Experiencia similar cuenta Daniel Orozco, sacerdote madrileño, del barrio popular de La Paloma. En 2006 dejó el ministerio oficial, y escribe:

- “es la historia de lo que Él ha hecho en mí y de cómo yo, a tientas, he tratado de colaborar... En esos dos años de ministerio lo tenía todo: una parroquia estupenda, veía frutos en mi labor, con mis compañeros de curso y demás sacerdotes había buena relación; pero seguía sintiendo el vacío de fondo, ese eco que me repetía desde lo hondo que no era del todo feliz, que renunciaba a una vida conyugal y familiar, esa desazón que nada ni nadie parecía llenar. Intensificaba la oración, cuidaba la fraternidad presbiteral, veía a los amigos ... Nada...

- Sí, transmitir el evangelio, ayudar a vivirlo en mí y en quienes me rodeaban me encantaba pero vivir célibe me dejaba vacío, cada día un poco más... Esto no se pasaba, ya no eran crisis, era una constante. Mi corazón me estaba hablando otra cosa desde hacía mucho tiempo y no estaba haciendo caso. Dios mismo me hacía darme cuenta de que no podía seguir engañándome y engañándole a él y a todos; por muchos grupos, catequesis y homilías que pronunciase; aunque la gente me quisiese y alabase mis palabras o mis acciones; aunque Dios me diese muestras de su amor y fuese a veces instrumento suyo y testigo de su bondad con las personas... 

- Gracias a este encuentro (con el Movimiento pro Celibato Opcional), he comprobado que el camino que Dios me ha mostrado no es una locura mía. Mi vocación había sido siempre ser cura casado; y yo no me había dado cuenta. Por eso esa lucha interior, por eso esa vivencia ambivalente. Sí, ya sé que eso no existe hoy en la Iglesia Católica Romana, pero en su momento tampoco existieron los monjes, los eremitas o los laicos consagrados. Es la vocación que Dios quiere de mí. Y para eso me ha dado a conocer no sólo a MOCEOP sino, sobre todo, a una persona con la que compartir esta misión, esta ilusión y estilo de vida...

- A día de hoy, nos sentimos con la manos vacías, alzadas, puestas a disposición de lo que Él quiera. Estamos a la escucha, a la espera de conocer cómo y dónde quiere que hagamos realidad su sueño, su Reino. Aquí estamos, Señor, envíanos” (“Curas casados. Historias de fe y ternura”. Moceop. Albacete 2010. Pág. 63-76).

Así recuerda José María Lorenzo, presidente de ASCE, al Secretario desde 1982 de esta Asociación y socio fundador en 1977: “Hemos trabajado durante estos años para conseguir una reintegración en el ministerio por considerarlo de estricta justicia teologal. Nada hemos conseguido. Seguiremos trabajando, convencidos que lo importante no es haber conseguido nuestro objetivo primero, sino haber colaborado eficazmente en el Reino de Dios. El 18 de junio de 1998 moría nuestro amigo Francisco Mantecón, de 79 años de edad... Era un hombre enamorado de Dios. Su esposa, Sole, nos dice que hasta el momento de su tránsito estuvo repitiendo jaculatorias con gran paz... Vivió su sacerdocio todos los días de su existencia terrena. Rezaba el oficio divino, celebraba en ocasiones la Eucaristía de forma privada, practicaba a diario la lectura espiritual y la oración mental, era hospitalario, amable con todos, deseaba siempre hacer un favor a cualquiera”.

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