Conectados y...¿vinculados? Clave para un nuevo año litúrgico: "Se hizo uno de tantos" (Flp 2,7)

En nuestro mundo -estamos en un país rico del planeta, aunque con pobreza y dolor- estamos “muy conectados pero poco vinculados”. Se nos habla de que estamos “en una sociedad desvinculada que necesita revincularse, y donde la comunidad tendrá en el futuro un papel esencial”. Se da cuenta de una cultura individualista que da rodeos ante el dolor y el sufrimiento, que conecta, pero que se desconecta con facilidad... Curiosamente, lo contrario con el ser y hacer cristiano que se nos ha manifestado en Jesucristo, el cual, se despojó de su rango, haciéndose uno de tantos, llegando incluso a la muerte, y una muerte de cruz (Cfr., Flp, 2,6-11)

“CONECTADOS Y… ¿VINCULADOS?

                               “Se hizo uno de tantos” (Flp 2,7)     

Vinculado

Un nuevo año litúrgico

La iglesia se abre para celebrar un nuevo año litúrgico. Vamos marcando las señales en el camino del tiempo que nos ayudan a un mayor conocimiento de Jesucristo para más poder amarle y seguirle. Nuestros tiempos de Adviento, Navidad, ordinario, Cuaresma, Pascua, ordinario serán como marcos de referencia para ir celebrando la vida y nuestro caminar hacia el reino de Dios en su plenitud, sabiendo que ya está entre nosotros.

          Ir celebrando a Jesucristo, desde la historia y sus promesas, supone la conexión entre la fe y la vida, entre sentir y el vivir, entre la relación con lo divino y lo humano. Desde Cristo es inseparable la fe y la vida, Dios y los hombres. Y en ese caminar se nos presenta la necesidad de entrar en la historia y descubrirle a él como uno de tantos, en medio de todas las realidades y especialmente en las sufrientes. Cáritas sabe de unir amor, compromiso, con fe y celebración. Para autentificar en una verdadera unidad integral lo que es el sello de la encarnación de nuestro Dios, su muerte y resurrección. Todo en Cristo es real y reclama realidad. Por eso cada año servimos estos guiones de liturgia en los que se pretende evidenciar esa unidad intrínseca entre ser y hacer, orar y actuar, celebrar y vivir, transversalizado por la caridad cristiana.

          El  reciente informe Foessa nos adentra en la realidad de nuestra sociedad por vías de observación, análisis y contemplación. Ahora nos toca dejarnos tocar por esos datos, apropiarnos de ellos y hacer que sean tocados por nuestra fe y nuestra vida. Nos llama la atención un detalle del informe, que no queremos dejar pasar de largo, cuando nos avisa de que en nuestro mundo -estamos en un país rico del planeta, aunque con pobreza y dolor- estamos “muy conectados pero poco vinculados”. Se nos habla de que estamos “en una sociedad desvinculada que necesita revincularse, y donde la comunidad tendrá en el futuro un papel esencial”. Se da cuenta de una cultura individualista que da rodeos ante el dolor y el sufrimiento, que conecta, pero que se desconecta con facilidad cuando la relación exige dejarse tocar por la realidad conectada, especialmente si se trata de debilidad y dolor. Curiosamente, lo contrario con el ser y hacer cristiano que se nos ha manifestado en Jesucristo, el cual, se despojó de su rango, haciéndose uno de tantos, llegando incluso a la muerte, y una muerte de cruz (Cfr., Flp, 2,6-11)

En Cristo la conexión de Dios con la humanidad fue de una vinculación determinante para toda la historia y para la eternidad. En él Dios asumió la humanidad en una relación que no tiene vuelta atrás, no hay realidad nuestra que no le afecte, sea el hambre, la sed, la cárcel, enfermedad, exclusión…Es más lo que se le hace a uno de éstos a él se le hace, hay una vinculación e identificación sacramental. Y esto fue lo que nos pidió que hiciéramos en memoria suya.

Bautismo

El nuevo año litúrgico nos llama a convertirnos para pasar de la pura conexión a la verdadera vinculación, la que nace de la fraternidad, de la misma carne y sangre de Cristo, la que genera la caridad verdadera en el compromiso por la justicia y la dignidad de todos los hombres. Por eso queremos abrirnos litúrgicamente a la realidad con la vinculación a la que nos invita la dimensión sacramental de nuestra fe. A lo largo de este año queremos caminar con este slogan sencillo: “Conectados y… ¿Vinculados?”. Lo haremos bajo la contemplación sencilla de Jesús de Nazaret que. en el decir de Pablo, “…se hizo uno de tantos” (Flp 2,7).

          El papa Francisco en su encíclica Laudato si expone con claridad un pensamiento, común en el mundo actual, cuando sostiene que todo está conectado, es inseparable, la naturaleza, la humanidad, el espíritu. El verdadero reto está en saber vivir vinculados realmente y en comunión del hombre con la naturaleza, consigo mismo, con los demás, con el absoluto, Dios. Queremos que estos guiones litúrgicos estén al servicio de ese criterio de unir fe y vida, en el deseo de que lleguemos, desde la conexión, a una verdadera vinculación de amor y de dignidad que sea de salvación y salud para todos.

Laudato sí lo expresa claramente:

"La ecología… También exige sentarse a pensar y a discutir acerca de las condiciones
de vida y de supervivencia de una sociedad, con la honestidad para poner en duda
modelos de desarrollo, producción y consumo. No está de más insistir en que todo está
conectado."(Laudato si, 138)


"¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están
creciendo? Cuando nos interrogamos por el mundo que queremos dejar, entendemos
sobre todo su orientación general, su sentido, sus valores…Pero si esta pregunta se
plantea con valentía, nos lleva inexorablemente a otros cuestionamientos muy directos:
¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para qué vinimos a esta vida? ¿para qué
trabajamos y luchamos? ¿para qué nos necesita esta tierra? Por eso, ya no basta decir
que debemos preocuparnos por las futuras generaciones. Se requiere advertir que lo
que está en juego es nuestra propia dignidad."(Laudato si, 160)

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