Esta mañana he tenido la inmensa fortuna de poder participar en un diálogo con el científico y reciente premio Templeton Francisco José Ayala, invitado por el Centro de Comunicación y Predicación de los Dominicos de Madrid, sobre Creacionismo, Evolución y Religión. Una toma de contacto, desde la ciencia, hacia la teoría de la Evolución de Darwin, y su influencia en la percepción de la sociedad, de la condición humana y, por extensión, de la idea de Dios y la religión.

Ayala, que fue dominico, se confiesa agnóstico, pero resulta una personalidad sumamente respetuosa con la experiencia de la fe, que en el fondo -y se trasluce en sus palabras y publicaciones- admite con pasión. Como también se demuestra un apasionado enemigo de los defensores del "Diseño Inteligente", esos que leen la Biblia como si de un libro de Biología se tratase y que tratan de demostrar que sólo la voluntad del diseñador hizo las cosas como son, y de un modo inmutable. Lo cual, por otro lado, dejaría a Dios en muy mal lugar, como recordó el profesor Ayala. "Convertirían a Dios en un incompetente, cruel, sádico y abortista personaje", afirmó el científico, que defiende que negar la existencia física de Adán y Eva -nunca hubo menos de 10.000 miembros de nuestra especie a la vez sobre la Tierra- no contradice la Biblia, sino que muestra el relato de la Creación como el de hombres y mujeres que forman parte de la misma familia humana.

La evolución, en suma, que no niega la figura del Creador, sino que puede proclamar mejor su grandeza. La charla concluyó con una anécdota curiosa, una efemérides que casi nos pilla al vuelo. Según el calendario de Ussher-Lightfoot, defendido por los creacionistas, el mundo se creó, justamente, el 23 de octubre del 4004 antes de Cristo. Con lo cual, mañana, día del Domund, la Creación cumple 6015 años. Felicidades a los premiados. Y muchas gracias, esta vez en serio, al profesor Ayala y a César Valero por organizar estas citas.

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